Capitulo 13

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~ P.O.V Emily ~
Estaba totalmente incomunicada con el mundo exterior, incluso creí haber perdido la noción del tiempo, de no ser por el hecho de que en la mañana todo permanecía silencioso no habría sido capaz de diferenciar la noche del día y por lo tentó no sabría cuánto hacía que llevaba encerrada.
Al menos debió de transcurrir una semana y media.
Jamás perdí la esperanza de que Óscar viniera por mi, solo que sabía que le iba a tomar tiempo, después de todo cuando fui secuestrada a penas si comenzábamos a escabullirnos dentro del hogar del duque de Orleans, no habíamos descubierto nada que nos llevara a la guarida del caballero negro.
Seguramente este suceso había conducido a Óscar a una búsqueda mucho más apresurada.
No me encontraba tan descuidada, si, estaba sucia, mas me pasaban comida por la rendija de la celda. La cual al principio rechacé.
Era de mi conocimiento el hecho de que la comida podía tener veneno.
Si en verdad me querían muerta por mucho que el caballero negro hubiera dicho lo contrario sería una manera eficaz de matarme, puesto que en su mayoría el veneno era impalpable, no poseía ningún olor que fuera característico y aunque tuviera color este se podía perderse fácilmente al ser mezclado.
Ni aunque el dicho líquido me matara de una manera pacífica no lo haría, no me dejaría matar de una manera tan absurda.
Exigí que alguien la probara antes de ingerirla, al principio se negaron, dijeron que me podía morir de hambre.
Una vez se atrevieron a darme una cachetada por ser tan melindrosa, mas su jefe me quería con vida por lo que aceptó mis demandas.
Antes de comer alguien siempre probaba mis alimentos.
Casi no dormía durante el día que era el momento en el que menos vigilancia tenía.
Buscaba algún punto débil de la celda que no fuera tan obvio. Algún tornillo mal colocado en la cerradura, que se les olvidará la llave cerca o un ladrillo muy flojo.
En una noche de desesperación pensé en noquear al joven que me traía comida en el momento que abría la puerta y echarme a correr por el pasillo hasta dar con la salida, pero era demasiado arriesgado. Me volverían a capturar porque no sabría a donde ir y esta vez me colocarían en una celda que ni siquiera tuviera una rejilla por la que recibía el húmedo aire del pasillo.
Moriría asfixiada.
Comenzaba a impacientarme y desesperarme. No parecía que había manera lógica de huir de este lugar.
Con lo destartalados que se encontraban mis vestimentas por mucho que estuvieran hechas de finas telas no lograría camuflajearme con las nobles que frecuentaban el Palais Royal.
Una noche que ya me había dado por vencida me tumbé en la cama contemplando el techo mientras escuchaba el caer de las gotas contra el piso, las llamas danzando en las antorchas y algunos insectos caminando.
Mi propia respiración era mi única compañía hasta que avanzando por el pasillo logré reconocer el sonido de unas botas.
Inmediatamente me levanté de mi cómoda posición y di un suspiro de frustración.

- no tengo hambre - mencioné en un tono grosero.

Ni porque me mantuvieran con vida evitaría que los tratara mal, después de todo me habían robado mi libertad.

- era de esperarse Emily - la voz del chico me parecía inmensamente familiar, más tras soltar aquella irónica risita.

Él no era uno de los secuaces o subordinados del caballero negro, ellos no conocían mi nombre y aunque lo hicieran se referían a mi como la americana o la entrometida, incluso alguno de ellos me llegó a llamar la amante del perro de la reina.
Ese si me hizo enfurecer en su momento.
Ansiosa por descubrir la identidad del joven me paré velozmente de la cama y me acerqué a rendija.
Al principio solo vi una sombra que supuse que era de un noble, pues portaba un saco y los únicos que me conocían eran de aquella clase.
La silueta fue acercándose hasta que pude reconocer sus rizos que llevaba sueltos.
Evité soltar un grito de emoción. ¡Era Girodelle! Estaba completamente segura de que se trataba de él.
Antes de abrir la boca pronunciando su nombre aguarde a que quedara frente a mi.
Se encontraba vestido como si asistiera a la corte con un saco de color purpura con botones de perlas, una camisa de seda de color blanco con un cuello de olanes que en tenía un moño de color negro, para cubrir la camisa llevaba un chaleco negro y unos pantalones púrpura, acompañados de unos zapatos del color del moño.
Su rostro con facciones finas ayudaba a que luciera aquella ropa de manera espectacular. Lucía verdaderamente guapo.
Hacia tanto tiempo que no lo veía que lo que quería hacer en aquel momento era correr a abrazarlo y quedarme un largo tiempo así con él, después de todo era la primera cara que veía que no era parte de una pesadilla.
Ambos nos quedamos estáticos contemplando nuestros rostros por un tiempo que pareció infinito, a pesar de estar detrás de la una puerta de metal parecía realmente aliviado de haberme encontrado.
Una sonrisa que apenas era perceptible se posó en sus labios.
Ninguno encontraba las palabras correctas para iniciar una conversación en aquel momento.

Quizá en otra vida (Lady Oscar) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora