BUS 集体 [Kookmin]

E i g h t

Jeon subió al autobús algo decepcionado, nuevamente el día estaba hermoso y Jimin no había aparecido.

El día anterior recorrió un poco el vecindario leyendo los buzones de las casas, lamentablemente ninguno decía algo sobre algún Park.

Tal vez su imaginación había creado a alguien perfecto a sus ojos, un mejor amigo perfecto, que lo entendiera a la perfección y le hiciera compañía.

Tal vez Jimin realmente no existía.

—¿Disculpa? ¿Eres Jungkook?— una voz desconocida sacó a Jeon de sus pensamientos, era un chico castaño que sostenía un papel doblado en su mano.

—E-em... Si, dime— llegó a responder Jeon.

—Me llamo Taehyung, soy compañero de Park Jimin, él está enfermo y me pidió por mensaje que te pasara su número así le escribes— el chico frente a sus ojos le extendió el papel y Jungkook se sintió la persona más estúpida del universo.

Jimin estaba enfermo, dios ¿Tan tonto fué como para pensar que había sido producto de su imaginación?

—Gracias, en verdad gracias— habló una vez tomó el papel entre sus manos.

El contrario soltó un "de nada" por lo bajo y se dirigió de nuevo a su asiento.

Jimin si existía, era muy tonto, pero al mismo tiempo estaba feliz de saberlo.

El pelinegro reaccionó en seguida y tomó su teléfono para agendar el número de inmediato, no iba a tardar ni un segundo más en hablarle.

"Hola Jimin, Soy Jungkook. ¿Así que estás enfermo? Busqué un buzón con tu apellido por el vecindario y ninguno decía Park, por un momento dudé de tu existencia, puedes reírte de mi, soy ridículo. Aunque acepto que extraño tu presencia en la parada del autobús, espero verte pronto."

Dudo un poco en mandarlo, tal vez era muy largo o Jimin podía pensar que era un idiota, pero considerando el ángel que era aquel rubio no quiso preocuparse mucho y solo lo mandó.

Unos 3 minutos después ya tenía una respuesta, más bien algunas.

"Jungkookie, me alegra que ya tengas mi número, fue muy tonto de mi parte no pasártelo desde un principio."

"En fin, te aviso que no ibas a encontrar mi casa porque el buzón dice "Los Choi" estoy viviendo con mis tíos de parte de mi mamá, hay tanto que no sabes sobre mi aún."

"¿No quieres venir un rato a mi casa hoy? Es la 1108, ahora sí sabrás qué buzón es jshsjs."

"Con respecto a lo de "estar enfermo", ya es solo un resfriado, es probable que pronto vuelva a asistir a clases, pero de todas maneras estás invitado a visitarme."

Jungkook sonrió y respondió de inmediato.

"Te veo en la tarde, Jiminie."

Bien, hoy Jungkook iría a visitar a su querido y único amigo.

(...)

Ding dong.

El timbre de la casa de los Choi sonó y Jungkook se encontraba nervioso, no sabía muy bien por qué, pero lo estaba.

—¿Quien eres?— El pelinegro dió un salto al escuchar esa voz, no había notado que la puerta se había abierto y mucho menos notó a aquel niño de unos once años mirándolo.

—Soy un amigo de Jimin, quería saber si él...— fue interrumpido por el más bajo.

—Jimin no está.

—Choi Beomgyu, eres un mentiroso— sé escuchó desde los adentros de la casa y una señora no muy mayor se asomó por la puerta.

—Debes ser el amigo de Jimin, ¿Jungkook, no? Me avisó que vendrías, pasa pasa— La pelinegra se hizo a un lado y le dió paso a su hogar, mientras unos centímetros más abajo, beomgyu miraba al pelinegro con desconfianza.

—Bonito hogar, señora Choi, gracias por permitirme pasar— habló haciendo una leve reverencia.

—Muchas gracias, Jungkook, Jimin está en la última habitación a la derecha, subiendo las escaleras— le indicó la mujer mayor para dirigirse a la que parecía ser la cocina.

Jeon siguió las indicaciones, parándose frente a la puerta de la habitación correspondiente, tocando dos veces y abriendo lentamente luego de escuchar un "Adelante"

Ahí estaba Jimin, con nariz rojita y con sus cabellitos algo despeinados, para Jeon seguía viéndose como un angelito muy adorable, su amigo se veía pequeño y eso le causaba ternura.

—Mira quien apareció, extrañé ver ese bonito rostro— murmuró con ternura el rubio al ver de nuevo a su pelinegro amigo.

—Que feliz que me hace que seas real...— susurró emocionado el más alto.

—¿Qué?

—¡Nada! ¡Hola! Tanto tiempo— Jungkook intentó tapar lo que había dicho y se acercó al más bajo con una sonrisa.

—¿Me extrañaste?

—No sabía lo triste que era tomar el bus solo hasta que no apareciste más en la parada.

—Lo siento— Jimin hizo un puchero— no tenía manera de avisarte, aquél día de lluvia fui a la parada igual y terminé tomando un resfriado, luego de ese resfriado vino la gripe y aquí estoy, de todas maneras creo que en un par de días volveré a la escuela— explicó eso último con más emoción, Jungkook sonrió mostrando sus dientes.

—Bien, me avisas cuando vuelvas y vuelvo a tomar el bus, últimamente me está llevando mi padre— explicó mientras caminaba hacia una silla frente a lo que parecía ser su escritorio, ya que tenía sus libros de historia y uno que otro anotador— con permiso— musitó antes de sentarse.

—Oh, perdón, debí ofrecerte a que te sentaras apenas entraste— el pelinegro negó restándole importancia, entonces el rubio continuó hablando— Ahora, explícame por qué vas en bus si tú padre puede llevarte.

—Pues...

Jungkook no iba a decirle que era porque desde aquella primera vez que se sentaron juntos le comenzó a gustar ir en autobús, pero tampoco se le iba a ocurrir una buena excusa.

—Digamos que mi padre no puede siempre, ya sabes, trabajo ocupado, yo prefiero no molestarlo y tomar el bus, lo típico— hizo un gesto con la mano para restarle importancia.

—Que tierno que quieras ir en un bus con olor a mierda lleno de monos, en vez de molestar a tu papá— comentó con algo de sarcasmo el rubio y ambos soltaron algunas carcajadas.

La charla continúo normal, terminaron por comer una pizza en la habitación, charlando de distintos temas y arreglando en verse más seguido.
Jungkook sabía que esta amistad se iba a convertir en algo muy importante, sentía esa necesidad de pasar tiempo con Jimin, lo disfrutaba en demasía, quería verlo lo mayor posible, estar a su lado, así que antes de irse se paró a buscar algunas maneras de trepar al segundo piso sin tener que entrar en la casa, ya sabía cómo caerle de sorpresa y no iba a dudar en ir a molestarlo después de que el rubio le dijera que podía aparecer cuando quisiera.

Esta, oficialmente, era la puerta principal a una gran amistad.