Entonces, ella no pudo más, volteó el rostro de Christopher con sus manos. Una bofetada dura. Una que hizo que las cosas se tensaran más. Christopher quedó petrificado ante lo que ella había hecho.
- Lárgate... - le ordenó ella. – no puedo creer que por un momento se me pasó por la cabeza irme contigo...
Christopher tragó saliva. Aquella bofetada había dolido, pero no más que lo que sus oídos escuchaban.
- Eres tan impulsivo... tan, tan prepotente...- le dijo tratando de mirar sus ojos, aunque este tratara de esquivarla. - y si piensas que puedes ser de esa manera conmigo te estás equivocando muchísimo. – Christopher levantó la mirada. Aún tenso y lleno de ira logró sostener sus ojos con los de ella. – siento mucho lo que ha pasado con Ryan... - se miraron. Por un segundo, a ambos se les había pasado el enojo, pero no duraría mucho. – sé que tengo que ver por haberle contado a Max toda la verdad... pero no más, no es mi culpa que robes bancos, que la policía te busque a ti y a tus amigos y que él haya tenido que pasar por esto. – él volvió a bajar la mirada. El pulso empezó a irle más lento.
- Tú no tienes idea de lo que es vivir como yo.
- Yo... lo siento muchísimo... te lo juro.
Christopher soltó una pequeña risa mientras apretaba los labios y aguantaba las lágrimas. A Dulce le dio un repentino escalofrío al verlo así.
- No lo voy a volver a ver nunca más. Nunca Dulce Se ha ido para siempre.
Y lo miró voltearse de nuevo mientras lloraba de espaldas. Aun así sus sollozos podían escucharse. Lloraba como un niño pequeño. No podía detenerse. Apretaba su cabeza con los brazos tratando de huir de este mundo de esa manera. Pero no podía. Seguía ahí, y con su mejor amigo en otro. ¿Qué co.ño haría sin él? ¿qué? Se lo preguntaba... y recordaba cada vez que se había lamentado por tener que aguantarlo o las veces en las que habían discutido. Pensar que ya no discutirían más, que ya no se gritarían más... se aferraba a aquellos recuerdos que le dolían tanto. Y cerraba más fuerte los ojos.
Necesitaba gritar. Gritar fuerte todo lo que sentía en ese momento. El vacío de un tipo que no había sido el mejor del mundo, pero que para él había sido como un hermano. Se apretó la cabeza un poco más... más y más... no tenía control, no tenía límites... y poco a poco sus sollozos se iban convirtiendo en gemidos que Dulce podía escuchar claramente. Y finalmente en gritos.
- ¿Por qué? – gritó fuerte y claro. Al hacerlo, pudo sentir como unas pequeñas manos le abrazaban la cintura. Tenía la vista borrosa por tanto haber apretado los ojos y aguantado las lágrimas. Pero podía verla a ella abrazándolo lo más fuerte que podía. Aferrándose a él. Pudo sentir su corazón latir contra el suyo. Y aunque el suyo tuviera un ritmo más rápido, recordó que ambos latían al mismo tiempo cuando estaban juntos. Sintió su cálido cuerpo abrazarlo. Bajó las manos y trató de corresponderle el abrazo. Y así lo hizo. Aunque sus fuerzas fueran totalmente pequeñas y apenas pudiera abrazarla. Apoyó su rostro sobre su hombro y fue recobrando las energías poco a poco. Se hundió en su cabello y la apretó fuerte, cada vez más y más... hasta llorar, mientras le repetía en el oído cuanto extrañaría a ese tipo que hoy ya se encontraba en otra parte. Mientras le repetía en el oído lo importante que él había sido en su vida. Y Dulce, que acariciaba la espalda de Christopher con sus manos mientras lo escuchaba llorar. Mientras su corazón se desgarraba por lo que sentía al ver a Christopher de esa forma. – perdóname... - le pidió. ¿Cuántas veces le había pedido aquello? Ambos habían perdido la cuenta. – jo.der... - se quejó de nuevo mientras se despegaba de ella y se limpiaba las lágrimas para poder hablarle. – perdóname... por favor... - tragó saliva y se inclinó un poco para poder estar más cerca de ella. Sus manos le rodearon las caderas y la hicieron pegarse a su cuerpo.
Dulce terminó de acomodarse y se inclinó de puntillas para alcanzarle los labios ligeramente húmedos por sus lágrimas. Se los besó suavemente. Moviéndolos sobre los suyos.
- Él va a estar bien... - le dijo despegándose de sus labios, pero sin disminuir la distancia en la que se encontraban. – va a estarlo mientras tú lo estés. – Christopher asintió. La mandíbula empezaba a temblarle de nuevo. Aguantó una vez más sus ganas de llorar. – Christopher ... - le susurró Dulce. – mírame. – pidió e hizo que este levantara la mirada para encontrarse con la de ella. – después de todo está en un mejor lugar que nosotros... - le sonrió. Christopher también sonrió ligeramente.
- Siempre me he preguntado a dónde van los tipos como nosotros...
- Al cielo.
- No lo creo.
- ¿Por qué?
- Porque yo ya estoy en el cielo. – suavemente le besó los labios una vez más. Esta vez un poco más intenso. Abriendo un poco más ambas bocas, mezclando sus lenguas como solían hacerlo en cada beso. – te amo... gatita... mucho, mucho... - le dio un pequeño beso en la nariz. – mucho. Más de lo que imaginas. – un beso más. Uno dulce pero a la vez caliente. Dulce le hacía sentir tantas cosas a la vez.
- Esta vez vas a tener que hacer mucho más para que te perdone.
Christopher hizo una mueca con la boca.
- Pídeme lo que quieras. – le dijo. – pero nunca te alejes de mí. Tú no...
+++
- Pasa. – le dijo Travis. Christopher accedió al pequeño y nada lujoso departamento de este, ubicado a dos calles del suyo. Pero no venía solo, y eso fue lo siguiente que pasó a llamar la atención de Travis.
- Ella es Dulce. – le presentó Christopher. Esta estiró la mano y la estrechó con la de él tratando de ser amable. Chaz, también presente en medio de esa reunión, se giró a mirar de igual manera.
- ¿Qué hace aquí? – intervino Travis. Pero muy dentro de él, no le molestaba en lo absoluto que Christopher hubiese traído a su novia. Y no porque lo sea, sino porque estaba realmente buena. Lo cual le favorecía.
- Jo.der Christopher ... hoy muere Ryan, y tú traes a la culpable de todo esto al lugar menos indicado. – dijo Chaz en voz alta. Christopher pudo notar que traía algunas copas demás solo al mirarlo a los ojos.
Dulce tragó saliva. Sabía que su presencia traería muchos conflictos.
- ¿Ha estado tomando? – le preguntó Christopher a Travis.
- Sí, ¿te importa? – Chaz alzó los brazos y se puso de pie. Dejó aquella lata de cerveza que traía en las manos sobre el asiento del antiguo sofá. Christopher tensó los músculos, sabía que lo que se venía iba a ser peor de lo que había imaginado, y no sabría si podría controlarse. - Que yo al menos no tengo la culpa de que un amigo mío este muerto.
- ¡Cállate! – gritó Christopher. A continuación, todo su cuerpo se había descontrolado de nuevo. Un inmenso impulso lo invadió por completo. Sus ojos enrojecieron. De rabia. De ira. De muchísimos sentimientos encontrados. Y quiso abalanzarse hasta Chaz para poder desahogar todas sus tristezas en golpes que harían que se sintiera mejor. Pero alguien justo delante de él se lo impidió.
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tentación
AlteleEse mismo día...robaron el banco más grande de todo Estados Unidos. Ese mismo día, uno de ellos... se enamoró para siempre.