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A MinHo le temblaban ligeramente las manos por los nervios cuando entró a la casa de sus padres, mirando todo alrededor como si nunca hubiese vivido ahí.
 
Era un lugar lindo, que constaba de dos pisos; en la parte de arriba había tres habitaciones donde sus hermanos y él durmieron desde siempre antes de ir a la universidad. En la planta baja estaba la amplia sala de estar decorada con tres sofás esponjosos de color beige cubiertos por mantas delgadas para que no se ensucien, un comedor ovalado de seis sillas cerca de la pared llena de cuadros de cuando eran pequeños. También había un librero pequeño, lleno de enciclopedias gruesas y libros de inglés que nadie leyó nunca. Después estaba el enorme mueble donde descansaba una mediana televisión de plasma y dos grandes bocinas a los costados, adornos que su madre había puesto como lo eran floreros delgados con flores artificiales y un par de figuras de acción de ellos.
 
Luego estaban las paredes blancas ya un poco sucias, pareciendo tener un color más gris tirado a amarillento que no se veía mal. Las escaleras frente a la entrada cubiertas por una larga cortina de colores otoñales entre marrones y anaranjados, que también ocultaba el pasillo hacia la cocina y la habitación de sus padres. Al costado derecho había una puerta blanca, donde guardaban los zapatos cada vez que regresaban a casa, por lo que MinHo se quitó los suyos para ponerse esas infantiles pantuflas de conejito que su madre les había comprado a los tres hace un par de años.

Era hogareño en realidad, todo el lugar daba una cálida sensación familiar. No tenía lujos excesivos, pero estaba decorada con cosas lindas que lo hacían un lugar bonito de ver. Su familia no tenía demasiado dinero, pero tenían lo suficiente para vivir decentemente gracias a los esfuerzos de sus padres. Su padre era deportista en sus años jóvenes, pero se tuvo que retirar debido a una lesión en la pierna que con el tiempo no puro curarse del todo; luego estaba su madre, que era pediatra.
 
La razón del porqué estaba ahí era simple, su padre le había enviado un mensaje pidiéndole que vaya porque tenía algo importante que hablar con él. No sabía qué podría ser, pero tenía algo en mente. Solo esperaba que no fuera algo malo para poder regresar lo más pronto posible, pues tenía una cita con JiSung en una hora que no podía perderse por nada.
 
— Hijo — la voz de su padre le llamó cuando se asomó por la cortina que ocultaba el pasillo, teniendo en manos una cacerola llena de comida. El hombre le sonrió con cariño, y MinHo se apresuró a sostener la comida para dejarla en la mesa debido a que su padre no podía forzar su rodilla demasiado —, no te esperábamos aquí tan pronto.
 
— Uhm... dijo que tenía algo importante que decirme, así que vine lo más rápido que pude.
 
— Oh, MinHonnie — su madre apareció también, con sus manos llevando los platos que usarían para comer —. ¿Ya comiste, bebé? Ven, siéntate con nosotros, ya vamos a comer.
 
— Ah, no, está bi-

— No, no, ven aquí — la mujer interrumpió tomándolo del brazo para obligarle a caminar y sentarlo como un niño pequeño en la mesa, pellizcándole la mejilla después —. Mírate, estás muy flaco, tienes que comer más.
 
— Mamá...
 
— Sin peros — sentenció con ese tono de voz que dejaba en claro que no había discusión, por lo que MinHo terminó por aceptar, aunque hubiese querido comer algo con JiSung después.
 
Su madre le sirvió algo del estofado que había hecho, acariciándole los cabellos antes de dejarle un beso en su frente, mimándolo como a un bebé. MinHo no se quejó en voz alta, porque conocía a su progenitora y sabía que debía dejarse hacer si no quería recibir un regaño. No fue malo en realidad, había extrañado la comida casera de su madre, así que la disfrutó con gusto entre una plática amena con ambos sobre las cosas que habían estado sucediendo hasta entonces.
 
Cuando terminaron de comer, su padre le pidió que le acompañara al jardín, donde ambos se sentaron en los largos columpios de madera colgando en la parte trasera de la casa, sintiendo el aire fresco recorrerles los cuerpos. Hubo un pequeño silencio, donde MinHo jugueteó con su cabello un tanto nervioso, tratando de adivinar qué se suponía que su padre quería hablar con él. Y no tuvo que preguntar, ya que el hombre se giró a mirarle y con voz cautelosa dijo:
 
— Tu entrenador me llamó.
 
— Oh... — suspiró cansado, sintiéndose mitad aliviado mitad tenso. Porque si hubiese sido algo referente a JiSung, quizás habría estado en problemas muchos más grandes.

Kiss me like nobody's watching || MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora