Capítulo 14, Ginger(s)

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No podía creerse lo que acababa de oír, se quedó de pie, mirando hacia la puerta, su tía se fue como había llegado, sabía que Oliver significaba algo para ella, y que le afectaría su muerte, o no se habría tomado la molestia de subir a decírselo. Pero... no podía ser, no ejecutaban a alguien sin haberlo sometido a un juicio, era imposible, tenía que estar mintiendo...

—Oliver no puede estar muerto... dijo que se quedaría... —musitó sentándose sobre la cama, aquello era simplemente... demasiado.

Así pasaron más de dos semanas, volviendo a ser envenenada diariamente, no le importaba, había sido confirmado, Oliver estaba muerto, su casa había sido puesta en venta, la noticia de su injusta muerte había estado en primera plana de todos los periódicos de la ciudad, la policía alegaba que todo había sido un error, un cambio de papeles, que el alegre británico había muerto en lugar de otra persona y para cuando se habían dado cuenta ya era demasiado tarde.

Ni siquiera le habían dejado ver el cuerpo... su tumba, estaba en uno de los pequeños y pintorescos cementerios de las afueras, la inscripción era sencilla, un tanto extraña incluso, no aparecía el año de su nacimiento, tan solo el de su muerte.

Le echaba de menos, más de lo que había pensado que haría, sobre todo teniendo en cuenta que lo conocía desde hacía muy poco, se sentó a comer, de forma robótica, con unas grandes ojeras adornando su rostro, comenzó a comer con el mismo tipo de automatismo, era como si no estuviera allí, sus tíos habían aumentado las dosis de los venenos, quizás para echarle la culpa a su anterior secuestrador si moría, poco le importaba su salud ahora mismo, no era como si tuviera ningún lugar al que ir fuera de esa casa, nadie que la esperara.

Llamaron al timbre antes de que pudiera introducir la cuchara llena de sopa en su boca, una visita, aquello era extraño sin duda. Su tía se levantó refunfuñando mientras su tío se centraba en el periódico, más concretamente en la sección de deportes.

—Disculpe que la moleste a esta hora señorita —dijo una voz masculina desde la puerta.

Probablemente hablando con la tía Enma, tenía un acento extraño, en cierto modo parecido al de Oliver, en rareza al menos, no había conocido a nadie antes con él, por lo que le llamó la atención, dejando la cuchara aún llena en el interior de su plato, con cuidado de no hacer ruido y agudizando el oído para escuchar la conversación.

—Verá, vengo a ofrecerle una forma de librarse de su sobrina, no me malinterprete, una forma de que pueda tener unas vacaciones y ella esté con personas que han pasado por lo mismo que ella —continuó el hombre.

—No nos interesa —respondió ella comenzando a cerrar la puerta con su tono estricto de siempre.

—No tiene otra opción, señora —replicó la otra voz con tranquilidad.

Le habría gustado ver exactamente qué pasaba, más cuando comenzaron a hablar más bajo y dejó de entender lo que decían, su tío se levantó extrañado, uniéndose probablemente a la conversación, no sin antes advertirle que no se moviera de la mesa.

Se planteó hacerle caso, ya la estaban envenenando, ¿qué más daba que la castigaran? Se acercó a la puerta de la cocina pero seguía sin escuchar nada, por lo que finalmente se asomó con cuidado, en la entrada estaban sus tíos, parecían bastante nerviosos, delante de ellos, en el umbral de la puerta, había un hombre pelirrojo de aspecto afable y ojos azules, con el pelo recogido en una coleta, cayéndole a un lado de la cara, ocultando levemente las pecas bajo sus ojos, sonreía levemente, de forma educada, pero a juzgar por el leguaje corporal de sus tíos, sus palabras no eran precisamente amables.

Cuando iba a acercarse, el hombre pelirrojo hizo una leve reverencia y se despidió, no sin antes lanzarle una mirada fugaz, acompañada por una sonrisa prácticamente imperceptible, retrocedió lo más rápido que pudo, sentándose en la cocina tras intercambiar los platos y haciendo como si no se hubiera movido del lugar, ¿quién sería aquel hombre? Estaba allí por ella, no cabía duda, quizás... no, no debería soñar despierta, sus tíos entraron en la cocina, parecían estar bastante molestos, pero sobre todo, aterrados.

Rosa y oscuridad. [2P!Inglaterra]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora