capitulo 5

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La estampó contra la pared de su habitación. Cerrando la puerta detrás. Dulce soltó un gemido. Él había empezado a jugar con su cuello de una manera única. Pasó su lengua por él, al mismo tiempo que lo mordía ligeramente. Más abajo, sus manos se encargaban de desabotonar aquella blusa que Dulce había tardado de quitarse cuando estaba en el auto de Christopher. Pero ahora, no tenía escapatoria. Quería verla desnuda. Sus ganas fueron mayores, arrancado con brutalidad aquella prenda. Los botones se desprendieron toscamente. Christopher se le separó... quería mirarla... quería observar sus senos redondos aún cubiertos por el sujetador. Se inclinó para pasar su lengua por el pecho descubierto de ella.

- Mnh... -murmuró Dulce. Apretó la nuca de Christopher, invitándolo a que su lengua la tocara aún más intensamente. No podía controlarse, ya no había nada que la hiciera detenerse.

Las manos de Christopher se encargaron esta vez. Encontraron rápidamente el broche que ataba la falda de Dulce, bajando a la misma vez su cremallera. Los ojos marrones de él observaron la fina línea de la bonita tanga de Dulce. Se humedecieron, mojando sus labios carnosos y listos para comérsela esa noche. Le bajó la falda completamente. Ahora ella vestía un precioso conjunto de lencería. Joder. Se tensó más. Esto era tan fuerte.
Solo viéndola estaba masturbándose mentalmente. Coño. ¿Por qué no la había follado antes? ¿Por qué no la había conocido antes? Había conocido a muchas mujeres... pero ella era diferente. Sus dedos tocaron las nalgas de ella, apretándoselas. Se pegó a ella. Cuerpo a cuerpo. Se tocaron. Se estaban sintiendo entre ellos.
Christopher podía percibir cuan mojada estaba. Y ella... ella podía notar lo excitado que se encontraba al sentir esa grandísima erección pegándose a su vientre. Pasó a besarle el cuello, mezclando su acogedor aliento con el maravilloso perfume de Dulce. Exquisita. A continuación, sus manos le tocaron la espalda suavemente, sus dedos se resbalaron entre su piel, poco a poco...llegando hasta el broche de su sujetador. Ella se separó escasos centímetros.

- Christopher... - murmuró. Un murmullo parecido a una queja. Christopher la miró a los ojos. – yo... - pero él la había besado de nuevo. Comiéndose suavemente.

- Lo disfrutarás, te lo prometo. – desabrochó el sujetador de Dulce, pero ella aún no quitaba sus manos de este para que pudiera caer en paz. Se miraron de nuevo. – créeme... - le dijo él. Dulce se mordió el labio. – solo déjame a mí, preciosa. Yo me encargo. – cogió sus manos y las separó de sus senos lentamente. Dulce soltó... poco a poco, el sujetador cayó al suelo. Christopher tragó saliva. La vista se le nubló un poco más. Tenía la boca hecha agua. Quiso besar esos deliciosos senos ahora mismo. Mordérselos. Hacerla gritar. Que ese jodido miedo se le fuera. Estaba tratando con él. Con el maestro en sexo.

Volvió a pegarse a ella. Sus senos quedaron atrapados entre su torso. Dulce le abrazó el cuello, mientras él colocaba sus manos en su cintura. Un beso más. Christopher introdujo su húmeda lengua en la dulce boca de ella. Dulce hizo lo mismo. Sus lenguas se juntaron. De pronto, las manos de Christopher bajaron un poco más...llegando hasta su culo de nuevo. Lo apretó fuertemente.

- Estás mojada... - le susurró. Ella asintió casi al unísono. Había perdido completamente la cordura por él. Necesitaba sentirlo dentro de ella ahora mismo. – lo estás... ¿cierto? – preguntó. Sus dedos bajaron por entre el abdomen de ella, hasta llegar al borde de sus braguitas, las estiró ligeramente e introdujo el dedo índice.

- Oh... - Dulce le apretó la espalda, desesperada.

- ¿Qué? – le sonrió él. - ¿estoy haciendo algo malo? – dijo. Su dedo índice tocó el monte de venus de ella. Lo tocó una vez más. Acariciándoselo. Dulce hizo la cabeza para atrás.

- Dios... - murmuró ella. Nunca había experimentado algo así con alguien. Jamás. Pero eso no había sido todo.

- Quiero que mires. – le susurró él. Dulce hizo un gran esfuerzo por concentrarse en sus palabras. Sus miradas, llenas de lujuria y deseo, se encontraron. – baja la mirada, bonita... - y ella lo hizo. La bajó y se encontró con la escena más caliente que no había visto jamás.

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