Hoy es mi cumpleaños número dieciocho. Mi padre, como todos los años, me hará una gran fiesta. Le ordené al sastre real hacerme un vestido muy hermoso. Este año decidí que sería de color negro, ya que es mi color favorito. Mi sirvienta entra a mi habitación para avisarme que el sastre ya llegó con el vestido y muy contenta me dirijo al salón real para verlo.
Camino por los largos pasillos hasta llegar al lugar donde me esperaba el sastre, el vestido estaba tapado con una tela.
- Muéstralo. - le ordeno al sastre con emoción.
- Como ordene, princesa. - hace una reverencia y le hace una seña a su ayudante para que quite la tela.
Mi sonrisa desaparece de mi rostro y la emoción que sentía fue sustituida por una furia inmensa al ver el vestido terminado. No fue lo que yo pedí, no era el color que quería y la tela era de campesinos. Mi mirada viaja hacia el sastre y este se arrodilla rápidamente.
- ¿Por qué hiciste el vestido así? - pregunto lo más calmada que puedo, no entiendo por qué mi cólera es demasiada, siento un calentón en mi pecho, llevo mi mano a este y siento que el calentón que siento la quema.
- Lo siento, princesa, pero la reina me ordenó usar esos colores. No quería ser castigado por desobedecerla. - Sabía que esa bruja tenía algo que ver, miro al sastre y este me implora piedad con la mirada, mi vista vuelve al vestido y siento mis manos arder.
- ¡AH! - Grito, para sacar todo el coraje que siento, lo que no vi venir fue que el vestido se entendería en llamas. El sastre se levanta deprisa, le ordena a su ayudante a ir por agua. El ayudante desaparece de mi campo de visión y vuelve con varios sirvientes. Estos traen baldes de agua, yo sigo en shock al ver el vestido en llamas. Mi sirvienta me hala hacia atrás para que los demás puedan apaciguar el fuego, pero mientras más agua le echaban más alta crecía la llama.
- Princesa, ¿se encuentra bien? - Pregunta Mei, mi sirvienta. Salgo del trance y asiento con mi cabeza. - Salgamos de aquí, su majestad, el humo puede causarle daño. - Le hago caso y salgo del salón real.
Veo como la guardia real se acerca hasta el lugar y Wen Rong, el general imperial, les ordena a varios guardias a que me escolten a mi habitación.
- No permitan que la princesa salga hasta que encontremos la causa del incendio. - Dejo que los guardias me guíen hasta mi habitación, pero mi mente se quedó frente al vestido en llamas.
[En la entrada de la Ciudad Imperial]
Llego a las puertas de la Ciudad Imperial, mi visión continúa extraña. Detengo el carruaje y el guardia imperial se acerca al carruaje.
- ¿Hacia dónde se dirige? - Me pregunta seriamente. - Me dirijo al palacio, tengo un pedido para la fiesta de la princesa. - Señalo las cajas que se encuentran en la parte trasera del carruaje. - Documentos. - Ordena, busco rápidamente en mi bolso el documento que dice que soy un mercader para poder pasar. Se los entrego al guardia, este verifica que todo esté en orden y me los entrega. - Puede continuar. - Dice el guardia y yo continúo mi marcha hacia la Ciudad Imperial.
La Ciudad Imperial es la más concurrida, por eso, para poder entrar hay que pasar por una revisión. Mientras más me adentro a la ciudad, más difícil es pasar con el carruaje. El camino se me hace eterno, ya que debo ir más lento de lo normal. Llego a la parte trasera del palacio y detengo el carruaje.
- ¿La puedo ayudar en algo, señorita? - Un joven muy apuesto me pregunta. - Necesito dejar estas cajas en la cocina, son para la fiesta de la princesa. - Digo, señalando las cajas y el joven camina hacia mí. - Estaba esperándola, déjeme ayudarla. Por cierto, soy Jin Tao - El joven se acerca a las cajas y comienza a bajarlas. Me bajo del carruaje y lo ayudo a llevar las cajas a la cocina.
Coloco la última caja sobre la encimera y entra corriendo una joven de cabellos rubios.
- ¡Ayuda, hay fuego en el salón real! - Dice muy alterada y la cocina se vuelve un caos. Las cocineras comienzan a llenar baldes con aguas, mientras los demás comienzas a agarrar los baldes y corren hasta el salón real. Yo soy una de las que corre con un balde. Llego y hay un vestido en llamas y un hombre llorando en el suelo.
Comenzamos a lanzar los baldes de agua, pero eso hace que las llamas crezcan con más intensidad. Trato de pensar en una solución, pero un fuerte dolor de cabeza hace que caiga de rodillas.
- Ya descubrí la verdad, nada puede evitar lo que ocurrirá, así que ríndanse ante mí o mueran. - Dice una joven de cabello rojo como el fuego y sus ojos negros como la noche. Me levanto y escupo ¿sangre? ¿Por qué estoy sangrando?
Miro a mi derecha y puedo ver a una chica de mi edad. Esta tiene el cabello blanco como la luna y sus ojos son tan azules como el mar. Tiene una gran herida en la pierna, pero eso no impide que se ponga en pie.
- No me rendiré para que una princesa maleducada tenga la ventaja de matarme sin tener un rasguño. Prefiero morir luchando. - Dice la joven que está herida y de sus dedos comienzan a crecer unas ¿garras?
La joven que es llamada princesa hace un movimiento con sus manos y sale una bola de fuego en dirección a la otra chica, esta comienza a gritar mientras las llamas la consumen. Luego, su mirada cae en mí.
- ¿Te rendirás o morirás igual que tu hermana? - Me pregunta con rabia. - Mira a tu alrededor Draco. Has causado un caos que se pudo evitar. - ¿Por qué la llamé Draco? ¿La conozco de algún lado? - No pensé que Fénix te engañaría tan fácilmente. Pero, prefiero morir como tu hermana que como tu enemiga. - Me arrodillo y cierro los ojos esperando el impacto...
- Señorita - Siento que me sacuden y abro poco a poco mis ojos. - ¿Qué ha pasado? - Mi cabeza sigue latiendo y cuando enfoco mi vista vuelvo a ver números. - Estabas ayudando a apaciguar el incendio del salón real y luego te desmayaste. Decidí sacarte de todo eso y te traje a la cocina real- Me dice Tao. - ¿Se encuentra bien? - Pregunta Tao un poco preocupado. - Sí, estoy bien. - Me levanto y Tao me mira sorprendido. - Señorita, sus ojos. - Dice un poco asustado. - ¿Qué les pasa a mis ojos? - Pregunto y Tao me pasa un espejo...
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