Capítulo 2

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—Sí, abue, sé cuán orgullosa estás de mí. —Luke estaba sentado en su habitación. Todo estaba silencioso, excepto por la voz de Michael, quien maldecía por el videojuego en el que perdía épicamente—. Sí, abue, también te amo. Está bien, vale, adiós.

Luke se tiró en su cama, exhausto por todas las llamadas que había estado recibiendo de miembros de su familia.

—¿Cómo pude permitir que Calum me metiera en esta situación, Michael?

Michael pausó el juego.

—Bueno, en primer lugar, nunca aprendiste a decirle que no.

Luke levantó la vista y miró con furia a su amigo, quien tenía una mirada petulante en su rostro. Michael usaba ese día un pantalón de franela rojo y negro, el cual Luke le había dado de cumpleaños, y su cabello era de color morado y negro. Decir que Michael era único era una sutileza; sin embargo, siempre conseguía ser un buen amigo.

—Bueno, gracias por el apoyo, Michael. En verdad lo aprecio —respondió, el sarcasmo empapando su voz.

—Oh, no te preocupes, amigo, cuando me necesites, sólo pregunta —dijo Michael y regresó su atención a la pantalla del televisor.

Luke puso sus ojos en blanco, aunque sabía que Michael no podía verle hacerlo. En un principio, lo había invitado para que le ayudara a empacar para el viaje, lo cual Michael había rechazado con amabilidad. No obstante, en cuanto mencionó que tenía el nuevo Play Station 4, escuchó a Michael tocar a la puerta en cinco minutos. No era necesario decir que no había sido de mucha ayuda en cuanto a empacar se refería, porque todo lo que parecía hacer era entretenerse con el jodido juego.

—¿Y si le digo a Calum que estoy enfermo y que no puedo ir? —Preguntó Luke en voz alta.

—No, sabrá que mientes.

—¿Qué tal si me escondo en tu casa?

—No puedes. Mi familia está ahí y el lugar está bastante agitado —dijo Michael apagando el televisor. Se levantó del suelo y pronto tomó asiento al lado de un Luke angustiado.

Para ser honesto, a Michael no podía importarle menos toda la situación. Pensaba que Luke debió haberle dicho a Calum que no, pero al parecer Luke no sabía cómo pensar por sí mismo, por eso Michael no sentía simpatía por él en lo absoluto. En realidad pensaba que la situación era bastante cómica, pero por supuesto que no iba a decirle eso a Luke. Michael valoraba su vida.

—¿Qué hacen ahí? —Inquirió Luke, de verdad curioso por la situación en casa de Michael.

—Oh, bueno, obviamente por la Navidad, y porque su casa fue asaltada por bichos. —Michael se estremeció al pensar en insectos trepando por todas partes. Era suficiente para hacer que su corazón comenzara a latir más rápido.

—Bueno, eso apesta —dijo apoyándose sobre sus codos—. Michael, de verdad no quiero ir.

—Lo sé —dijo Michael jugando con sus Doc Martens negros—. Pero sólo ve y acaba con eso de una vez, ya dijiste que sí.

Ambos callaron y Luke comenzó a sopesar todo lo que podría decir para escapar de esa horrible situación. Pero no podía evitar culparse a sí mismo por no decirle a Calum que no en primer lugar. Además, esta situación se intensificaba hasta volverse algo mucho más grande de lo que realmente debería ser. Luke ha estado recibiendo llamadas de cada familiar en que pudiera pensar, y todos lo felicitaban por salir del clóset. Si sólo pudiera decirles que todo era solo un mal chiste pero, por supuesto, no podía. Al menos no todavía. Aunque estaba extremadamente enojado por la situación, no podía evitar querer seguir con el plan por Calum. Sentía esta indeseada necesidad de ser leal y de apegarse a este plan solo por la tierna forma en que Calum le sonreiría cuando le agradeciera. Todo valdría la pena solo por eso, solo por Calum.

La Cabaña -CakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora