Capítulo 4

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- Entonces...

- Entonces... ¿Qué?

- ¿Qué es lo que van a hacerme? 

- Nada malo, solo unas pequeñas pruebas, no te preocupes.

Harry bufó, era obvio que no lo creía.

- ¿Qué clase de pruebas?

- No lo sé.

- ¿Qué pasaría si me negara?

- No quieres saber.

- De hecho sí, sí quiero.

- No te lo diré.

- ¿Por qué demonios no?

- Es confidencial.

- Bien... ¿Ni siquiera una pista?

- Ya cállate y acuéstate ahí, Potter, vamos a empezar el procedimiento, no debería tomar demasiado tiempo - bufó el soldado.

- Muy bien - habló uno de los hombres con bata blanca acercándose a Harry - te explicaré lo básico, te haremos una serie de pequeñas inyecciones en ciertas partes del cuerpo que te permitirán adquirir habilidades, como un aumento de fuerza, velocidad y resistencia, así como de todas tus cualidades significativas. Un efecto secundario puede ser el hecho de que cambiarás físicamente - paró y otro hombre siguió explicando.

- Esta fórmula fue creada para personas de tu edad, así que el cambio no será radical y no afectará tu desarrollo futuro de ninguna forma más allá del hecho de que lo amplifica - siguió explicando el hombre mientras Harry se acostaba en la camilla y comenzaba a amarrar sus manos y piernas con ligas especiales - estimo que tu altura se incrementará quince centímetros ahora y que irás creciendo de dos a cinco centímetros por año hasta tus diecisiete años - explicó.

- ¿Listo? - preguntó el soldado con su usual máscara de indiferencia.

- No - respondió Harry luciendo más serio que nunca.

- Bien, procedan - indicó otro de los hombres de bata, pareciendo complacido con su respuesta.

El agua caía por su cabello azabache con desorden y bajaba por su perfecta cara, con las gotas moldeando los contornos de su nariz y labios. La cascada bajaba por su pálido cuello y llegaba a su torso y brazos, igual de pálidos pero con alguna que otra cicatriz sin importancia.

La paz que sentía, la quietud, el silencio, la tranquilidad... eran  cosas que nunca creyó que lo relajarían, pues anteriormente había asociado estos sumamente tenebrosos factores al miedo y a la calma antes de la tormenta, así que estar en ese entorno, sintiendo el agua caliente bajando por su piel y el leve vapor que desprendía inundando sus sobre desarrollados sentidos era una experiencia extraña, tanto que incluso había llegado a sospechar de la veracidad de los hechos que había vivido desde el veinticinco de agosto, cuando había escapado, pensando que habían jugado con su mente y sus recuerdos... de nuevo.

Pero no quería deprimirse ni tener esa clase de pensamientos, en cambio, se concentró en algo más reciente, más emocionante, su amada familia. Cuando había partido hacia Londres para tomar el tren a la escuela, había pensado en ellos, preguntándose si sus reacciones en realidad serían como él las imaginaba, lo fueron, algo secretamente decepcionante para él, pues había esperado, al menos por un momento, que cuando lo vieran le pidieran perdón, lo miraran con arrepentimiento, que su hermano tratara de llevarse bien con él. Pero eso no había sucedido, había pasado justo lo que él había pensado que pasaría y eso, muy en el fondo, había roto su corazón.

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