Jude es el mejor estudiante de su generación con un promedio perfecto, pero su tranquilidad es interrumpida cuando un chico nuevo llega a su clase y solo con su presencia será capaz de arruinar su perfecto promedio.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Axel estaba en la oficina del director rogándole que le entregara su libreta de dibujos. Le explicó el significado que tenía para él cada trazo, cada dibujo, cada escrito. El hombre le dio una mirada cálida y se la devolvió.
-Solo me quedaré con esto -dijo arrancando la página donde Axel había dibujado al profesor de matemáticas.
-No sabe cuánto se lo agradezco, señor director.
-Intenta no meterte en problemas de nuevo.
-No prometo nada -se despidió sin más.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La última semana Jude estuvo desaparecido, no literalmente, pero había momentos en los que Axel simplemente no podía encontrarlo. Solo lo veía en las clases, no lo veía en el almuerzo ni a la hora de salida.
Cansado de quedarse con la duda fue a preguntárselo a Luke, que estaba comiendo en alguna mesa de la cafetería con otros amigos.
-Uhm... -Axel dudó si debía interrumpir.
-¿Qué pasa? -Luke volteó a verlo.
-¿Sabes dónde está Jude? Es para una tarea -mintió.
-Debe estar en la biblioteca estudiando. Si vas para allá, vigila que esté comiendo al menos.
-Está bien, gracias Luke.
Los exámenes eran el lunes, por lo que no era de sorprenderse que Jude estuviera estudiando como un loco.
Entró a la biblioteca y estaba prácticamente vacía, si no fuera por Jude. Al parecer estaba leyendo algo muy importante, ya que ni lo notó cuando se paró enfrente suyo.
-Jude~ -le susurró Axel al oído.
Lastimosamente Jude estaba demasiado concentrado para notarlo. Si en verdad quería que lo notara debería hacer algo que le moleste.
Sin pensarlo dos veces lamió la oreja de Jude, haciendo que este se sobresaltara y por puro impulso lo golpeara en la cabeza con el libro.
-¡Me golpeaste, insolente! -exclamó Axel, sobándose la cabeza.
