Capitulo 21

131 20 12
                                    

~P.O.V Óscar

Habían transcurrido ya un par de meses.
Mi mente a veces continuaba pensando en si habría alguna manera de poder ayudar a Rosalie con aquel problema, sin embargo tras que el pasar de los días se me complicaba el poner en marcha un plan, sin contar que de seguro sufriría un castigo por parte de mi padre e incluso por parte de la reina, que por mucho afecto me tuviera no me perdonaría que se escapara un criminal como él.
Así que lo único que me quedaba para evitar que mi amiga terminara cometiendo alguna estupidez, era mantenerla ocupada con cualquier asunto que saliera y por suerte últimamente habían demasiadas cosas que hacer en la mansión.
El compromiso de Emily no tardó en darse a conocer en todo el terreno, puesto que la siguiente semana después de que Girodelle pidiera la mano de Emily arribó un mensajero con una carta dirigida a mi padre arribó. El mensajero era de parte del marqués de Lafayette y en esta se informaba todo acerca de lo que el conde y él discutieron.
Mi padre en cuanto lo supo se entusiasmó por Emily, pero no podíamos decir lo mismo de mi, ni de André. Mi amigo solamente la felicitó por cortesía, mientras que yo tuve que fingir una sonrisa y abrazarla por esto.
Durante aquellos momentos me era imposible no pensar en que de esta forma también la perdería. Se marcharía a vivir con su nuevo esposo en cuanto se casara y aunque la vería con mucha frecuencia, no sería lo mismo que tenerla junto a mi todo el día.
¿Y que sería de lo nuestro? No creía me fuera posible besarla y acariciarla en una casa ajena sabiendo que era la esposa de uno de mis mejores amigos que confiaba extremadamente en mi.
Me sentiría y sería la peor persona del mundo.
Aunque no supiera con certeza qué acontecería con nosotras me hice a la idea de que era mejor tenerla cerca a no saber siquiera si la volvería a ver alguna vez.
Desde ese entonces todo había sido muy caótico, desde la cena donde el marqués de Lafayette, el conde de Girodelle, sus padres y los míos se reunieron para hablar sobre la futura boda, hasta el día de hoy que sería finalmente el anuncio del compromiso frente a la corte.
La fiesta fue muy discutida entre mis padres y los del conde, ya que el mío les había asegurado que sería espectacular e inolvidable al ser el primer casamiento entre un noble y una americana de buena familia y de buen apellido, también porque era la mansión de los Jaryayes, la familia que había servido por generaciones como protección para sus majestades, sin embargo los padres de Girodelle alegaron que al no ser ningún tipo de familia directa de la novia, ni siquiera sus protectores oficiales debía de llevarse a cabo el evento en la mansión de los Girodelle. Al final ellos ganaron, pero eso no implicaba que nosotros tendríamos menos ocupaciones.
Para ser más exacta Girodelle nos pidió llegar a primera hora de la mañana a la mansión. La cual estaba cruzando Paris, para salir hacia la parte sur del reino.
Partimos tan de madrugada que a todos nos era imposible no soltar un bostezo durante todo el camino.
Más Emily, ya que a ella la arreglaron de manera simple, pero eso no implicaba que no trajera puesto un corset desde las cinco de la mañana. Su rostro lucía algo cansado a pesar del rubor y el leve labial rojo en sus labios, igualmente su cabello no estaba tan peinado como debería de haberlo estado, pero a pesar de eso lucía muy linda.
De no ser porque mis padres viajaban en el mismo carruaje que nosotras, la habría abrazado.
Vi en el momento justo en que su mirada se encontraba posada sobre mi, así que únicamente le dedique una sonrisa de contrabando.
Volví mi vista a la ventana apreciando como la urbanidad retornaba a ser bosque; lo cual implicaba que ya nos encontrábamos cerca de la mansión de los Girodelle.
Solté un largo suspiro. Estaba al tanto que cualquier cosa que ocurriera en aquella noche y cualquier palabra que se dijeran no podría evitarlas, de modo que me resigne a aquello.
Finalmente pasamos las rejas negras de la mansión dejándonos apreciar una fachada similar a la de mi hogar, salvo que era más oscura. La casa no contaba con una fuente, sino con un espejo de agua y en las escaleras principales se podrían apreciar que habían colocado algunas rosas para la recepción de Emily.
Ya se encontraban algunos sirvientes en la entrada y en cuanto el carruaje paró frente a los escalones principales pude ver al conde de Girodelle, a su madre, que era una mujer rubia y de rizos similares a los suyos y al otro lado del joven estaba su padre. Un hombre cuyas facciones eran idénticas a las de él, mucho más robusto, pero con una mirada mucho menos severa que la de mi padre.
André quien iba flanqueando el carruaje abrió la puerta y le ofreció su mano a Emily, quien sería la primera en descender.
Emily tomó una bocanada de aire previamente a aceptar la ayuda de André, este le sonrió de manera que pudiera calmarla y con la mayor educación posible ella bajo los escalones y se colocó frente a las escaleras dándonos espacio para acompañarla.
Mis padres se colocaron a su lado izquierdo, Rosalie detrás de ella como si fuera su dama de compañía y yo me puse en el derecho y entrelacé mi brazo con el suyo dando a entender que yo la estaba protegiendo.
Antes de indicarle acercarse, la madre de Girodelle analizó a Emily de pies a cabeza. Su padre no le dio tanta importancia al asunto e inmediatamente le dio una cálida sonrisa.
Girodelle no paraba de observarla, sus ojos brillaban y una sonrisa se dibujó en sus labios.
A continuación le indicaron a Emily que se aproximará y yo la escolte hasta la cima de las escaleras. Ya ahí, el padre de Girodelle la recibió con una abrazo dándole la bienvenida a la familia.
Esto relajó el ceño de Emily, incluso el abrazo la tomó por sorpresa, provocando que me volteara a ver mientras que esto sucedía.
Nos recibieron haciéndonos pasar al interior de la mansión. Adentro se podían ver sirvientes corriendo de un lado a otro con ornamentos como flores y demás para colocarlos cerca de los ventanales o en el salón donde se llevaría a cabo el baile.
No tenía la menor idea de si habían tenido en cuenta los gustos de Emily para todo esto, pero aún así me parecía lindo y esperaba que a ella le agradara.
Finalmente el tiempo pasó mucho más rápido tras el desayuno y para cuando menos lo pensé ya era tarde, lo que significaba que ya era hora de que todos comenzáramos a arreglarnos. A continuación, Girodelle sera quien entraba y se acercó a mi para guiarnos a nuestras habitaciones por el día de hoy.
La mía resultó que estuba contigua a la de Emily, la cual era un poco más espaciosa que la mía y la luz contaba con una mejor posición.
Rosalie, era quien entraba y salía apresuradamente de la habitación de la pelirroja, puesto que desde hacía algunos meses ella se había ofrecido para ser como su dama de compañía. Me gustaba que ambas se hubieran vuelto amigas, muy a pesar de lo que hubiera ocurrido cuando casi pierdo a la americana.
Sabía que Emily iba a demorar en quedar lista. En cambio yo, no necesitaba mucho, llevaría mi rubio cabello suelto como siempre (si, nunca me volvería a vestir de mujer). Lo único distinto es que portaría el uniforme de gala. El cual solamente había usado en otra ocasión, pero al ser ella de quien se trataba todo esto no me cabía duda que valía la pena. Aunque estuviera consciente de que probablemente no bailaría esta noche con ella.
A veces, solo a veces hubiera querido ser verdaderamente un hombre. Así esta no sería la fiesta de compromiso entre Girodelle y Emily, se trataría de mi fiesta de compromiso con Emily. Ya le podría haber revelado al mundo lo mucho que la amaba e inclusive en un pasado jamás hubiera dejado marchar a Rosalie. Solté un suspiro contra la almohada a lado de mi y por fin tras encarcelar todas mis emociones fingiendo felicidad por la americana pude notar que estaba molesta y no solo molesta, tenía celos y estaba triste, sin embargo, no podía llorar por miedo a que alguien entrara sin previo aviso, así fuera André. Si me viera llorando me sentiría tan frágil, mas ¿estaba bien que me desahogara, no? después de todo era casi como que se hubiera enamorado de alguien más. De cualquier forma, no lloré, simplemente me quede dormida un rato para evadir nuevamente todo aquello con lo que no podía lidiar.
Terminé perdida en el mundo de los sueños por mucho que no lo quería. Me encontraba atrapada en una ilusión donde me hallaba en un bosque, era tan familiar que no podía ser otro más que el de mi propio hogar,
Estaba montada en César. Al principio resultaba estar sola, pero al pasar de los segundos de reojo vi a Emily en su yegua negra, se detuvo para sonreírme, recuerdo haberle dicho algo y ella simplemente asintió aún con una sonrisa en su labios, mas un golpeteo en la puerta seguido de la voz demandante de André me hizo despertarme.
El golpeteo era incesante, pero me quedé unos minutos analizando el techo de mi cama, para finalmente comprender lo mucho que me dolería esta noche.

Quizá en otra vida (Lady Oscar) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora