Capítulo 10

205 18 7
                                    

Como nunca había creído que las cosas ocurrirían, éstas se estában dando.

Como nunca pensó que Yongguk lo tomaría, él lo estaba haciendo. Lo que realmente ocurría es que sin saber por qué tenía la sensación de que Yongguk obraba cual ingenuo y a él le hacia absoluta ilusión el que lo siguiera a una aventura desconocida.

HimChan sin dudar había aplazado el boleto tres días, tres días que se fueron suficientes para que el mayor de ambos buscara al reemplazo para sus funciones en el taller, tres días en los que juntó y cobró los prestamos que le habian hecho, tres días en los que justificó sin dar vueltas su futura ausencia. Tres días en los que su nobleza le hizo abandonar absolutamente todo por algo que tan solo para su corazón era evidente, algo que su corazón le hacia sentir, porque ese niño que crecía en el vientre de HimChan era suyo sin importar nada. Era suyo porque su corazón se lo decía, se lo decía porque amaba a piel bonita y ojos gatunos. Lo amaba con toda esa inexperiencia de su juventud, con tal ímpetu que quería aferrarse a esa criatura por un amor que se le hacia difuso, incierto.

HimChan, finalmente y por su parte había aprovechado para sacar sus cosas poco a poco de casa para llevarlas a la pieza de Yongguk, para que, a la noche acordada se embarcaran juntos,  dispuestos a los desconocido. Él dispuesto a un embarazo que sí, pese a no desear llevaba, no reprochaba pero lo lastimaba. Le dolía, aun en lo profundo del corazón negaba y le humillaba, lo sentía pesado porque en algún sitio seguía significando una carga.

HimChan no dio muchas vueltas al tomar sus decisiones e incluso en aquella última noche en su casa se la pasó más tranquilo que en toda su vida. Tomó calmado una ducha y se puso ropa abrigadora que cubría su embarazo, ese que apenas dibujaba una curvita coqueta y burlona que al pasar de los días iba creciendo. Ese bebé a cada paso le hacia ver que tenía más tiempo en su vientre del que se creía y aquello, en algún momento le hacia pegar chispitas de felicidad debido a aquella explosión extraña de hormonas. Iba a tener un bebé.

Y si bien, el pasar de los días había pasado estrecho y sofocante, el ir y venir de los rumores incómodos de la población a la temporada alta de pesca y el aumento del frío hacian las cosas más complicadas HimChan mudó en secreto sus cosas a casa de Yongguk, su embarazo cada vez más notorio, cada vez más evidente, cada vez más lento el saltar por la ventana. Cada vez Himchan estaba más conciente de su pequeño.

El viaje inminente estaba a llegar aunque los boletos habían sido aplazados y HimChan lo supo, lo supo hasta el día previo de salir de aquella casa definitivamente porque en sus cajones apenas había ropa desecha, la ropa que no necesitaba y su pequeña (quizá no tan pequeña) maleta ya no estaba. No estaba su reproductor, ni aquella foto única con su madre, ni sus ahorros. Y aunque apenas unas pocas cosas faltaban ahí, ellas eran las que en aquella habitación eran "HimChan" y su pura esencia. 

....

Yongguk en su último noche en casa preparaba al fin los toques finales de su maleta y hacia las cuentas de sus ahorros, había conseguido que sus amigos pagaran sus deudas con él y que su tío le dejara marcharse y le diera un poco más de dinero. Suficiente pero no demasiado sí tenía en cuenta que llevaba la responsabilidad de un bebé en camino. Su bebé.

Y al final la noche que secretamente HimChan había llamado "de la huida" llegó, llegó con el cielo nublado y las olas un poco revueltas, el choque del agua contra el embarcadero mojandole las mejillas apenas llegar a por el barco que se movía al ritmo del mar, bajando y subiendo por la marejada. HimChan temblando un poco y Yongguk con la mandíbula apretada llevando pesadas maletas, la suya y la de HimChan a cada brazo, mientras que el menor llevaba apenas pequeñas maletas con papeles y cosillas diversas, para nada pesadas.

Ambos se embarcaron a tiempo justo y consiguieron sentarse juntos, apretando sus pertenencias y los labios, los ojos de HimChan húmedos, aguados. La garganta adolorida y le picaba.

Ya está -le dijo Yongguk al verle por el reflejo del cristal mojado a pequeñas gotas de agua marina. Se relamió los labios nervioso... Que cosa más incomoda.

Ya sé -Recibió de vuelta y un abrazo fuerte fue dado. HimChan acurrucandose contra él e inhalando desesperado su aroma... Tenía nauseas

Ya, ni lo menciones... Vamos a estar bien -Dijo para el mejor en un susurro y le beso el cabello por encima, delicado, cálido. HimChan olía bien.

Vamos a estarlo -añadió ojos bonitos, convenciendose de aquello a las fuerzas, convenciendose de algo de lo que no estaba seguro pero que amaba creer.

El barco puso los motores en marcha y lentamente avanzó por las aguas agitadas, moviendose de un lado a otro por la marea de un lado a otro en medio de la noche y el frio viento. Cada vez más acercando a dos jóvenes a su destino, nueva vida. Todos tan ajenos y tantos tan participes, quizá a cada temblor y latido. Quizá debieron hacerse promesas porque ahí en medio del barco, ahí aquellos adolescentes juntos, a un nivel que muchos no creen posible un pequeñísimo bebé se regocijaba de gusto, pequeño bebé se movía y se sentía protegido.

Pequeño bebé crecía a su ritmo.

Whit You (Banghim)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora