III

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Louis nunca se consideró una persona sociable, siempre le había costado integrarse con otras personas que no estaban en su círculo social debido a su timidez. Es por eso que solo tuvo dos amigos mientras vivió en Doncaster. Cada vez que llegaba a un lugar nuevo significaba gente nueva y era algo que muchas veces lo hacía sentir incómodo y pequeño, no le gustaba que la gente lo mirara, se sentía juzgado del alguna u otra manera, prefería la soledad. Aunque era en el último momento cuando comenzaba a disfrutar y quería pasar más tiempo con las personas nuevas que había conocido, con las que había podido llevarse bien y encajar a la perfección.

Sin embargo, con Thomas era diferente, llevaba una semana hablando con él y el chico le había gustado mucho, era lindo y muy atento. Solo lo conocía desde hacía cinco días y a pesar de que todavía era tímido y no hablaba mucho, el alfa comenzaba a ganarse un poco la confianza del castaño y esperaba que no lo traicionaran como lo hicieron sus antiguos amigos.

Había faltado cinco días a la escuela sin contar el fin de semana -obviamente-, su celo se había adelantado y solo se comunicaba con su nuevo amigo a través de mensajes de texto.

El lunes llego al colegio muy cansado y sin ganas de hacer nada. La idea de un día de descanso después de su calor había sido encantadora, pero Kate lo había tirado de la cama tan pronto como comenzó a sonar la alarma, por lo que no tuvo más remedio que asistir.

—¿Te parece bien?— Thomas preguntó emocionado.

El omega parpadeó lentamente y lo miró, asintiendo. —Sí, sí, por supuesto—, dijo rápidamente, sin saber de qué estaba hablando.

El alfa levantó una ceja divertido, sabiendo que el más pequeño no le estaba prestando atención.

—Me alegro de que hayas aceptado porque yo no tenía muchas ganas de hacer la tarea. Te doy los libros ahora mismo para que lo hagas—, fingió estar muy agradecido.

Los ojos de Louis se abrieron —¿¡Qué!? No. Por supuesto que no, tienes que hacerlo tú mismo. No haré ninguna tarea por ti—. Se cruzó de brazos con el ceño fruncido.

Thomas soltó una carcajada, sacudiendo la cabeza suavemente con una pequeña sonrisa, —eso no era lo que te estaba diciendo, Lou. No te pediría que hicieras mi tarea, pero no me estabas prestando atención—.

El peli castaño descruzó los brazos y bajó la mirada avergonzado —Lo siento, lo siento. Es solo que, estoy cansado, me duele el cuerpo y siento los ojos pesados—murmuró— ¿qué era lo que decías?— pregunto mirándolo a los ojos.

La expresión divertida de Thomas fue reemplazada por una empática, puso sus brazos alrededor de Louis, dejando que el omega descansara su cabeza en su hombro —Oh, está bien, cariño. No hay problema, lo entiendo— susurró, pasando sus dedos por su cabello lacio —dije que si querías que te acompañara a casa hoy, no tengo nada que hacer después de la escuela— se encogió de hombros —y tal vez te podría llevar a conocer un poco la ciudad.

Louis se sonrojó un poco; algo que ya no es raro en él —¿en serio?— Thomas asintió —bueno, sí, eso sería genial— le sonrió.

—Está bien— ella también le sonrió —vamos, levántate, te dejo en tu clase. Escuché que el profesor Styles está de vuelta y no queremos que se moleste.

Ambos se levantaron de donde estaban sentados, saliendo lentamente de la cafetería, sin prisas, hablando de lo que harían esa tarde. El profesor no había asistido en toda la semana desde que llegó el ojiazul y eso hizo que su omega se sintiera desesperado y Louis molesto por la insistencia de su lobo interior. También llegó a sentirse un poco mal por no haber podido volver a oler el rico olor de su maestro, pero supo recomponerse de inmediato y continuó como si nada lo hubiera afectado. Como si no estuviera confundido.

QUIERO ESTAR CONTIGO (L.S.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora