Prólogo

2.3K 125 37
                                    

—Hope... —Levanto la mirada y me topo con Rhiannon, observándome como si hubiera perdido la cabeza. —Lo viste hace dos horas, no puedes extrañarlo tanto.

—Mira quien lo dice. —Las mejillas de mi mejor amiga se enrojecen porque sabe lo que voy a arrojarle a la cara. —A ti te ocurre lo mismo con mi tío y ni siquiera eres capaz de decirle una palabra.

—Es que me hace sentir un poco nerviosa... —Rhiannon baja la cabeza, haciendo que su oscuro cabello caiga hacia adelante y cubra su rostro, un gesto que detesto más que nada en el mundo porque su familia le enseñó que debe hacerlo para ser lo más invisible posible.

En serio desearía que aceptara la oferta de venir a vivir a mi casa.

—Deberías hablarle, está soltero. —Mamá no quiere nada con él y Rhiannon es fabulosa ¿Sería extraño que mi mejor amiga fuera mi tía política? Tal vez para el resto del mundo, pero el resto del mundo no puede decir que su familia vio cómo se creaban los Estados Unidos.

—¿Y tartamudearle hasta parecer una loca? —Parece horrorizada y quiero reírme porque esta conversación la hemos tenido muchas veces, tantas que ya me sé el desenlace. —No gracias, prefiero quedarme como estoy.

—Me gustarías más si te acabaras tu sándwich. —Señalo el sándwich que mi mamá le preparó, el cual es diferente al mío porque tiene más carne, vegetales, salsas, casi es el doble para que así ella no pase demasiada hambre en la noche.

—La verdad no tengo hambre... —Rhiannon casi no come y al principio de nuestra relación creí que era un desorden alimenticio que debía ser tratado... Aún lo creo, a pesar de que dice lo contrario.

—RiRi... —Le suplico dejando mi libro de ciencias a un lado. —Un bocado... —Le suplico haciendo ojitos y ella rueda los ojos, pero finalmente toma el sándwich y se lo lleva a la boca.

Yo por mi parte sonrío complacida de haber logrado hacerla comer porque, que yo recuerde, hoy no la he visto comer nada más y es porque no tiene dinero ni siquiera para la máquina expendedora, a pesar del fideicomiso que le dejó su padre, porque su odiosa madrastra lo gasta todo.

El teléfono de Rhiannon suena y lo toma dejando la comida a un lado, así que yo maldigo a quien sea que le haya escrito.

—Es mi primo. —Mi odio se justifica aún más. —Dice que llega en cinco minutos por mí.

—Podemos dejarlo esperando veinte minutos abajo. —Rhiannon se ríe de mi propuesta, porque no es una broma, y sigue comiendo su emparedado.

—Ay, Hope, Adrián le rompió el corazón a Veronica, no a ti, no entiendo por qué lo odias tanto.

—Odio a los idiotas que terminan con una chica sin razón. —Me choca eso, no es porque me haya pasado, simplemente lo odio más que a nada en el mundo y Adrián hizo eso con Veronica, que resulta ser la primera persona a la que conocí cuando papá finalmente me permitió asistir a la escuela como la gente normal.

—Tal vez hubo una razón. —Rhiannon defiende a su primo y no la culpo porque lo adora y no es mala persona, al menos no con su prima, pero no me he tomado el tiempo de conocerlo ¡Porque nunca me quiere hablar! Ni siquiera antes de lo que pasó con Veronica y después de eso yo soy la que no le quiere hablar. —Conocemos la versión de Veronica, no la de Adrián.

—Si un día decide hablarme, la quiero conocer. —Rhiannon me sonríe, una sonrisa cínica que en ella se ve adorable y pasaría desapercibida por cualquiera, excepto por mí.

Hay dos toques en la puerta y cuando se abre, mi mamá asoma su cabeza por ella.

—Rhiannon, tu primo llegó. —Anuncia ella, a sabiendas de que no debe decirme a mí porque no me interesa. —Termina tu sándwich, yo le digo que te espere.

El Primer Mensaje {Hope Mikaelson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora