–Oh, Dios mío –gime Evelyn, dando la espalda al espejo–. Lo que de verdad es espantoso no es que a Courtney ya no le guste Luis. Es que...
–¿Que cancelaron su cuenta en Bergdorf's? –pregunta Price.
Yo me río. Nos damos una palmada en la mano uno al otro.
–No –continúa Evelyn, también divertida–. Es que ella está enamorada de su agente inmobiliario. Un amanerado que va a The Feathered Nest.
–Courtney podría tener problemas –dice Tim, examinando la reciente labor de su manicura, pero, Dios mío, qué es;.. Vanden.
–Oh, no saques eso a relucir –solloza Evelyn, y se pone a cepillarse el pelo.
–Vanden es un cruce entre... The Limited y... Benetton de segunda mano –dice Price, alzando las manos, con los ojos cerrados.
–No –digo yo, sonriendo, tratando de incorporarme a la conversación–. Fiorucci de segunda mano.
–Sí –dice Tim–. Eso opino yo. ,–Sus ojos, ahora abiertos, recorren el cuerpo de Evelyn.
–Timothy, no sigas con eso –dice Evelyn–. Estudia en Camden. ¿Qué esperabas?
–Dios mío –protesta Timothy–. Estoy harto de oír hablar de los problemas de las chicas de Camden. Ay, mi novio, le quiero pero él quiere a otra y, oh; cuánto le echo de menos y él me ignora y bla bla bla bla bla..., Dios mío, qué aburrido. Cosas de estudiantes. Es importante, ¿sabes? Es triste. ¿No crees, Bateman?
–Sí, es importante. Y es triste.
–¿Ves? Bateman está de acuerdo conmigo –dice Price, afectadamente.
–Oh, no lo está. –Evelyn se limpia con un Kleenex la crema con la que se ha untado–,. Patrick no es cínico, Timothy. Es un buen chico, ¿verdad, cariño?
–No, no lo soy –susurro para mí mismo–. Soy un jodido psicópata malvado.
–¿Y qué? –dice Evelyn, suspirando–. Ella tampoco es la chica más brillante del mundo.
–¡Ja! ¡La reserva intelectual de este siglo! –exclama Price–. Pero Stash tampoco es el tipo más brillante. Una pareja perfecta. ¿Se conocieron gracias a la sección de contactos de un periódico o algo así?
–Déjalos en paz –dice Evelyn–. Stash tiene talento y estoy segura de que infravaloras a Vanden.
–Es una chica... –Price se vuelve hacia mí–. Oye, Bateman, es una chica..., me lo dijo Evelyn..., es una chica que alquiló El infierno blanco porque creyó que era una película... –se atraganta– sobre traficantes de cocaína.
–Me has dejado tieso –digo yo–. Pero ¿sabemos cómo se gana la vida Stash? Por cierto, supongo que tendrá apellido, aunque no me lo dijo, ni lo quiero saber, Evelyn.
–Lo primero de todo es que es absolutamente decente y encantador –dice Evelyn en su defensa.
–Un hombre que pidió sorbete de chocolate, ¡por el amor de Dios! –exclama Timothy, incrédulo–. ¿De qué estás hablando?
Evelyn ignora esto, y se quita sus pendientes Tina Chow.
–Es escultor –se limita a decir.
–Coño –dice Timothy–. Recuerdo haber hablado con él en Odeon. –Se vuelve nuevamente hacia mí–. Fue cuando pidió el cappuccino de atún, y estoy seguro de que hubiera sido capaz de pedir salmón au lait, y me dijo que organizaba fiestas, lo que técnicamente lo convierte..., no sé, corrígeme si me equivoco, Evelyn..., en un proveedor. ¡Es un proveedor! –exclama Price–. ¡No un jodido escultor!