Capítulo 5

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Lo ocurrido en la noche de Halloween había traído más consecuencias de las que podía haber previsto. Algo que sin duda lo había sorprendido más que cualquier cosa fue el hecho de que Daphne parecía más apegada a él, algo ilógico, pensaba, pues lo había visto matar a sangre fría. De acuerdo, era un troll, pero de igual manera estaba muerto por su culpa.

No es que a él le hubiera importado matar a la bestia, solo era una vida más en su consciencia, pero, a diferencia de las anteriores, esta no pesaba. Lo que sí le había importado desde el momento en que lo hizo fue que Daphne lo había visto y por eso había una probabilidad muy alta de que se alejara de él, pero, contra todo pronóstico, ocurrió lo contrario y, sutilmente, la niña se convirtió en su mejor amiga.

No es que se quejara, la rubia resultó ser una compañía brillante.

Otra consecuencia no tan inesperada como la anterior fue que Aiden había corrido a contarle a Dumbledork lo sucedido, claro, con toneladas de maquillaje y dramatismo, que, a ojos del anciano director, fue la cosa más sanguinaria y aterradora de la historia, mostrando al troll como la indefensa y asustada Caperucita Roja y a Harry como el temido y despiadado lobo feroz.

El maldito ni siquiera le había agradecido que le había salvado la vida.

Fue así como había terminado, en la mañana del 1 de noviembre, sentado frente al escritorio de roble de la oficina de Albus, mirando con poco interés las caras casi moradas de sus padres, que apenas se contenían para lanzarse contra él, escapándoseles algunos bufidos de toro.

Por supuesto que le habían creído a Aiden y a Dumbledore, se sorprendería si no lo hicieran.

- ¡¿Y bien?! - estalló James Potter luego de esperar por diez minutos a que su hijo mayor hablara.

- ¿Qué cosa? - preguntó inocentemente Harry.

- ¿Cómo que qué cosa? ¡Explícate! ¿Por qué demonios saliste a cazar a un troll de montaña y lo atrajiste al castillo? ¿Sabes lo peligroso que fue eso, lo estúpido que fuiste al poner a tu hermano en peligro de esa manera? - bramó Lily.

- ¿Le ruego me disculpe? - Harry de repente alzó la vista y miró a su madre con tanta ira como pudo imprimir en su mirada ¿Cómo se atrevía su hermano a sugerir semejante desfachatez? ¿Cómo se atrevía ella a creerlo? ¿En verdad lo veían de esa manera? ¿Siendo capaz de asesinar cientos de niños por un capricho o una broma? Incluso alguien como él tenía su límite.

- Oh ¿Ahora vas a negarlo? - dijo con sorna Lily, para luego darse cuenta de que Harry estaba levantándose y saliendo - ¡Eh! ¿A dónde vas, mocoso ingrato? - gritó ella.

Harry volteó y la miró por última vez.

- Te sorprendería la cantidad de veces que me han dicho eso - murmuró antes de irse.

Estaba incómodo. Fue lo primero que notó cuando recuperó la consciencia. Estaba en una cama. Fue lo segundo que notó. No era su cama. Fue su tercer pensamiento, justo cuando el recuerdo de lo que había pasado antes de desmayarse golpeó su mente tan repentinamente que sintió una punzada atravesar su cabeza. Bien, podía sentir.

Intentó abrir los párpados, pero sentía como si fueran de concreto, intentó moverse, pero estaba entumecido y con eso se dio cuenta de que en realidad seguía dormido, su cuerpo al menos. Repasó en sus memorias, luego de que lo acostaran en esa camilla y le incrustaran miles de micro agujas por todo el cuerpo, sintió cómo su interior se revolvía, solo un segundo sintió su sangre hervir hasta que el sentimiento cesó para dar paso a algo definitivamente peor, que al contrario al sentimiento anterior, no duró solo un segundo. Lo que bien pudo haber sido un minuto de baño en ácido, para él fueron horas, no, años, no, una infinidad sintiendo cómo su piel de repente se rasgaba, sus venas explotaban y sus huesos se partían en una dolorosa sinfonía, todos al mismo tiempo, todos con la misma dicha morbosa de estarle causando ese tan agónico dolor que lo había dejado tan mentalmente catatónico que había optado mejor por desmayarse para esquivar el sufrimiento. Sin ningún tipo de éxito más allá de su incapacidad para gritar, removerse o simplemente pensar.

Ser mejorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora