Capítulo 24

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Víctor

Volví a casa corriendo; tenía demasiada energía guardada en el cuerpo. Pasé media hora en el huerto recogiendo algunas hortalizas y después me duché. Mi cabeza estaba secuestrada por Aitana. Tenía un lío importante. La había cagado. Me había vuelto a pillar por una veraneante y eso solo podía significar problemas. Por un lado, quería salir corriendo y no volver a verla. Por otro, abrazarla y no soltarla hasta que se hartase de mí. No me entendía ni yo.

Telegram.

Iván: No tardes.

Víctor: Ok.

Iván: ¡Y arréglate!

Resoplé y miré mi armario. Trasteé entre mis cosas hasta que encontré una camisa blanca. Tenía botones. Eso era arreglado, ¿verdad? Después busqué unas bermudas negras que no fueran de chándal. Listo. Me calenté unas lentejas del día anterior y las devoré, estaba hambriento.

Telegram.

Iván: Ya estamos en la plaza.

Víctor: Ok.

Guardé el móvil en el bolsillo y recordé ese día en el colegio cuando Iván y yo teníamos siete años.

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Este cromo solo lo cambio por tres —dije.

¿Por tres? ¡Qué timador! —exclamó Iván.

Es un cromo brillante, son los más difíciles.

En esas andábamos discutiendo cuando vino Belinda, una niña de nuestra clase con la que jugábamos muchas veces.

¡Ay! ¡Creo que me he enamorado! ¡Como en las películas! —nos anunció de forma dramática.

Si somos niños —dije yo, que no entendía nada del amor, y a día de hoy tampoco demasiado.

¡Pero es que Raúl es tan guapo!

A mí también me gusta —dijo Iván.

¿Qué? Pero no te puede gustar —dijo Belinda.

¿Por qué no? —preguntó mi amigo.

Porque eres un chico.

Belinda se fue y mi amigo y yo nos quedamos confusos. Fue algo que se me quedó tan grabado, que esa misma noche, mientras mi madre preparaba la cena, me acerqué a preguntarle.

¿A Iván puede gustarle Raúl?

Claro, cariño. ¿Por qué lo preguntas? —contestó mi madre con naturalidad.

Le expliqué lo ocurrido en el patio. Mi madre me habló de muchas cosas que quizá no comprendí en ese momento, pero sí entendí que en su grupo de baile había un bailarín casado con un arquitecto, y que era posible que a Iván le gustasen otros chicos. Belinda se equivocaba.

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Por eso no me sorprendió demasiado cuando lo vi con el primo de Aitana. Ya me había olido que había algo entre ellos. A Nathan lo conocimos hacía unos tres años y conectó enseguida con Iván. Nathan estuvo varios años sin venir, pero Iván seguía mencionándolo de vez en cuando, seguían manteniendo el contacto e incluso los vi hablar por teléfono en alguna ocasión. Cuando apareció este verano, Iván empezó a hacer cosas raras como llevar la camiseta al revés, negar de repente que fuera su amigo o meterle la lengua hasta el fondo a Jimena.

Malditos veraneantes [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora