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WooYoung sentía que sus piernas perderían fuerza en cualquier momento. Ni si quiera sabía cuanto había corrido, ni tampoco sabía hacia dónde iba.
Pero en estos momentos, nada le importa a ahora.
La verdad, jamás pensó que su vida daría un giro tan rápido en apenas diez minutos. Más cuando su día iba tan bien.
Se había despertado a la hora exacta que debía (para no llegar tarde) y tenía un ánimo excelente, lo único extraño había sido encontrar a su padre en casa, algo nervioso y preocupado, pero a final de cuentas, estaba allí.
El desayuno no fue lo suficientemente incómodo como para que le afectara en algo realmente.
Caminó tranquilo hacia la universidad, encontrándose en el camino con su mejor amigo YeoSang.
Sintió su celular sonar, avisándole que tenía un mensaje. Lo abrió, y al instante sonrió, mientras daba saltitos, bajo la confundida mirada de su amigo.
—¿Qué te pasa? —le dijo, mientras reía un poco.
—Mira esto. —le contestó, casi colocándole el celular en el rostro, para que viera el mensaje. —¡Sannie me escribió! Tal vez podamos regresar.
—Si... Tal vez. —El azabache habló algo incómodo, y con un ligero tono de burla hacia su amigo. Pero él pareció no notarlo.
San y WooYoung habían tenido una relación que duró unos pocos meses, pero para el menor habían sido muy importantes, y los más felices para él. Su ruptura había sido porque la relación se convirtió un tanto monótona y no parecían una pareja. Terminaron en buenos términos, aunque no hablaban mucho, lo cuál hacía sentir mal al rubio, pero no lo demostraba, y nadie parecía notarlo. Parecía.
Prometieron qué cuándo las cosas estén más tranquilas, podrían volver a intentarlo. Pero el único que mantuvo sus sentimientos intactos fue WooYoung.
Esperó pacientemente, con una emoción que le fue difícil de ocultar, pero a final de cuentas lo logró de maravilla. El mensaje era corto, simple, y algo frío incluso, pero para Jung fue más que suficiente para estar arriba de una nube durante el resto de la mañana.
YeoSang desapareció en mitad de la clase, excusándose de que iría al baño, pero cuando está terminó, seguía sin aparecer, algo que preocupó un poco al rubio.
Recordó el mensaje de San, así que simulando tranquilidad comenzó a caminar hacia la azotea, dónde dijo que lo esperara si el no llegaba primero.
Luego de subir las escaleras, vió la puerta abierta, así que decidió dar un vistazo, para ver si él ya estaba allí.
Si estaba allí, pero no sólo.
Podría jurar que el mismo escuchó como su corazoncito se rompía al ver a San besando a la persona que se supone que era su mejor amigo.
