Capítulo 8: Un golpe de realidad.

385 29 15
                                    

Como bien dijo: los dos sabíamos por qué estábamos reunidos, sin embargo no teníamos la valentía de ponerlo en palabras. Estaba por tomarle la mano cuando el televisor de la sala se prendió como mágicamente, y estaba Kicillof en C5N hablando con nuestros votantes y haciéndose el boludo, para variar. Duende horrible, ¡Siempre apareciendo en el peor momento!
De repente, una brisa de realidad pasó corriendo delante de nuestras caras: no podríamos estar ahí, en ese lugar, en ese momento.

Desvío mí mano hacia una servilleta que estaba en la mesa, alejándola de la suya. Un aire de seriedad y frustración invade el ambiente. Estoy por hablar cuando él me interrumpe:

- Dejá, lo entiendo.-

Esa voz, esforzada por intentar ser clara, llega hasta lo más profundo de mí y me da un escalofrío. Creo que sentimos lo mismo, pero no puedo demostrarselo. Primero están nuestras obligaciones. Me tengo que sentar a preparar filminas, pero no sé si voy a poder borrar de mí cabeza a este momento. Me siento con él, y en completo silencio compartimos un rico desayuno, aunque un poco frío, sintiendo la distancia como nunca antes. Todo muy formal y respetuoso. Al terminar nos saludamos asintiendo con la cabeza y me retiro lentamente, triste, pero no sin antes dejar caer cuidadosamente debajo de la mesa un pañuelo con mis iniciales bordadas, claro, para tener una excusa para llamarlo después. Ojalá nos hubiéramos conocido en otro contexto, con todo respeto a su mujer y a mí Fabiola.

Mientras me alejo, cada vez me siento más vacío.

ALBERTICIO: un amor electoral (Alberto Fernández + Mauricio Macri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora