Angel de la guarda

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Una punzada del dolor que me atravesó desde la pierna por todo el cuerpo me obligó a abrir los ojos, con un grito en la boca y tan perdida que no sabía ni siquiera que pensar, el grito llenó mis pulmones y rebotó en las paredes no sabía en dónde estaba y me cabeza daba vueltas, pero todo cayó en su lugar cuando vi a Gandia, estaba al otro lado de la habitación sobre mi sangre gritándole a una persona; en mis oídos había un pitido que evitaba dejar pasar cualquier otro sonido aparte de mi pulso que martillaba mi cabeza en cada latido, mi visión era tan borrosa que me mareaba solamente al intentar enfocar un objeto es específico, la bruma que empañaba mis pensamientos evitaba que me pudiera concentrar en cualquier cosa pero otro punto de dolor obligó a voltear a ver a la mujer con una mueca de desagrado en el rostro mientras me apretaba mi vendaje de la pierna izquierda se veía que no estaba feliz por lo que hacía, y realmente a mí tampoco me gustaba la idea, al parecer ella no hacía caso de mis gritos que expulsaban mis pulmones y hasta soltaba media sonrisa ante cada gemido entrecortado, podía sentir cómo mi cerebro comenzaba el reiniciarse pues finalmente pude escuchar los gritos de Gandia y el otro tipo que al parecer era el jefe al mando.

- No tienes autoridad para decidir eso - gritaba el señor con el rostro lleno de furia.
- Ni tú tampoco, te recuerdo que nuestra misión es matar a todos los atracadores-decía Gandía a gritos.
- Y lo haremos pero cuando tengamos una puerta de salida lista ya que los altos mandos nos han abandonado aquí, estamos solos y ella es nuestra mejor oportunidad -
- Ella es un maldito peligro, ya mató a muchos de ustedes-
- Crees que lo he olvidado, ¿para qué crees que...-Dejo de gritar en un instante al mismo tiempo que se llevaba una mano a la oreja.
- Su compañera está haciendo tratada lo mejor posible, tiene varias heridas de bala y no estamos del mejor humor como para ponerle anestesia profesor, le recuerdo que ella fue quien mató a nuestros compañeros-un silencio incómodo se abrió camino en la habitación hasta que de nuevo hablo-cada quien está haciendo su trabajo ¿no es así? así que haremos el nuestro, no se preocupe, por ahora no la mataremos, pero eso no puede seguir así por mucho tiempo, ohhh y Ella es nuestro escudo ahora, si intentan algo ella es quien recibe el daño, así que tenga en cuenta eso cuando quiera venir por ella - dijo mirando en mi dirección cruzando nuestras miradas-ella está despierta en este momento, se la pasaría pero se ve muy ocupada gritando-silencio mientras escuchaba con atención - ¿sus gritos no son prueba suficiente de que está viva? ¿Qué más necesitas? -  Dijo sonriendo mientras se acercaba, se quitó el audífono y me lo coloco-papi quiere hablar contigo no hagas ninguna tontería y no te mataré- fue ahí cuando lo escuché.
- Tokio-
- Profesor-contesté y sin poder evitarlo mis ojos se llenaron de lágrimas.
- Tokio ¿estás bien? -
- Si estoy bien mi enfermera está molesta conmigo porque maté a algunos de sus amigos pero estoy bien- El rostro de la mujer se contorcionó en una marca de dolor al tiempo que metió su pulgar justo en la herida empujando lentamente entre la sangre, el dolor era como si me hubieran quemado los nervios descubiertos lanzándome unas punzadas de dolor a mi cerebro, borrando mi visión y todo el aire en mis pulmones que desapareció en un grito agónico.
- Tokio, Tokio, Tokio por favor no hagas que te lastimen y mantente quieta aguanta por favor que vamos a ir por ti - pero yo solamente pude responder con un gemido entrecortado evitando la sonrisa de todos a mi alrededor, el que estaba al mando me quitó el audífono antes de poder seguir escuchando.
- Vamos lindura pórtate bien y serás una buena carnada para todos - me dijo con una sonrisa, me coloco un pañuelo en la boca en modo de mordaza y antes de poder hacer nada me taparon los ojos.

Rio.
Estaba viva, era lo único que importa ella estaba viva, Rio intentaba de repetir esa frase una y otra vez en su mente para tranquilizarse, pero no podía quitar de su cabeza  el rostro de Tokio cuando había aceptado que iba morir con el a su lado, maldita sea no podía quitarse de la cabeza la cara de Tokio deformada de dolor por el disparo de Gandía, por más que intentaba no podía pensar en otra cosa más que eso.
Estaba caminando y sin saber realmente a donde ir, su cabeza solamente podía ver la última sonrisa de Tokio y pensar en que le estarían haciendo en este momento, a lo lejos podía escuchar sus gritos pero no podía hacer nada por ella, fue ahí cuando pudo escuchar algo más que sus gritos fue como si hubiera salido del agua.
- ¿río en dónde estás?- gritaba Denver por el audífono.
- Yo...-Dijo balbuceando mientras miraba a su alrededor,-en el piso debajo de Tokio en el pasillo este - dijo en un susurro sintiendo que de nuevo estaba apunto de perderse en sus pensamientos.
- Río-escuchaba al profesor pero él era incapaz de responderle-Rio escúchame, la vamos a recuperar, Tokio va a estar de nuevo con nosotros pero necesito que te muevas, tienes que ayudarnos a recuperarla-
- Ella...-Logró decir con un nudo en la garganta, a lo lejos escuchaba pasos corriendo y apareció Denver justo enfrente de él cruzando miradas sorprendidos, fue cuando Río no pudo controlarse más-ella quería explotar - le dijo a Denver con la voz desesperada y llena de dolor, pero este solo pudo estremecerse ante la idea -intentó explotarse para matar a Gandia y a los otros, quería matarse para ayudarnos, pero ella estaba llorando, Tokio... Tokio estaba temblando con una sonrisa cuando se despidió...ella se despidió, pensaba que iba a morir, estaba demasiado lastimada y yo...yo...-comenzó bucear entre llantos y en estado de shock, no podía comprender lo que había sucedido su cuerpo temblaba y Denver solamente lo veía sin palabras tampoco podía creer lo que había sucedido, no quería creer que Tokio estaba...Estaba en la cuerda floja y ellos no tenían ni idea de cómo estaba.
Denver se acercó en un par de zancadas y lo abrazó fuertemente mientras que los dos se hundían juntos llorando por Tokio.
- vamos a ir por ella, tiene que estar bien, es Tokio, estará bien- y cada palabra de Denver estaba llena de enojo.

LA CASA DE PAPEL. 5.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora