𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖉𝖔𝖘: Harto del control.

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Mi respiración estaba acelerada todavía, no había podido dormir nada.
Esa pregunta me dio que pensar. "¿Qué haces aquí?" por supuesto que a aquel orientador pesado le respondí con una de mis respuestas coquetas. "He sido un chico muy, muy malo". Palabras textuales por las cuales me mandó a salir de la sala y a pensar en lo que estaba haciendo con mi vida. Primero ni siquiera le escuché; pero por la noche todos sabemos que nuestra cabeza piensa que es buen momento para darle vuelta a las cosas.

Decidí levantarme de la cama, total; ni siquiera iba a dormir de todos modos. Bajé a la cocina comenzando a escuchar lo de todos los días.
Mis padres hablando entre ellos de manera exuberante sobre mi hermano mayor. Hoseok. No es que le odiara, sino que, le daban tanta valoración a sus logros de haber entrado a la universidad que yo me sentía totalmente fuera de plano.

Sin más, me senté en la mesa y me quedé mirando al infinito pensando en que desayunar.

Sábado, 10 de la mañana y comenzó a sonar mi móvil. ¿Quién cojones sería? Tae no era ni de coña, a esas horas estaba siempre más dormido que un feto dentro de la bolsa amniótica.
Tomé mi móvil mirando aquel número. No me sonaba. Me metí al salón para que mis padres no me escucharán. Simplemente no me gustaba que me escucharán hablar por teléfono.

- ¿Hola? - Pregunté extrañado y nervioso. Nunca me ha gustado hablar por teléfono.

- Buenos días, ¿es la casa de los Park? - Sonó la voz de un hombre. Me sonaba pero; o estaba demasiado dormido o por teléfono sonaba extraño.

- Sí, ¿quién es? - Pregunté extrañado. Mi hermano se asomó a la puerta y yo le hice una mueca con los labios en forma de que no entendía quién era.

- Por asegurarme, ¿ahí reside Park Jimin?

- Sí, soy yo. ¿Quién eres y qué quieres? - Pregunté ya cansado de responder a tanta pregunta a la otra línea del teléfono.

- Soy Kim Namjoon, tu orientador. - Se me abrieron los ojos como platos. Vamos, me había hasta despertado del todo.

- ¿Qué quieres? - Está vez pregunté con voz titubeante y nerviosa.

- Hablar con tus padres, ¿les pasas el teléfono, por favor? - No me jodas. Mis ojos empezaron a mirar a muchas direcciones mientras me llevaba una mano a la frente. Mi hermano mayor seguía observándome; solo que, ahora un poco más cerca.

- Es que... no están en casa. ¿Les dejo algún recado? - Lo primero que se me pasó por la mente.

- Jimin... estoy oyendo las voces de fondo. Venga, pásamelos o estaré llamando toooooda la mañana. - Maldito pesado. Suspiré.
No quería que este pesado hablara con ellos, por mucho que puse mi número en el teléfono de la escuela me daba miedo que incluso se presentase en la puerta de mi casa. Porque parece ser que el señorito se aburre y no tiene nada mejor que hacer con su vida.

- ¿Qué pasa...? - Preguntó mi hermano en un susurro.
Se abrió el cielo cuando le vi, pues su voz era lo bastante grave como para que pareciese mi padre por teléfono. Le sonreí y él ya sabía que algo no iba bien.

- Papáaaaaa, teléfono ~~ - Dije mirando a mi hermano. Él abrió la boca en una ''O'' enorme mientras negaba. Silencié por un momento el micrófono del móvil.
- Oye que me debes una, ¿quién te salvó el culo cuando trajiste a tu preciooooosa novia a casa, ah? - Pregunté de manera fanfarrona. - Solo di que sí a todo. Por favor, hazlo por mí.

- ¿Y por qué cojones no mira tu expediente? - Preguntó mi hermano confuso. - Quiero decir, ya sabe todo lo que te has y te han echo y-...

ʏᴏᴜ ɴᴇᴠᴇʀ ᴄᴏᴍᴇ ᴏᴜᴛ ᴏꜰ ɴᴏᴡʜᴇʀᴇ🔸J+M.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora