III

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Desaparición de Percy.

Annabeth despertó con la misma poca energía que siempre. Necesitaba urgentemente un café si no quería matar a alguien el día de hoy. Se alistó para las actividades del Campamento y se dirigió a las mesas, quizá Groover o Percy estaban ahí, aunque en cuanto vió, había realmente poca gente. ¿Era tan temprano?
Desayunó lo que pudo mientras leía, aunque tenía una mala sensación, los campistas iban de aquí para allá, mirándola un poco en el camino. ¿Qué demonios...?
Quirón galopó hacia ella con gesto cohibido.
—Annabeth, creo que necesitamos que nos acompañes a la casa grande.
En el salón estaban todos los jefes de cabaña reunidos, menos Percy. ¿Por qué no lo habían llamado a él? No era particularmente irresponsable, no debería estar faltando a una asamblea obligatoria.
Clarisse carraspeó al verla—. Escucha, Annabeth, ocurrió algo y...
—Si, claramente ocurrió algo.
—Déjame hablar, rubita, estoy intentando tener tacto—Annabeth alzó ambas cejas. Se llevaba bien con Clarisse, pero el gesto le parecía extraño—. Percy desapareció.
  —¿Disculpa?—Le estaban jugando una broma. Era claro.
Quirón dió un paso adelante—. Grover entró a su cabaña y no estaba, hemos buscado en todo el campamento. Aún no le hemos avisado a la familia, creímos que sería mejor que lo hicieras tú.
  —Yo...
  —Escucha, Annabeth, va a aparecer, ¿si? Sólo... avísale a Sally primero. Quizá él esté con ella.
No. Percy no estaba con Sally, no tenía planes de salir además del viaje en las vacaciones de invierno. Sentía ganas de vomitar gracias a la angustia, ¿tenía algún motivo para escapar? Quizá alguien corría peligro. Debía ir a ver a Rachel.
  —Claro, de inmediato la llamo—intentó sonar lo menos dolida posible. Para los campistas, ella era la chica que había derrotado a Cronos en el cuerpo de alguien que era su familia. No quería darles el lujo de verse débil.

Annabeth cogió el teléfono de la casa grande y fue a una habitación interna. Marcó el número de Sally, se lo sabía ya que ella y Percy llamaban a ver como estaban las cosas allá muy seguido. El teléfono repicó.
—¿Sally?—Su voz se estaba quebrando ahora en privado.
—¡Annabeth! Paul y yo estábamos esperando que llamasen, ¿cómo están?
—Yo, si... todo bien.
—¿Ocurre algo, linda?
Annabeth se cubrió la boca para no sollozar y respiró profundamente—Percy desapareció—quería realmente pensar que Sally diría algo así como "¡Niña tonta! ¡Percy está acá preparando galletas azules todo lleno de harina!" O algo por el estilo. En cambio, se quedó en silencio. Annabeth sabía que Sally estaba acostumbrada a que Percy no diera señales de vida por semanas, pero esto se sentía diferente.
—¿N-no dejó alguna nota?
—Nada. Pensábamos que quizá...
—Oh Dios santo—Sally se quebró en llanto. Annabeth deseó desesperadamente ir a abrazarla y decirle que todo estaría bien, Sally necesitaba eso más que ella. Unos minutos después, escuchó la voz de Paul calmar a Sally.
—Annabeth—dijo Paul—. Gracias por avisarnos, haremos todo... todo lo que esté en nuestro alcance por ayudar, solo dinos que tenemos que hacer, que profecía acompaña esto, nosotros...
Annabeth les explicó como pudo que no había profecía al respecto, que solo había desaparecido. Su cerebro intentaba maquinar mientras tanto mil y un escenario a de qué ocurría. Se sintió mal al instante con esas posibilidades. Colgó la llamada minutos después y regresó al pabellón, tenía miedo del color que tendrían sus ojos.
—No está con Sally, pero nos avisarán si tienen noticias. Mientras tanto debemos organizar grupos de búsqueda—Quirón asintió. Y horas más tarde los grupos de búsqueda dieron inicio.

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