Entro lentamente a casa y reviso que no este nadie aquí, sin preocuparme por mis zapatos, simplemente entre y ya. Al entrar a el cuarto que, supuestamente es mío, no veo nada, no veo los osos que estaban encima de mi cama, no veo mi ropa en el armario -ya que este estaba abierto-. Corro hacia el cuarto de mamá y no había nada, ni siquiera sus sabanas. Voy a la cocina y reviso todo, no hay nada.
Mamá se llevó todo, me abandono.
—¡Mierda! — grito golpeando el mesón de la cocina.
El timbre suena, agarro fuertemente el arma y voy a la puerta. Al estar cerca de abrir la puerta pude escuchar la voz de la vecina maldiciendo a mis padres, me calmo y guardo el arma detrás de mi espalda, arreglo mi uniforme un poco y abro la puerta.
—¡Oh, por fin! — exclama la vecina rodando los ojos. Mi vecina era joven, parecía de treinta años o menos, también era pelinegra y un poco bronceada.
—¿Señora Samantha? — pregunto cuando la veo con un sobre amarillo en su manos izquierda y un cigarro en su mano derecha.
—No pretendo tener una charla de dos horas contigo, mocosa. Toma, te lo dejaron tus padres. — ella me da el sobre amarillo y se va, dejándome confundida.
Cierro la puerta y voy al comedor, me siento en una de las sillas. Veo fijamente el sobre frente a mí, es raro que este tan grueso y se sienta algo como papel dentro. Sin esperar otro minuto más abro el sobre y juro que me podría caer en cualquier momento por la impresión de lo que hay ahí.
—Esto es... ¿acaso asaltaron una tienda o algo? — me pregunto frunciendo el ceño.
Había dinero en dicho sobre, pero no mil yenes, sino que son diez mil millones de yenes, esto me serviría para unas cuantas semanas. Antes de seguir fantaseando una vida de millonaria veo una nota en medio de todo el dinero. Agarro la nota y la empiezo a leer.
Agarro fuertemente aquella hoja y la rompo, estaba enojada por lo que escribieron ambos ahí. Tiro la mesa por el enojo.
—¡PUEDEN IRSE A LA MIERDA, PADRES! —grito con toda mi fuerza mientras boto los papeles de esa nota.
Agarro el dinero y voy a mi cuarto. Lo cierto que en esta familia todos nos ocultábamos cosas, si ellos tienen sus lugares donde esconder su droga yo tengo lugar para esconder mis cosas. Muevo el colchón de mi cama y veo aquella caja donde estaba mi ropa, dejó caer el colchón y me agacho para agarrar la caja -era una enorme caja-. La abro y pongo la maleta encima de la cama, seguida de ropa e interiores.
—Si ellos se van y esperan que yo me quedé aquí, están equivocados. Yo me iré, así sea debajo de un puente, pero no en esta casa de mierda. — me digo a mi misma mientras arreglo la ropa en la maleta.
Saco el arma de mi espalda y la pongo encima de la cama. Me empiezo a sacar la ropa escolar para ponerme otra, simplemente un pantalón jean y una camiseta negra con tirantes gruesos. Guardo el arma en uno de los bolsillos y meto el dinero en el bolsillo intermedio de la maleta. Esto es una mierda, mis "padres" se fueron, la policía podría estar buscándome y tendré que dejar la casa. Esta vida es tremenda mierda.
Agarro un abrigo con capucha y me lo pongo, hoy hace frío. Me pongo la mochila en mi espalda y salgo de casa, ¿a dónde? No lo sé, pero donde sea menos en esa casa.
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𝐌𝐲 𝐖𝐨𝐫𝐬𝐭 𝓐𝓭𝓭𝓲𝓬𝓽𝓲𝓸𝓷 | Haitani Ran, Haitani Rindō
Roman pour Adolescents𝙃𝘼𝙄𝙏𝘼𝙉𝙄 𝘽𝙍𝙊𝙏𝙃𝙀𝙍'𝙎; Creo volverme adicta a ustedes, como si fueran una droga. ©| Créditos de los personajes a Ken Wakui, a excepción de ___ u otro personaje que agregare conforme al desarrollo de la historia. ©| No se permiten copia...