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Quedé confundida al ver donde estábamos.

Creí que su conocido sería alguien con una casa pequeña y moribunda, pero no fue así. Esta casa era hermosa. No digo que es una mansión y así, no, es una casa blanca, de dos pisos, un techo de tejas color naranja rojizo, y un jardín pequeño pero muy bonito.

—Impresionada ¿no? — pregunta Ran con burla mientras se abrazaba a si mismo por el frio. 

—La verdad es que sí. — solté una risa  ante mi respuesta al igual que Ran. Suelto un pequeño estornudo. Ambos hermanos me agarran de los hombros y me guían debajo del tejado para refugiarnos de la lluvia.

—Esta es la casa más cercana que hay, tal vez pensabas que llegaríamos a una casa de moribundo. — soltó Rindō tocando el timbre de aquella casa. —Es un amigo extranjero, por eso su casa es algo distinta de lo normal aquí. Es agradable, nos debe un favor así que tal vez nos deje quedar. — tras decir eso tocó el timbre otra vez.

Se escucho una voz masculina diciendo "Voy" así que Rindō dejo de tocar el timbre y espero a que abran la puerta.

A los minutos la puerta fue abierta mostrando a un chico alto, delgado, con mandíbula definida, ojos rasgados de color dorado, cabello naranja, agarrado en una media coleta dejando dos mechas blancas sueltas a los extremos de su cara, también se podían distinguir unas perforaciones en sus orejas y unos tatuajes algo conocidos en sus brazos, lo cuales se notaban gracias a su camiseta de tiras. No traía pantalones, estaba solamente en bóxers, aunque casi no se notaba ya que la camisa es muy larga.

Él chico se quedó en el marco de la puerta con  una ceja enmarcada, viéndonos a los tres de a bajo hacia arriba.

—Que sorpresa, Haitanis y compañía, ¿qué los trae por acá en una noche tan lluviosa? — pregunta con un acento raro, dando una sonrisa de boca cerrada.

—Queremos que nos hagas un favor, Yuichi. — habla ahora Ran dando unos pasos adelante, quedando justo  frente a mí.

Me moví a un lado para ver que pasaba pero ahora Rindō era quien se puso frente a mí, haciéndome soltar un suspiro de frustración. Me muevo al lado de Rindō y por fin pude ver al chico.

—Díganme, soy todo oídos. — contesta cerrando los ojos mientras les daba una sonrisa que mostraba todos sus  dientes.

—Necesitamos posada por hoy. — digo llamando la atención de los tres contrarios. Los hermanos me venían seriamente y el tal Yuichi me miraba con una sonrisa.

—Te conozco, ¿no? — pregunta señalándome con su dedo índice y medio. Me encojo de hombros.

—Yo no te recuerdo. — respondo viéndolo fijamente con una mirada  seria.

—Yagami, ¿eres una Yagami? — pregunta aún con una sonrisa. Abro los ojos ante la impresión. — Acabo de acertar — dice chasqueando los dedos. Suelta un risa y se hace a un lado para que entremos —. Solamente porque ella es Yagami, sino no los dejaría entrar. — responde haciendo una señal de que entremos.

Entramos y dejamos nuestros zapatos en la entrada, quedando solo en calcetines. Los tres avanzamos más dentro de la casa, siendo yo la última.

Escucho como Yuichi susurra algo que me dejo helada por unos segundos, lo miro impresionada y él me sonríe mientras pone una mano  en mi hombro, me giña el ojo y me obliga a avanzar más adentro de la casa. Cierra la puerta de un puertazo.

—Perdón el desorden, ayer tuve una  fiesta. — suelta mis hombros y camina a la mesa que estaba en la sala. Él empieza a recoger algunas cajas de pizzas que habían ahí.

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⏰ Última actualización: Nov 06, 2023 ⏰

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𝐌𝐲 𝐖𝐨𝐫𝐬𝐭 𝓐𝓭𝓭𝓲𝓬𝓽𝓲𝓸𝓷 | Haitani Ran, Haitani RindōDonde viven las historias. Descúbrelo ahora