Parte seis.
La espera por horas, tantas que ya casi todos los alumnos se han ido a sus habitaciones y es de las últimas que se queda sentada en las largas mesas, pero ella nunca regresa al Gran Comedor.
Está preocupada por ella, por lo que le pueda pasar y no encuentra ningún tipo de consuelo en su ausencia. Tampoco ayuda el hecho de que, cada vez que alguno de sus compañeros de su casa se va, le desea suerte para el día de mañana y ella sonríe forzosamente.
Un mar de aplausos explota en el momento en el que entra a su Sala Común, todos están ardiendo en emoción y expectativa por verla brillar en la segunda prueba, pero ella es incapaz de contagiarse con su emoción. Solo puede pensar en Hermione y en el que ella no llegara para la cena. ¿McGonagall habría sido tan dura con ella que ya no querría volver a ayudarla? ¿La habría hecho sentir avergonzada? Bellatrix es consciente de lo mucho que valora Hermione las reglas, así que si la profesora eligiera golpear ese punto...
No tiene cabeza para las celebraciones que intentan crearse en la Sala Común, así que se escabulle a su dormitorio cuando encuentra el momento perfecto y, luego, corre las cortinas de su cama y se esconde bajo las sabanas. El dormitorio se va llenando con el paso del tiempo, pero ninguna de sus compañeras se atreve a molestarla.
Intenta conciliar el sueño, pero es una tarea muy difícil. Los nervios están agobiándola otra vez, como ocurrió la noche anterior de la primera prueba, y le entran ganas de vomitar. Es complicado cerrar los ojos y dormir porqué no deja de preguntarse si su plan funcionará, si sus padres conseguirán las branquialgas, si ellas llegarán a tiempo mañana, si serán efectivas y no se quedará parada como una imbécil en el lago esperando que le salgan agallas, si Hermione la alentará en las gradas con su camiseta de quidditch puesta...
Escucha los ronquidos de sus compañeras y se envuelve más en las sabanas, forzándose a dormir. Pero no puede, es imposible. Los nervios, la angustia y el miedo la están matando, la acechan y la torturan cada vez que cierra los ojos. Se siente como el infierno.
Hasta que al final, después de un larguísimo padecimiento que la tuvo al borde de las lágrimas, consigue quedarse dormida.
Pero su cerebro no la deja descansar. Tiene sueños en los que se sumerge en agua oscura, en el que bestias gigantescas la persiguen e intentan agarrarlas con sus enormes tentáculos o cortarla por la mitad con sus pinzas gigantescas. Es horrible, angustiante y doloroso; sobre todo porque hay una sirena sentada sobre una piedra, observando el padecimiento de Bellatrix con una sonrisa desagradable mientras alza un cofre de oro entre sus manos.
Y, cuando un tentáculo se envuelve en su piedra y la jala hacia el fondo, llevándose contigo toda su fuerza de voluntad, valentía y ansías de demostrarle a todos que es mucho más que una niña rica que solo puede ser tenida en cuenta por el oro de su familia, escucha que alguien la llama, que alguien susurra su nombre en su oído y le recuerda —con ese inconfundible tono mandón— que no puede darse por vencida, y entonces empuña la varita y apunta a los enormes ojos de la bestia...
—¡Bella, Bella! ¡Por los calzoncillos de Merlín, son las ocho de la mañana!
Reconoce esa voz a la perfección, pero la ignora a propósito porque no es la voz de sus sueños. Gruñe y se echa a un lado, intentando volver a quedarse dormida para continuar soñando con ella, pero...
—¡BELLA, SON LAS OCHO DE LA MAÑANA! —grita Andrómeda mientras le quita la sabana de un tirón.
Bellatrix se yergue en la cama de golpe, sintiendo a su corazón latir enloquecido. Encara a su hermana con los ojos chispeantes de rabia.
—¿Y qué? —pregunta furiosa, aunque su voz es un ronquido adormecido.
Andrómeda abre los ojos, espantada.
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El trato | BELLAMIONE AU
أدب الهواةContrario a lo que cualquiera hubiera esperado (y querido), el nombre de Bellatrix Black es escogido por el Cáliz de Fuego para representar a Hogwarts en el Torneo de los Tres Magos. Bellatrix se encuentra ante la tarea más difícil de todos sus años...