Final

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No podía evitar preguntarse.

¿Realmente era feliz o simplemente lo fingía y era tan infeliz cómo lo era él?

Pero ¿Y si ella estaba bien? ¿Y si era su mente la que estaba mal?

Quería hacer que todos esos pensamientos desaparecieran, dejar de desear que ellos se separasen, pero, si el que ellos permanecieran juntos significaba que él tendría que vivir con ese dolor en el pecho, entonces prefería seguir deseando que no lo estuviesen.

¿Cómo es que todo había llegado a ese punto?

¿Todo sería diferente si tan solo el hubiese hecho algo?

¿Realmente esa era ahora su realidad?

Las preguntas no desaparecían.

La puerta suena y sin ningún tipo de ánimo se acerca para abrirla pensando tal vez pudiera tratarse de su novia, pero que equivocado estaba.

Frente a él yacía un ángel, y él desearía tener algo mejor puesto.

—Hinata... q-que sorpresa de veras, ¡no esperaba tu visita! adelante—. Habló sin poder ocultar una emoción en su vos que ni el mismo comprendía.

—Compermiso—.

—¿Puedo ofrecerte algo de beber? Aunque en realidad no tengo mucho... tal vez agua o té, creo que aún tengo un poco de café en algún lado—. Nota mental, tenía que ir de compras, pronto.

—No te molestes por favor, en realidad no me quedaré mucho tiempo... ¿Puedo sentarme?—.

Su actitud normalmente delicada había sido neutralizada por una más seria. Algo no estaba bien.

—Adelante—.

De su bolsa vio sacar un elegante papel y su corazón latió con fuerza por alguna extraña razón. Ella mostraba una preciosa sonrisa de su labios mientras estiraba su mano ofreciéndoselo amablemente, alzó la suyo algo temblorosa pensando en lo que podría ser y el aire dejo de entrar a sus pulmones cuando vislumbró las letras cursivas impresas en la invitación. K y H. Eso tenía que ser una broma, una jodida broma.

—¿Qué es...? ¿Q-qué es esto?... —. La pregunta desconcertada salió de sus labios sin saber que otra cosa decir.

Sus ojos hicieron contacto con los de ella después de tanto tiempo, y puedo observar como los ojos antes brillantes se opacaban con cada segundo que transcurría y entonces habló.

—Es la invitación a mi boda—.

Boda.

Todo giraba y el dolor en su pecho se presentaba con más fuerza.

Boda. Hinata. Kiba. Boda. Hinata y Kiba. Boda. Su boda. Ellos se casaban. Y el la perdía.

Boda. Una maldita boda.

¿Qué demonios? Llevaban juntos apenas y un año. ¿Por qué una maldita boda? ¿Por qué casarse? ¿Por qué ellos? ¡La simple idea era totalmente estúpida!

—¿Naruto?—

Su respiración fallaba notoriamente y parecía que pronto perdería el equilibrio.

—L-lo amas— Su voz salió rota, esperando despertar de una pesadilla, esperando poder regresar el tiempo y cambiarlo todo. Volver a cuando ella lo amaba. Cuando era suya y no lo sabía.

—...Lo amo—

Fue como si realmente muriese y aún así, con el mayor dolor de su vida, negándose a dejar salir las lágrimas, sonrió para ella.

—Entonces deseo que seas muy feliz Hinata—.

—Lo seré—. Hinata se levantó del sofá para acercarse a la puerta en clara señal de su partida. —Espero que también lo seas Naruto, lo mereces—. Y fue todo, ella se fue.

—¿Sin ti cómo es posible? —. El aire se llenó de silencioso mostrándole su realidad. Estaba sólo.

***

No tenía la menor idea de cuánto tiempo llevaba así. Podían haber pasado días, semanas, incluso meses, o tal vez sólo unas cuantas horas desde que ella había cruzado la puerta para marcharse de su hogar, de su vida.

No estuvo consciente de en qué momento alguien había entrado en su departamento hasta que escuchó las maldiciones que este soltaba intentando pasar el desastre en el que se había convertido su hogar.

—¿Qué mierda Naruto, qué demonios te pasa?—.

Sus sentidos se habían desconectado desde hacía un buen rato y sus fuerzas se habían extinguido también cómo para poder contestarle en ese momento.

—Esto es un maldito desastre, ¿cuánto has bebido?—. Shikamaru chasqueaba la lengua molesto levantando las botellas de alcohol que se derrabana en el piso. Él se encogió de hombros ante su pregunta.

—Todo esto es tan problemático... ¿ella te lo dijo?—. Él también lo sabía, no debería sorprenderse ante eso. Solo asintió. —¿Cómo te sientes?—.

¿Cómo se sentía? Ni todas las palabras del mundo describirían su miseria.

Se sentía como el más grande idiota del mundo por haberla perdido, por haberla dejado ir. Se sentía como la mierda, eso era.

¿Cómo no se había dado cuenta antes?

¿Cómo no le había dado importancia a lo que sentía estando con ella? A lo que sentía al no estarlo también.

Ahora todo había terminado. La perdió y nada haría que la recuperará. Nada sería suficiente.

Él no era suficiente. Ya no era nada sin ella.

Quería cambiarlo. Deseaba arreglarlo todo. Quería ser él el que estuviera a su lado.

El que tomará su mano.

El que recibiera sus mejores sonrisas.

El que la llevara a casa después de una cita.

El que la tomará de la cintura desprevenidamente y la besara demostrándole todo su amor.

Quería su inicial junto a la de ella en una invitación.

Cómo desearía ser él. Lo deseaba tanto y ahora era tarde.

Él por fin se había dado cuenta y ella por fin se cansó de esperar.

—Yo...—. La voz ronca lleno la habitación cuando habló por primera vez atrayendo la atención de su amigo. —Yo realmente amo a Hinata...










































...¿No es así?—.

Fin primer libro.

11/09/21 publicación
24/09/22 edición

Gracias a mis lectores por no abandonarme.

¿No es así?/NaruhinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora