1

5K 149 10
                                    

pasé la tarjeta por donde se indicaba y las puertas se abrieron automáticamente dejándome un tanto sorprendida. era mi primera vez en una estación de trenes y era mucho mejor de lo que pensé, había una cantidad incontable de gente pero eso no quitaba el hecho de que todo fuera muy elegante y bien cuidado.

bajé las escaleras con total tranquilidad hasta llegar abajo, esperé al menos cinco minutos y por fin las nuevas puertas se abrieron dándome paso a un montón de gente.

── permiso, lo siento, permiso. ──repetí. creo que serán las únicas palabras que diré en todo el trayecto.

las puertas finalmente cerraron y traté de acomodarme lo más posible evitando mucho el contacto con otras personas. un hombre de unos cuarenta años me empujó haciéndome perder el equilibrio y también golpear con mi bolso a la persona junto a mi, aquel viejo ni siquiera se dignó a disculparse, por mi parte, tengo algo de educación.

── lo siento, me empujaron y ¿está bien? ──pregunté nerviosa. en todo momento evité mirarlo a los ojos, eso era algo que normalmente no se me daba bien, el contacto visual me intimidaba.

── estoy bien, linda ¿tú estás bien? ──habló dejándome tiesa en mi lugar.

su voz.

su voz era como oír a los mismo ángeles, tan pasiva pero ronca a la vez. juro enamorarme de él en éste mismo instante.

── estoy bien, gracias. ──susurré y luego simplemente sentí unos fríos dedos tomando mi mentón, era él. elevó mi cabeza para así hacer que mi mirada estuviera sobre él. sonrió levemente.

── ¿acaso no te enseñaron que es de mala educación no mirar a la gente cuando se te habla?

podía sentir sus penetrantes ojos sobre mí otra vez, aquel chico estaba mirándome desde que entré al transporte y debo confesar que la incomodidad me tiene algo inquieta

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

podía sentir sus penetrantes ojos sobre mí otra vez, aquel chico estaba mirándome desde que entré al transporte y debo confesar que la incomodidad me tiene algo inquieta.

── buenos días preciosa, mi nombre es jeon jungkook ¿y el tuyo? ──preguntó directamente -sin quitar eso tono dulce- estrechando su mano hacia mí. no lo vi venir ¿acaso alguien sí?

── soy jung hyesung, es un gusto conocerlo finalmente. ──respondí sin evitar escanearlo con la mirada. es jodidamente hermoso.

¿desde cuándo tengo éste tipo de pensamientos?

── jung hyesung, hm, un lindo nombre para una linda chica. ──comentó apoyándose en el tubo de fierro justo a mi lado. fue inevitable no sonrojareme.

no respondí. nunca me habían dicho algo como eso ¡soy nueva en éstos temas!.

── hey linda, ──habló acercándose ligeramente a mi, el ruido de la gente apenas dejaba oír con claridad── perdí mi número de teléfono ¿me darías el tuyo?

── ¿p-por qué haría eso? apenas nos conocemos.

él sonrió.

── por eso mismo preciosa, quiero que nos conozcamos mejor ¿qué dices? ──preguntó elevando una ceja, que por cierto, estaba perforada y eso lo hacía lucir jodidamente sexi.

analizaremos la situación. es bellísimo, de eso no hay duda, esos tatuajes en su brazo y cuello, la perforación en su ceja y lengua, su vestimenta perfectamente combinada y no olvidemos su sonrisa coqueta. a simple vista parecía un completo imbécil rompecorazones. quizás si le doy esa oportunidad pueda conocerlo mejor -obviamente- y juzgarlo mejor. 

── está bien, jungkook.

pasaron al rededor de treinta minutos cuando tuve que bajarme, no sin antes despedirme de jung y recordarle que la próxima vez iríamos por un delicioso café.

descubrí que vive solo y su departamento está a cuatro cuadras del mío. además, me comentó que actualmente estaba soltero y que yo le parecía una buena opción, la verdad aquello me dejó bastante confundida y dolida a la vez ¿una opción? dios, eso sonaba bastante feo.

en fin, de todas formas no le negaría nada a semejante hombre.

── llegas tarde, el jefe quiere verte. ──avisó mi compañera de trabajo, jennie── está algo cabreado, ¡suerte!

caminé lentamente a la oficina de hoseok y toqué suavemente la puerta. luego oí un grito avisándome que podía entrar.

── no voy a reprochar el por qué de tu tardanza solamente porque espero a un socio importante y necesito que estés presente, luego de la reunión hablaremos seriamente, min. ──me conunicó organizando unos papeles. yo asentí haciendo una reverencia.

dos toques en la puerta hicieron sonreír a jung hoseok como nunca, la manilla se giró y el mismísimo jungkook entró a la oficina luciendo el mismo traje que hace unas horas.

── ¿jungkook-ah? ──pregunté aún confundida. él me miró alzando su ceja y finalmente sonrió.

── preciosa, ¿qué haces aquí? ¿me sigues?

── ¿la conoces? ──cuestionó mi jefe igual de confundido que yo.

── claro, es el amor de mi vida ¿qué esperabas, hombre?

reí levemente ocultando mi nerviosismo y haciéndome creer que era solo una broma entre nosotros, pero el tono que usó me hice ilusionar demasiado.

── es bueno que se conozcan, ¿deberíamos comenzar ya? ──dijo el mayor acomodándose en su sillón de piel.

la reunión inició con temas básicos, como la estructura de la empresa, el diseño interior y demás. mi presencia -aunque no lo crean- es fundamental, ya que, soy quien anota y modifica ciertas cosas mencionadas por mis superiores.

una hora después jung ya estaba despidiéndose de hoseok y yo ordenaba mis cosas para finalmente irme a casa, o al menos eso tenía en mente.

── preciosa, hay una feria de invierno por aquí cerca y me preguntaba si tú querías ir conmigo... solo si quieres. ──pidió con sus mejillas rojitas y una encantadora sonrisita.

── oh, ¿es como una cita? ──pregunté avergonzada. jeon asintió── está bien, jung. iré.

── excelente. vayan, yo me quedo aquí solo y abandonado. ──exageró hoseok golpeando suavemente su pecho.

── sería el mal tercio, hyung. ¡cuídate! nos iremos primero.

oí las quejas de mi jefe haciendo eco en el pasillo, la mano perfectamente tatuada de jungkook sosteniendo la mía mientras corríamos sin ninguna razón a la salida del edificio.

definitivamente sería una gran noche.

𝙞𝙣 𝙢𝙮 𝙝𝙚𝙖𝙙 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora