Grigory & Rebecca

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Narración del capítulo 25

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Narración del capítulo 25

Inicia repartiendo besos en la parte interna de mis muslos, dejando rastro de humedad en mi piel. Mi pulso se altera más de lo que debería, pero mi cuerpo entero se relaja justo cuando deposita el primer beso en mi feminidad. Sin siquiera darme cuenta, libero la tensión que impongo arqueando mi espalda y gimiendo.

Se siente muy bien, muy exquisito. Este ya es otro nivel de placer, uno que estoy dispuesta a compartir solo con Grigory. Si no fuera por la confianza que siento con él, lo hubiera rechazado, así como lo hice en anteriores ocasiones, en diferentes circunstancias. Sin embargo, con él existe un vínculo tan vigoroso que puedo compartir hasta la parte más profunda de mí sin temores. 

La sensación de su lengua en mi intimidad me vuelve loca. Sus gruñidos se convierten en mi melodía favorita. Y sus caricias en mis piernas me desestabilizan. Tanto es lo que disfruto que jaloneo sus cabellos, suelto ruidos incoherentes y arrugo cada dedo de mi pie en las sábanas.

Estoy envuelta en un paraíso que nunca antes había conocido.

Grigory se detiene cuando se da cuenta de que suelto sus cabellos y me tapo la boca para evitar alarmar a Nicole y Maximiliano con mis gemidos. Son apenas unas capas de pared lo que nos separa.

Estira su mano para empujar mis manos lejos de mi boca.

—Te dije que puedes gritar todo lo que quieras.

Inclino la cabeza y mis ojos se conectan con los suyos oscurecidos.

—Me van a escuchar Maximiliano y Nicole.

—Los ruidos no se filtran en las paredes, así que no te tapes la boca porque si no me veré obligado a atarte las manos.

Mis mejillas se encienden al mismo tiempo que mis comisuras se elevan.

—Señor Dobrowhiskas, no creí que usted quisiera hacer algo así conmigo.

—Hmm —abre mi pierna izquierda y planta un beso en mi muslo sin dejar de mirarme a los ojos—. ¿Tú qué quieres hacer conmigo, eh? Quiero escucharte, Rebecca —sus labios vuelven a cubrir mi piel, acercándose cada vez más a mi intimidad.

—Quiero... ah, Grigory —aferro mis uñas a las sábanas al recibir su lengua. ¿Cómo pretende que conteste cuando me está haciendo esto? Todo se nubla y solo me puedo enfocar en el placer.

—No te escuché, nena —dice antes de plantar otro beso húmedo.

—Quiero besarte...

—Ajá —otro beso.

—Tocarte.

—Ajá —otro beso.

—Y continuar así contigo por el resto de la noche.

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