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"Coffee"
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Es una hermosa mañana de otoño y —por desgracia— me levanto de mi cama para ir una vez más a lo que se le llama Centro educativo, escuela, colegio, instituto... ¿Por qué tiene tantos nombres? En fin. Tomé mis cosas y desayuno, aunque realmente sé que regresaré con parte de este en la ropa.

Después de abrigarme para salir, empecé a caminar rumbo al instituto ¿o escuela? ¡Como sea!

Decidí hacer una pequeña parada a la cafetería en donde trabajaba un ¿amigo? si es que se le podría llamar así, en realidad, solo es alguien a quien conozco desde hace ya un tiempo.

—¡Tyunnie! Hasta que decides aparecer ¿Quieres lo de siempre?—Un chico de cabellos castaños sonrió al verme entrar.

—Hee, hola—Lo saludé con la mano y lo vi hacer un puchero mientras servía un vaso de café.

—Que seco, debí esperarlo del señor Kang— Comentó en un tono burlón, a lo que solo rodé los ojos y tomé mi café.—Disfrútalo, cruzaré los dedos por que alguien no te lo tire encima.

—Ni siquiera lo digas, estás invocando la mala suerte ¿lo sabes?—Solté un suspiro largo, la verdad es que a pesar de que estoy acostumbrado a cosas así, a veces es cansado ser el centro de atención de los bullys y las chicas fresonas.

—Yah, no te agüites, vas a ver, todo va a mejorar, lo presiento—Sonrió sincero, le respondí de igual manera y me despedí con la mano para salir del lugar y retomar mi camino. Quizás Hee si es un buen amigo después de todo.

Después de algunos minutos caminando, finalmente llegué a mi destino, no diré que estoy feliz de haber llegado, pero me alegra saber que soy de los que llegan más temprano de lo necesario

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Después de algunos minutos caminando, finalmente llegué a mi destino, no diré que estoy feliz de haber llegado, pero me alegra saber que soy de los que llegan más temprano de lo necesario. Lo primero que decidí hacer fue buscar mis libros antes de que alguien llegue y quiera estrellarme contra el casillero, suena a chiste, pero es anécdota.

Después de tener mis cosas fui al salón y bueno, realmente nada interesante pasó, comenzaron las clases e incluso me sorprendió que no hubiera pasado nada. Saliendo de clases me sentía extraño, todo estaba demasiado calmado ¿será que esta era la tranquilidad de la que Heeseung hablaba?

Supongo que esa tranquilidad mental no duró, pues cuando quise tomar mi café de la mañana, alguien me empujó haciendo que el líquido terminara por toda mi cara y cabello.

Y ahí está.

Bueno, a decir verdad, no suelen enojarme estas cosas, pero por alguna razón me dio mucho coraje, tanto que salí corriendo. Qué cobarde.

Llegué exhausto a casa, ni siquiera me molesté en saludar a mi madre que cocinaba, entré a mi habitación y me encerré. Se dice que siempre llega un punto en el que el ser humano se cansa, quizás he llegado a un límite, quien sabe.

—Maldita sea, ¿por qué lo pedí de caramelo?

Maldije un rato mientras que intentaba quitarme los restos del café que ahora habían dejado mi cabello pegajoso, probablemente eso no se quitaría nunca.

—Maldecir al viento no hará que el mensaje llegue a su receptor más rápido —Estaba tan concentrado en quitar la pegajosidad de mi cabello que ni siquiera pensé en quien hablaba conmigo.

—Pero sí hará que mis ganas de golpear a alguien desaparezcan —Contesté con enojo, a lo que la otra voz soltó una risita y fue que me di cuenta de algo.

¿Con quién mierda estoy hablando?

En ese momento alcé la mirada con temor de encontrar un fantasma o un demonio, aunque lo que vi realmente no fue algo que esperaba.

Little fairy of happiness.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora