Lena salió de la ducha, se secó rápidamente y caminó hacia su camerino. Ella seleccionó ropa cómoda para la noche, un par de leggings negros y una camiseta gris claro a medida. Tomó una toalla y se secó el cabello mientras caminaba hacia la cocina para encender la tetera, esta noche pidió un té, al menos eso era lo que pensaba hasta ahora. Estaba a la mitad de su sala de estar cuando se detuvo. Ella miró por la ventana a nada en particular. No sabía por qué se detuvo o por qué sintió la necesidad de mirar hacia afuera, al horizonte de la ciudad, pero lo hizo de todos modos.
Cambió su camino y caminó hacia las puertas del Balcón, deteniéndose justo en frente de ellas. Y miró, buscando una razón, ¿por qué estaba cayendo arrastrada aquí? Inclinó la cabeza y continuó secándose el cabello. Entonces lo vio, casi demasiado lejos para ser visto, Supergirl flotando. La heroína la estaba mirando, podía sentirlo, sintió que su piel se quemaba debajo de la ropa bajo la intensa mirada de la otra mujer.
Dejó de moverse por un momento y miró a la heroína, sin saber muy bien qué más hacer, reanudó su secado de cabello. No sabía cuánto tiempo se quedaron así, pero se dio cuenta de que Supergirl estaba más cerca ahora, se había movido tan lentamente que Lena no se había dado cuenta hasta ahora. No estaban realmente cerca, pero Supergirl estaba lo suficientemente cerca para que Lena la viera correctamente, una pierna extendida y la otra ligeramente doblada, sus brazos a lo largo de su cuerpo, su cabello flotando en el viento y sus ojos, sus ojos azules vagando por los de Lena. cuerpo descaradamente. Si Lena era honesta, sus propios ojos también bailaban a lo largo del cuerpo de la heroína.
Sintió que se le secaba la garganta al pensarlo. Quería a Supergirl, no era nuevo para ella, lo había descubierto hace mucho tiempo, después de la primera vez que la heroína la había salvado. Pero algo en la forma en que la heroína la miró en ese instante le hizo pensar que no era unilateral. O tal vez fue solo su soledad lo que habló. Y Supergirl estaba allí para asegurarse de que no fuera una amenaza. No, no podía ser, eran amigos al menos conocidos, y Supergirl sabía que ella no era como su familia. Entonces, ¿por qué estaba ella aquí, mirándola? Tal vez la estaba controlando durante una de sus patrullas nocturnas, solo para asegurarse de que Lena estuviera a salvo. El pensamiento calentó el pecho de Lena. ¿Cuánto deseaba que alguien en su vida que se preocupara lo suficiente por ella viniera a ver cómo estaba?
Abrió la puerta del balcón, sin abrirla, y se alejó, una invitación silenciosa para que la heroína se uniera a ella. Dejó su toalla en el respaldo de una silla y se ató el cabello en una coleta suelta. Sintió la piel de su espalda ardiendo donde estaba segura de que la heroína la estaba mirando, siguiendo el movimiento de sus músculos debajo de su delgada camiseta. No se sentía particularmente sexy con estos atuendos, vestía ropa más sexy en el trabajo, pero algo en la forma en que la heroína la miraba la hacía sentir deseada.
Un escalofrío recorrió su espina dorsal, tal vez fue la idea de ser deseada o tal vez fue el aire frío que entraba por las puertas del balcón, se encontró incapaz de moverse esperando, rezando por lo más tarde. Significaría que Supergirl se había unido a ella, había actuado en su silenciosa invitación. Se quedó quieta, tratando de dominar sus nervios, su corazón y su respiración, y falló. Cerró los ojos, aguzó el oído, tal vez pudo escuchar a Supergirl acercándose, pero no escuchó nada, ni un ruido llegó hasta ella. La anticipación la estaba matando, volviéndola loca y excitándola al mismo tiempo. Tal vez se lo estaba haciendo a sí misma y Supergirl se había ido volando hace mucho tiempo. Quizás lo había imaginado. Trató de moverse, de obligar a su cuerpo a escuchar su mente, pero se encontró incapaz de actuar, ni un músculo de todo su cuerpo respondió a su cerebro.
Luego lo escuchó un ruido sordo, el ruido del aterrizaje controlado de Supergirl en su piso de madera. Se las arregló para agarrarse al borde de la encimera de la cocina frente a ella para estabilizarse. Sus piernas casi cedieron bajo su peso, temblando de anticipación. Lo sintió de nuevo cuando finalmente silenció su mente lo suficiente como para concentrarse en su sentido del tacto. Sintió el ardor en su piel donde Supergirl posó sus ojos, a lo largo de sus piernas, en su tonificado culo cubierto con sus mallas, en su espalda, en la parte de atrás de su cuello. Ella apretó su agarre en la encimera, necesitando sus dos manos para apoyar su peso. Quería darse la vuelta, enfrentarse a su visitante, quería ver a la otra mujer, sus curvas, sus músculos perfectamente dibujados bajo su traje, lo deseaba tanto pero no podía moverse. Así que cerró los ojos y recordó la forma, los músculos, los fuertes brazos que la alejaban del peligro.
