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La suave brisa húmeda acariciaba el rostro de ambos adolescentes, únicamente en el lugar se encontraba el tenue sonido de las hojas que resoplaban y buscaban desprenderse de las ramas, el rocío de las gotas de agua recorría el rostro de ambos, mientras que buscaban refugio bajo algún lugar.

También se podía escuchar los jadeos de ambos, al haber corrido tanto para no empaparse por la lluvia habían logrado agotarse y que sus respiraciones se volvieran pesadas y rápidas.

—Joder, nos ha agarrado la lluvia ¿no?— el azabache volteo a mirar a su amigo que soltaba una carcajada al ver como la lluvia se volvía más fuerte con el paso del tiempo, ambos se sentaron bajo aquel lugar mientras que esperaban a que pasara—Me divertí, eres muy divertido Tomioka.

—g...gracias Sanemi— el azabache sentía como su rostro se calentaba, la tenue voz que Sanemi tenía al igual que el tono que solo utilizaba con él le encantaba, lo hacía sentir amado—Sanemi.

—¿Umm?— el albino observó al contrario de reojo, vio su mirada baja y sus mejillas enrojecidas, sus mechones rebeldes caían sobre su rostro tapando cierta parte de sus ojos.

—Me gustas, me gustas mucho y quiero que me des una oportunidad— el azabache levantó su rostro con determinación para luego hacer un movimiento rápido y acorralar al chico en el lugar en el que estaba—por favor.

—Tomioka...— el albino noto las largas pestañas de tomioka, sus ojos azules tan profundos como el océano, su piel pálida y tan limpia sin ninguna cicatriz o rastro de algún acné, su cabello azabache que hacía contraste con su piel, sintió como la saliva bajaba por su garganta— y-yo...te daré una oportunidad, pero solo una.

Finalmente sus labios sellaron el momento, uniéndose entre sí dejando pasar un momento intimidó entre ambos adolescentes, un tacto suave y dulce, mientras que la lluvia los acompañaba a ambos.

Aprendiendo a Enamorarnos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora