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— Llegamos, despierta.

Qi Rong, tallo sus ojos y daba un largo bostezo siendo tan ruidoso como sólo él sabía ser, a la mierda las etiquetas y la cortesía que siempre fingió tener.

Cuando volteo a ver el lugar a donde habían llegado, un amplio lago se extendía a la vista del ojiverde, estaba rodeado de arboles y pasto tan verde que lleno su corazón de calidez, el sol se reflejaba en el agua cristalina y aves pasaban en lo alto, un leve viento llego, moviendo su cabello negro de manera graciosa ocasionando que un mechón le hiciera cosquillas en el cuello a Lang Qianqiu.

— Espero te guste, lo encontré de casualidad. Tiene mucho verde, así que supongo que te sentirás a gusto.

Una perla cayo de su ojo derecho, a pesar de todo, este humano le había buscado un lugar para que se sintiera más cómodo, pero no era cualquier lugar, era uno donde el verde prevalecía, uno apartado del ajetreo del mar y sobre todo, uno donde no tenía a nadie haciéndole burla por su cabello tan extrañamente negro o sus escamas tan raras de color verde o sus ojos que todos decían que daba miedo.

Emmm, te voy a acercar a la orilla, ¿vale?

Qi Rong era alguien demasiado orgulloso, tanto que nunca decía gracias o perdón, porque todo se lo tenía que ganar con el doble de esfuerzo que los demás, pero esta vez su coraza se empezó a fragmentar, el humano estúpido y del cual se había enamorado ya hace 15 días, había hecho algo que ninguno de los de su tribu se había atrevido: Se había preocupado por su bienestar.

— Gracias.

Soltó antes de zambullirse y mover libremente su cola, amaba estar bajo el agua, aprendió que en el agua y si nadaba rápido sus lágrimas no se verían.

Lang Qianqiu se sentó cerca, mientras metía sus pies en el agua.

Se había sentido mal por haberlo hecho llorar tan profundamente la noche anterior, así que a mitad de la madrugada, cuando la luna aún estaba en el cielo se aventuro a recorrer los alrededores, buscando un lugar donde se sintiera libre. Aún no entendía porque se esforzaba tanto que querer remediar su error, así como tampoco quería que el enojo que le tenía fuera tan prolongado.

Ya no le importaba si ese lago conectaba con el mar y Qi Rong pudiera escapar, el humano sólo quería verlo feliz.

𝕷𝖆 𝖑𝖊𝖞𝖊𝖓𝖉𝖆 𝖉𝖊 𝖑𝖆 𝖘𝖎𝖗𝖊𝖓𝖆. 𝕼𝖎𝖚𝕽𝖔𝖓𝖌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora