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~Oye

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~Oye... yo también quiero aprender, así que enseñame -escucha una voz extrañamente familiar, ese tono plano tan frío como el que ella misma usa, pero más era la sensación de ser el objetivo de esa mirada de acero-.

~No lo entiendo el movimiento es para personas débiles, alguien tan fuerte como tú no lo necesita -escucha su voz responder mientras realiza un movimiento en su cuerpo, casi parecido a la técnica de pelea que utiliza en su trabajo-.. Pero tengo curiosidad de ver si puede ser usado en una bestia.

(¿De donde vino eso?) piensa antes de parpadear un par de veces, para poder disipar los pensamientos e imagines difusas que atormentaban su mente casi a diario, pese a que lo único que quería en este momento era mojarse la cara y repetir una y otra vez que solo era una tontería, no se podía dar el lujo de lucir indefensa ante a quien a considerado su rival desde hace años por lo que solo se limita a actuar como si no hubiera visto nada y esperando que la otra tampoco no haya notado nada .

— Vaya forma de recibir a tus visitas Ackerman, ósea no esperaba nada de ti... y de igual forma terminas decepcionando —dice sin dejar esa mirada de suficiencia viendo a su rival, aunque eso no era lo que estaba planeando sentía cierto placer al ver la reacción de la otra chica— .

—Deja las tonterías Leonhart y dime ¿Por qué estás aquí? —habla con la misma frialdad que la caraterizaba, pero como siempre cuando ellas estaban en un mismo lugar tenía un toque de ira—.

—Bueno si te vas a poner así, mejor te detengo antes de que me saques a patadas de  aquí.

—Sabes, no es una mala idea.

—¿En serio?, como si pudieras... sabes que si te atreves a atacar yo responderé y ahí no habrá quien me detenga de darte la golpiza que te mereces — dice la rubia dejando la taza de café que estaba tomando en la mesita de la sala, y ponerse de pie para dirigirse hacia la más alta—.

—Por favor, como si eso fuera posible en todo caso sería yo la que te daría una golpiza — acercándose a Annie con el misma aura amenzante —.

—Bien Ackerman, si tanto quieres esto lanza el primer golpe.

—Si  es lo que deseas con gusto...—dice formando un puño con su mano y a punto de dar el principio de una pelea, o esa era la intensión —.

—¡Mikasa que bueno que ya regresaste! ¡Hay una amiga tuya que te espera! —entrando a la sala la señora Yeager, donde se encuentra a las dos chicas sentadas en extremos diferentes del sofá una tomando su café con tranquilidad y la otra leyendo un libro, que nadie sabe de donde lo saco —...¿Chicas desean algo? parece que van a tener un día de estudio.

—No gracias, Señora Yeager... solo estoy aquí por motivos laborales así que no necesita molestarse —responde la rubia con tono indiferente, aunque tratando de parecer educada, después de todo es algo que su padre siempre le obligo a ser con los adultos—.

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