Parte nueve.
Se tumba en la cama, varias horas después, y ahoga un grito de dolor en la almohada. Quiere ponerse a chillar y a retorcerse bajo las sabanas, pero hacerlo implicaría despertar a sus compañeras de habitación y Hermione prefiere soportar su sufrimiento en silencio que explicar a esas chicas curiosas y entrometidas la forma en la que se ha hecho los moretones que ahora adornan sus brazos.
Le reconforta pensar que no es la única que ha regresado golpeada —abollada, destruida, completamente destrozada— a su Sala Común. Después de un rato de estar recibiendo maldiciones sin cesar, la tolerancia de Hermione rebasó el límite y se encargó de devolverle cada maldición a Bellatrix. Por supuesto, tuvieron un apasionante duelo de magos que acabó por dejar la sala hecha un desastre y a las dos tumbadas y exhaustas en cada rincón de la habitación: Bellatrix jadeaba, emocionada, y Hermione resoplaba, excitada.
Hermione quería levantarse y continuar con aquello hasta que hubiera una ganadora, pero su cuerpo no obedeció ninguna de las ordenes de su mente y se quedó allí: echada en el suelo con la adrenalina carcomiéndola por dentro.
El dolor y el lamento llegaron en el momento que tuvieron que ponerse de pie para volver a sus respectivas salas comunes.
Y, aunque se siente como si una manada de centauros la hubiera atropellado y luego un dragón de más de quince metros hubiera jugueteado con sus restos, no se arrepiente de lo que hizo.
Y por esa razón vuelve a la sala al día siguiente.
—¿No deberíamos pedirle que se transforme en un laberinto para que puedas practicar? —sugiere mientras se quita la túnica.
Bellatrix se encoge de hombros mientras se arremanga la camisa. Hermione no puede evitar notar que aun conserva los moretones y magulladuras de la noche anterior.
—¿Por qué no has ido donde la señora Pomfrey? —pregunta sin poder contenerse.
—No sé cómo explicárselo —responde Bellatrix, restándole importancia.
—La señora Pomfrey nunca hace muchas preguntas —asegura Hermione—. Puedes ir y decir que te has caído por las escaleras o...
—O qué tuve un duelo en los pasillos, ¿no se enfadaría por eso? ¿Qué fue lo que le dijiste?
—Que tuve un... accidente.
—Bueno, no creo que se trague esa patética excusa dos veces. Además, es lo suficientemente inteligente para hacer la conexión entre tus heridas y las mías, y preferiría mantener esto en secreto. ¿Se lo has contado a tus amigos?
Hermione niega con la cabeza y se abstiene de añadir que, de todas formas, ellos ya tienen sospechas bastante acertadas. Después de todo, fueron Harry y Ron quienes la acompañaron a la enfermería y ellos tampoco se creyeron la excusa del accidente, pero lo fingieron bastante bien mientras estaban con la señora Pomfrey.
Por supuesto, luego la asaltaron con preguntas y proposiciones de venganza. Hermione les ha asegurado hasta el cansancio que Bellatrix no tiene nada que ver, pero ellos saben que es ella quién está detrás de los moretones y han ofrecido muy contentos sus varitas para darle a la muchacha algo más que una advertencia.
Tiene el presentimiento de que no va a hacerlos cambiar de opinión pronto, así que se recuerda regularmente que tiene que mantenerlos alejados los unos de la otra. No quiere verlos pelear por un malentendido.
—Eso está perfecto, Granger.
—Podrías empezar a llamarme por mi nombre —dice Hermione en un arrebato.
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El trato | BELLAMIONE AU
FanfictionContrario a lo que cualquiera hubiera esperado (y querido), el nombre de Bellatrix Black es escogido por el Cáliz de Fuego para representar a Hogwarts en el Torneo de los Tres Magos. Bellatrix se encuentra ante la tarea más difícil de todos sus años...