Dos

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Estaba algo estresado, terminaba de llenar los formularios de esta semana y el historial médico que estaba más llenó era de la paciente que he atendido más de una vez. Esa niña era la paciente que siempre viene a la semana llena de heridas.

Al principio me preocupe bastante al verla así, y quise ir a su casa y ver si la estaban maltratando, pero Marissa, mi asistente, me había dicho que la chica trabaja en un taller para mantener a su madre y que ahí siempre se lástima, como ella no tiene padre y su madre trabaja todo el día, TN quería ayudar a su madre para que ella no tuviera que seguir tantas horas en el trabajo, aún con eso me sentía frustrado y no pasaba desapercibido.

Suspiré fuerte al cansarme de ver tanto papeleo, pensar mucho en el caso de TN me daba dolor de cabeza, aún si fuese un vampiro también me cansó.

—¿Que sucede, cariño?

Esme, mi amada esposa siempre estaba atenta a mi, aún si no se lo pidiera ella está en estos momentos para aliviar mi peso. Mis hijos me miraban atentamente y pensé preguntar a Alice si ella veía algún futuro de la niña.

Alice. ¿por casualidad has visto a una niña de cabello castaño oscuro y ojos cafés en tus visiones?— La miré esperando respuesta.

¿Otra vez la niña?— Preguntó con una sonrisa burlona Emmet a lo que yo asentí frustrado.

Sí. Al principio me pareció raro verle las dos primeras veces, pero luego que ella comenzó a ir seguidamente al hospital, deje de ver la en mis visiones. Supongo que es porque se ha hecho algo común el que ella valla y venga del hospital y por eso ya no la veo— Comento Alice dejándome aún más dolor de cabeza.

Tal vez, sea otra cosa— Expreso Rosalie.

¿Cómo qué?— Preguntó Esme.

No creo que sea eso, Rosalie. Por los recuerdos de papá, ella solo viene cuando está herida, nada más— Habló Edward.

¿Pero siempre en necesario tener una gran sonrisa cuando tú doctor te cura? No me quieras ver la cara de tonta— Rosalie estaba mostrándose algo molesta.

Admito que ella siempre sonríe cuando yo la curó, no lo hace con nadie más, lo sé por qué una vez dejé que Jonás la curase, el resultado no fue lo mismo que cuando yo la curó, pero no hizo la misma sonrisa que siempre me hace a mi, aquella había sido una menos feliz y miraba por la ventana con cara aburrida. Tal vez, lo que crea que este pensando Rosalie me de una idea de lo que le pasa a la niña.

¿Que insinúan?— Miré a Rosalie y Edward.

Debe estar enamorada de tí— Soltó de una a lo que todos miramos sorprendidos.

Pero es solo una niña. No puedes pensar así, Rosalie— Habló Esme mirándola enojada.

—No es una niña, tiene como catorce, quince años. Puede enamorarse a esa edad.

Pero sigue siendo una niña... ¡Oh, Dios!— Exclamé riendo— Ni en todos estos siglos me pasó algo así. Que sorpresa.

Si es así, ya se le pasará— Dijo Esme acariciando mi espalda.

Aún así, no creo que sea posible. Ella perece ser una niña dulce y sin esas intenciones— Dije negando me a creer lo.

Entonces llévame a mi y te diré si es verdad o no— Sugirió Edward.

Lo pensé por un momento, no era mala idea y de paso podría saber como era que se lástima y dónde trabajaba. Terminé aceptando y le dije a Edward que el lunes viniera, ya que sabía que ella solo venía cada dos o tres días. No costaría nada esperar un poco, solo era saber que pensaba y ya todo estaría listo.

Narra ___

Me encontraba sentada en la playa, me gustaba ver la puesta de sol, aun que aún era muy temprano para eso, me saqué la campera que me molestaba por qué apretaba las heridas que tenía y la dejé encima de mis piernas, miré atentamente, mis brazos estaban vendados desde el hombro hasta la muñeca, parecía una momia. Sabía que no era buena para el taller, pero solo en eso me entretenía, me gustaba ver cómo mi jefe, que por cierto se llama Bret y tiene unos veinti tantos de años arreglaba los autos de los clientes, me gustaba pasarle las herramientas y debés en cuando intentar reparar alguna que otra moto que deja algún muchacho. Mi jefe jamás me trató mal y siempre intentaba que yo no hiciese casi nada, porque sabía que podía lastimarme fácilmente, de ser otra persona él ya me habría despedido por ser tan torpe y estar cortándome a cada rato, pero el siempre decía que el aprender también es duró y que él también se lastimo muchas veces cuando comenzó a trabajar con su padre, el antiguo dueño del lugar, pero como ahora está más viejo, su hijo Bret se encarga de ésto mientras el va a pescar.

Saqué mi celular del bolsillo de la mochila y busque algo para ver, se estrenaría una nueva película, Sherlock Holmes, no era la original sino la que trabajaba el actor que hacía de Ironman, no me acordaba el nombre pero sabía que era un grande actor y que también era gay cosa que no me importo en lo más mínimo, yo supongo que te tiene que gustar la película y el personaje, no el actor y lo que es y como vive. Otra cosa que también se había publicado era que había un nuevo restaurante cerca de la librería dónde siempre compraba libros del género misterio y terror, debes en cuando una que otra novela de amor, pero hasta ahí nomás.

Un golpe me hizo mirar hacia atrás, una pelota me había golpeado la cabeza y quién imaginaria que me lo encontraría a él.

Chalé, ¿no te costó con amenazarme en la escuela y ahora vienes a cobrar venganza aquí, no?— Dije mirando enojada a Paul quién me miraba curioso— ¿Que mira este idiota?— Seguí su mirada y vi que miraba mis brazos, tomé la campera y me la puse rápido, me pare y tome la pelota para luego patear la y mandarla volar haciendo que cayera cerca de los demás chicos de Sam, luego tome mi mochila y caminé para ya irme de allí.

Al parecer, no podré ver la puesta de sol hoy

Ya había oscurecido y no había llegado a casa, unas cuadras más adelante me encuentro con Max que al verme viene corriendo hacia mí.

¡Necesito tu ayuda!— Dijo sujetando me de los hombros

¿Que cosa?— Le pregunté

—¡El martes es el tercer aniversario de Linda y yo!

—¿Y?

—y no sé que darle. Ayúdame a elegir el regalo, por favor— Max se arrodilló y me abrazo las piernas apoyando su cabeza en mi panza.

¿Y yo por qué debo elegir el regalo? Tú la conoces mejor que yo— Dije mirándolo irritada por qué no me soltaba.

Pero tú eres mujer y sabes que les gusta a las chicas— Dijo sin soltar me.

Pero yo soy una chica defectuosa, ¿Cómo voy a saber yo de chicas? ¿Acaso no viste como me visto?— Lo miré.

Max me miró y me soltó— Cierto, mala idea. Pero aún así, acompáñame.

—No lo sé

—Por favor, hazlo por tu mejor amigo.

¿Dónde?—Dije mirando a todos lados.

Eso dolió,___— Dijo a lo que yo me reí.

Está bien, está bien.— Dije ya calmada.

¡Genial! Espérame mañana frente a la panadería de Silvia— Dijo Max antes de irse corriendo a su casa.

No era mala idea, de paso aprovecharía a comprar una camisa, ya que le debía una a Paul.

Mi amado Doctor CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora