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Sus bellos ojos de color azul se abrieron cuando los rayos feroces del sol se colaron por la ventana, estubo a nada de quejarse más lo lo primero que vió al abrir sus ojos fue que había compartido aquel futón que estaba en la pequeña cabaña, con e...

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Sus bellos ojos de color azul se abrieron cuando los rayos feroces del sol se colaron por la ventana, estubo a nada de quejarse más lo lo primero que vió al abrir sus ojos fue que había compartido aquel futón que estaba en la pequeña cabaña, con el despreciable y coqueto gemelo Gleeful.

El de cabellos color chocolate sonrió de lado mientras se acercaba a la joven que tenía aun costado, no sabía porque pero sentía la necesidad de estar más cerca de ella, apreciar sus facciones atractivas "a la vista" para él e olfatear su rico aroma a ese perfume de menta.

─¿Dormiste bien? ─le preguntó con una sonrisa de par en par.

La Valentino lo miro y estuvo a nada de levantarse e irse, inclusive de dejarle su ropa y no pasar más tiempo con él. Dipper supo que ella planeaba irse, no le dejó.

Jaló con fuerza su brazo mientras la atraía hacia él y le abrazaba con fuerza, justo para olfatear más profundamente su aroma, acariciar sus cabellos rojizos y sentir su calor. Phoenix se quedó quieta, si se movía entraría en una situación aún peor que esa y prefería el abrazo a empeorarla.

Dipper Gleeful agachó su cabeza mientras tomaba del mentón a la chica, ella pensó que era un beso y eso le lleno de repulsión.

─Valentino, mírame con tus hermosos y peculiares ojos zafiro, dime qué me odias. Atrévete a mentirme a la cara.

La joven se quedó de piedra al oír eso, la mirada aguamarina del joven castaño se posó en ella y descubrió algo.

Hablaba encerio.

No había ninguna pista de que fuera un truco en su mirar o al menos no lo podía leer.

─No sé lo que trames pero no responderé a tu pregunta.

El castaño sonrió de lado, subiendo la mano que abrazaba la cadera de la joven hasta su espalda dándole una caricia y quedándose en su hombro. Bajando de poco en poco el cuello de la camiseta de la joven. No sabía porque, pero le gustaba dejar marcas ahí.

Acercó su boca hasta el cuello de la joven, dónde estuvo un par de segundos lamiendo y dejando mordidas en dicha zona. Lo raro fue que la joven no hizo nada para detenerlo, ni siquiera hablo o se movió. Tal vez era por el sueño, tal vez era el cansancio más cuando quiso dejar otra marca él abrió los ojos y despertó.

Y se dió cuenta de algo, no podía dejar de pensar en aquella noche de lluvia en la que fue a ver a la pelirroja y dónde solamente compartieron cama, ropa y alimento.

A pesar de que ya habían pasado días de ello el tenía aun guardado en su closet, el abrigo que tenía la joven pelirroja. Un abrigo impregnado con su aroma, aroma a menta que a él le gustaba.

Ese maldito perfume caro que a él le gustaba oler en sus novias, ese perfume que a él le hacía perder el control.

─¿Por qué tenías que oler tan bien? ─se preguntó mientras tiraba a un lado de su habitación una almohada.

Disgustado, el se levantó de su enorme y acolchonada cama mientras se dirigía a aquel closet que guardaba el ya limpio suéter. Pensaba en que darle a cambio por hacer ese sacrificio de pasar frío, algún bolso, algún teléfono móvil, algún kit de maquillaje.

Y justo ahí se dió cuenta de que "esos regalos" no encajaban cuando el se refería a la conservadora y pesimista Phoenix. Es más, esos regalos le gustarían más a su gemela que a la chica.

Entonces volvió a estar en un dilema, volvía a tener esa duda que nunca pudo salir de su cabeza. ¿Por qué ella era tan especial? ¿Qué la hacia tan especial que él y su contraparte quedarán enamorados de ella y de su contraparte? ¿Qué tenían en común ella y la otra ella?

Tomó entre sus brazos el abrigo y lo analizó a detalle, justo ahí fue que se le ocurrió algo. Talvez debía intentar pasar más tiempo con ella, a su vez que sacaba información sobre su relación con los cazadores de demonios interdimensionales, e intentar ver qué es lo que su pulsera podía hacer.

O mejor aún, ver que es lo que una joven "aparentemente" familia de los cazadores de demonios interdimensionales podía hacer. Ver sus dones con los que se suponía todos habían sido bendecidos, desde que un ser superior a los hermanos Cipher los premio por haber ayudado a salvar más de una dimensión y luego de hallar la suya.

En uno de sus libros había un pequeña muestra de respeto al ser, tan pequeña que tal vez la había escrito el mismísimo Will Cipher. Justo en su idioma extraño, pudo descifrar una adoración hacia un ser al que llamaban el ajolote.

Dipper Gleeful estaba caminando rumbo al mismo lugar que constantemente solía visitar, aquel lugar donde sepultaban personas y donde habían tumbas entre otras cosas

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Dipper Gleeful estaba caminando rumbo al mismo lugar que constantemente solía visitar, aquel lugar donde sepultaban personas y donde habían tumbas entre otras cosas. La trabajadora más joven del lugar era a quien buscaba, pero le disgusto ligeramente el ver a un chico hablar con ella.

Sí, estaba celoso. Tenía ganas de hacer cualquier tontería como llevársela a rastras, pero en sus relaciones anteriores eso había sido lo que lo llevo rumbo a la perdición. Está vez sabía que debía de ser perfecto, así su tío no lo mataría por fallar o así él conseguiría lo que tanto deseaba desde que la vió.

Besar sus pequeños, pero carnosos labios.

A Dipper le resultó extraño el color del cabello del joven con quién ella estaba hablando, era un tono similar al de Will Cipher y ciertamente el chico le recordaba a él. Tímido, asustadizo y algo llorón.

Más cuando sus ojos azules se encontraron con los de él lo supo, supo que Will Cipher estaba hablando con su pieza del plan y pensó lo peor, pensó que estaba arruinando el plan. Más se sorprendió cuando hizo lo que le pidió, y le dió la invitación para la fiesta que en su mansión se haría junto con el recado de que Dipper Gleeful quería ser su pareja para la noche.

Al principio dudo de la forma en que Will se lo dijo, más cuando la joven le devolvió la invitación y negó querer ir fue que se dió cuenta de que ese era su propósito ahí.

Pero lo que Dipper no sabía era que Will le había pedido a Phoenix mover su pulcera para que el pudiera parar el tiempo, decirle lo que tenía que decir y como decirlo y quedar en ello.

Mientras que Dipper Gleeful creía tener un aliado, ese mismo aliado se amigaba con sus enemigos y revelaba sus planes.

Mientras que Dipper Gleeful creía tener un aliado, ese mismo aliado se amigaba con sus enemigos y revelaba sus planes

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𝘕𝘰𝘵 𝘴𝘰 𝘦𝘢𝘴𝘺•| Dipper Gleeful •| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora