Jude es el mejor estudiante de su generación con un promedio perfecto, pero su tranquilidad es interrumpida cuando un chico nuevo llega a su clase y solo con su presencia será capaz de arruinar su perfecto promedio.
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Axel estaba esperando fuera de la oficina del director. No había hecho nada malo o al menos hasta donde él sabía. Lo habían sacado en medio de las clases de matemáticas, por lo que para él no era tan malo.
—Joven Axel, puede pasar —le dijo el viejo hombre.
Axel se sentó frente a él y esperó a que este hablara.
—He visto tus mejoras en la mayoría de las áreas e incluso la profesora de literatura me ha comentado de lo feliz que está de tener un alumno tan brillante —le dijo con una gran sonrisa en el rostro—. Entonces quería retirarte el castigo, ya no es necesario que vayas a ayudar a los de la directiva. Ahora preocúpate en tus clases y en tu club.
Axel no sabía si sentirse feliz o desanimado. Le gustaba ver a Jude hablar con el resto de la directiva cada viernes, pero también le alegraba poder tener más tiempo libre.
—Muchas gracias, director —se despidió Axel levantándose de su sitio.
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Jude y Axel regresaban a sus casas como de costumbre. Axel aún no le había comentado sobre lo que el director le había dicho, ya que no sabía cómo lo tomaría.
—Jude —volteó a verlo—. El director me dijo que ya no es necesario que vaya a ayudarlos en la directiva.
—¡Me alegro por ti! —aunque Jude hizo el esfuerzo por sonar feliz se sentía aquella tristeza en su voz—. Estás feliz por eso, ¿no?
—Un poco, aún quiero ir a verte —admitió Axel con vergüenza.
—Podemos seguir viéndonos después de clases. Cuando termine mis reuniones y tú termines tu club podemos quedarnos un rato en la biblioteca y de paso estudiar un poco.
Y así fue. Al comienzo solo se quedaban los viernes, donde Jude intentaba explicarles los temas de la clase a Axel, aunque este estaba más concentrado en verlo que en escuchar lo que decía.
