43. Cielo rojo sangre

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Una vez arriba, abrieron enormemente sus ojos; el cielo comenzaba a tornarse rojizo, pero no el rojo del atardecer o amanecer. Era del color de la sangre, del mismo del que hablaban las leyendas. A lo lejos observaban una línea de color oscuro que ascendía hasta el cielo, formando un halo.

Las estrellas se movían a gran velocidad y podían ver como algunas empezaban a bajar a la tierra.

—Espero que no sea demasiado tarde —susurró Yul.

—No creo, apenas son las seis —contestó Lulú mirando su reloj de ositos—, pero si quieren regresamos mañana más temprano, como a las cinco.

Los tres mayores entrecerraron sus ojos y un par se pasó la mano sobre el rostro.

—¡Está llamando a las Tzitzimimes! —se percató Cris.

—Debemos actuar ahora, no podemos esperar más —retomó la prima más grande.

—La vasija —susurró Dioney atónito sin dejar de mirar el cielo—. Es la clave.

—¿Tienes alguna idea de dónde encontrarla? —preguntó su hermana.

—Yo sí —informó Cris.

Abrió su mochila y la sacó. Solo por un momento, los tres mayores suspiraron aliviados, sin embargo, Lulú les recordó el segundo problema.

—¡Oigan! Si recuerdan que perdimos la piedra, ¿no? Aunque tengamos la vasija, Nila se la llevó. ¡La diosa aún nos tiene bajo su poder!

—Es cierto —reiteró Dioney—. Mientras tenga la piedra, puede someternos a su voluntad.

—Y aún debemos encontrar a Frey —añadió Froilán.

—En ese caso, no tenemos tiempo que perder, hay que actuar ahora —propuso Yul.

—¿Solo así? —cuestionó Dioney— ¿Y si nos ven o reconocen?

Kousei desvió su mirada. Lo pensó por un momento, cerró los ojos rindiéndose y después soltó aire retenido, entonces se quitó la mochila y comenzó a buscar algo.

—Yo... yo tengo solución —mencionó.

Sacó de su interior unos cuantos antifaces de colores oscuros.

—Yo tengo antifaces que podrían servir. Eran para Frey y mi, ¡pero no es que piensan!

—¿Querían ser héroes? —se burló Yuliana.

—Bueno, si ser lo que piensan —confesó Kou.

—Solo son cuatro —se percató Froilán.

—Dos Frey, dos yo —respondió el niño.

—Repártanlos entre ustedes, yo no usaré, correré el riesgo —dijo Yul.

Dioney miró a su hermana, antes de tomar uno de los antifaces:

—Si es necesario, borraré tu imagen de las mentes.

Yuliana le sonrió y después cambió de tema.

—Lo primero que haremos será encontrar a la Señora y a Frey, también debemos recuperar la piedra y por supuesto, detener a las estrellas de la noche. Lo más seguro es que la diosa la encontremos en ese halo oscuro. —Señaló Yuliana en dirección al punto—. Tendremos que dividirnos para cubrir las áreas.

—¿Cómo lo haremos? —preguntó Froilán.

Yul les dedicó un rápido vistazo a sus primos, a su hermano y a ambos niños. Dioney y Luyana se colocaron dos antifaces, también lo hizo Froilán y el último se lo quedó Kousei. Yuliana aún se sentía débil, pero inspiró hondo y dijo con firmeza:

Crónicas del Quinto Sol: La diosa negraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora