Capítulo 1: Así se siente México...

7 0 0
                                    

15 de septiembre del 2018. 9:30 am
Preparatoria Federal Ignacio Caritino.

   —¡Jaime! —la escuché decirme— ¡¿Ya mero ?! ¡Ya van a ser las 10, Jaime! ¡¿No vas a ir ?!

   —¡Voy! —le contesté poniéndome la chemise de la preparatoria frente al espejo.

   De nuevo, cada vez que un camión pasaba sintió que el techo soltaba más polvo; desde que nos habíamos mudado a ese lugar de la separación de mi madre con mi padrastro, las cosas no estaban muy bien. Nuestro hogar era un lugar un poco pequeño.
   Sólo había una gran habitación cuadrada en la que estaba la cama de mi madre (la más grande), un sofá de tres personas, una pequeña mesita de té, la mesa y tres sillas, un armario donde mi madre tenía sus cosas, un espejo de pared, el mueble de la televisión y la pequeña cama de Leopoldo, mi gato café. También, a un lado de esa gran habitación, un baño muy pequeño que sólo tenía el retrete, el lavabo y una cabina rectangular en dónde sólo estaba la regadera, (gracias a Dios, ese lugar estaba conectado a un hotel, así que la tubería pública a la que estábamos conectados nunca se quedaba sin agua). En ese mismo lado, junto al baño, estaba la pequeña habitación de la cocina, en la que sólo estaba una estufa de gas muy pequeña, el fregadero, el pequeño refrigerador de dos bloques, una encimera donde mi madre hacía la comida y el horno de microondas.
   No era mucho, pero era el comienzo de nuestra vida independiente. Mi padrastro trabaja en las oficinas de Pemex, así que no habíamos sufrido de dinero por casi 10 años, a pesar de que mi madre también trabajaba como maestra de psicología en una secundaria. Sin embargo, el tipo era algo anticuado, supongo que aún sigue siendo de esos que piensa en cambiar vacas por mujeres como forma de proponer matrimonio en la actualidad. Fue por eso y por los constantes abusos verbales que teníamos con él, que mi madre decidió separarse. Claro, eso y por Hugo ...

   —¡¿Quieres café? —Me preguntó mientras bajaba las incómodas escaleras del ático que era mi habitación.

   Parecía un lujo tener un cuarto propio, pero no lo era. Era un lugar muy oscuro, frío y pequeño. A veces bajaba a dormir en el sofá porque ahí arriba parecía que iba a morir de hipotermia luego de acostarme seguido de un baño.

   —Claro ... —respondí tomando mi teléfono de la mesa de té.

   —Ay, pues ven y házlo tú ofreces mi madre con una voz preocupada—. No le sé mover a esta cosa, ¿y si la rompo?

   Sonreí al mismo tiempo que miraba los mensajes de un amigo y conectaba la cafetera. Leopoldo se acostó en un cojín del sillón mientras mi madre encendía la televisión. El noticiero hablaba sobre la nueva tormenta tropical que pasaba por Acapulco y estaba próxima a llegar a Ciudad Cocos .

   —Madre mía, en Acapulco parece que se van a hundir con lluvias —comentó mi madre tomando su taza de té que había preparado momentos antes—. ¿No tenías a un amiguito allá? De esa vez que fuimos con Arturo. ¿Cómo se llamaba? ¿Santi? ¿Sami?

   —¿Sandy? —Contesté poniendo los granos de café en la cafetera— Sí. Casi no hablamos mucho por mensaje, ya sabes que está muy ocupado. Trabaja en un hotel y eso lo tiene en movimientos siempre.

   El café se estaba preparando mientras me iba a prepara un sándwich. Leopoldo se acercó a mí para robarme un pedazo de jamón. Fue ahí, justo cuando lo tenía en su boca, que un ligero temblor sacudió our pies. Apenas y pudo mover algo en las mesas, pero nosotros lo sentimos bastante mal; mi madre casi tiraba su taza de té, Leopoldo se estrelló contra el refrigerador debido a que estaba muy cerca, pero no se lastimó de gravedad. Por mi parte, se me cayó el cuchillo al suelo.

   —¿Estás bien? —preguntó mi madre preocupada mientras Leopoldo salía corriendo por la única ventana que teníamos.

   Contesté que sí y salimos de la casa. Tomé mi mochila y me encontré con Javi. Mi hermano menor. Él estaba de pie frente el pequeño portón de la casa, observando con atención. Portaba el uniforme de la secundaria y estaba peinado hacia un lado como todos los chicos de moda en su escuela. Abrió el portón mientras mi madre le ponía una mano en la mejilla.

El Día de los CondonadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora