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°·_Objetivo_·°

—Kamado-Kun —Lo llamaba la pilar insecto mientras movia su cuerpo suavemente. —Kamado-Kun ¿Estás bien?—

La noche anterior había podido escuchar leves sollozos provenientes del chico, y cómo no quería invadir su espacio personal, esperó hasta el día siguiente. No esperó encontrarlo en ese estado.

—...Buenos días — Habló cabizbajo.

—¿Porqué no dormiste en tu cama?  Te vi algo decaido ¿Que pasó? —Los ojos del menor estaban hinchados  y su voz  mostraba temor, Shinobu se estaba preocupando.

—No se preocupe, estoy bien.

Sin aparentar estar triste o decaido, sonrió sinceramente, y se levantó de allí. Su cuerpo sintió un fuerte dolor en sus caderas, y rápidamente salió de la habitación para no hacerlo notar. Fue una mala idea haber dormido así, y peor aún con el traje de cazador puesto.

—Que extraño...  —Shinobu suspiró. Supuso que había tenido una mala noche ya que después de todo, Kamado ha pasado por una vida difícil.

Eran las nueve de la mañana, y mayoría estaba despierto. Tanjiro se dirigió a la cocina luego de haberse arreglado el traje, y pudo observar a Inosuke comer con Zenitsu. Sonrió. Al menos estaban bien.

Desayunaron juntos y luego salieron a entrenar. Tanjiro se había olvidado lo que había pasado gracias a lo que hacían sus compañeros, y con normalidad iba siguiendole sus juegos. La tarde estaba pasando tranquila, o al menos así estaba hasta que Giyuu apareció delante de ellos.

—Tanjiro, necesito hablar contigo. —Ordenó mientras iba acercandose a él.

Kamado tembló —N-no, yo no tengo t-tiempo —Habló mientras retrocedía.

—Tanjiro ¿Estas bien? —Le preguntó Zenitsu al verlo en ese estado —Tu sonido muestra...

—Vamos —Sin poder decir más, el pilar lo había tomado del brazo y ahora lo llevaba hacia su finca bruscamente. De nuevo.

—¡Oiga, no es justo que entrene a Kamaboko y a nosotros no! —Inosuke no sabía lo que pasaba.

—¡Oiga, no es justo que entrene a Kamaboko y a nosotros no! —Inosuke no sabía lo que pasaba

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Tanjiro fue forcejeando con el pilar, pero no podía con tanta fuerza. Había empezado a desesperarse, y sin tener otra opción, paró en seco antes de llegar a la finca, y empezó a jalar su brazo.

—¡Suelteme! Nunca accedí a hacer esto con usted. ¿Por qué me quiere obligar? —Habló mientras lágrimas se acumulaban en sus ojos. —¿P-por q-

—Lo siento —Interrumpiendo su hablar, Tomioka lo tomó suavemente de su cintura y lo abrazó. —Lo siento mucho. —Su voz también se estaba quebrando, y evitando verle la cara al chico, se aferró fuertemente a su cuerpo, escondiendo su rostro en su cuello. —No sé qué pasó... Perdóname.

El Sustituto De Una Mujer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora