7. Su recuerdo.

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La echo de menos.

¿Cómo no hacerlo?

A la poesía de sus costillas, a el vaivén de sus caderas, a la melodía que realizan sus pies corriendo hacia a mi...

Esa manera de vivir, de soñar, de subir a las nubes y volver a bajar, de volar con tan sólo un abrazo...

De ser con ella y con nadie más.

Porque cierto es, que la manera en la que me hacía temblar, nunca ha podido conseguirlo nadie más.

Y la recuerdo. A cada instante, a cada momento.

Recuerdo un día, que me quedé dormída en su pecho. Y desde entonces no he podido encontrar una almohada mejor.

Pienso, en aquella vez que mi mano agarró y ya no se quien tiene mi vida, si ella o yo.

Y sobretodo, la imagino conmigo, a mi lado, dándome esos abrazos que sólo ella sabe dar.

Ese es el mejor lugar del mundo que alguien puede encontrar.

(Y ojalá no me hubiese soltado nunca).

(Y ojalá nunca la hubiese soltado yo).

Poemas a un ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora