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No sé qué hora era cuando abrí los ojos por unos susurros que poco a poco se fueron convirtiendo en gritos

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No sé qué hora era cuando abrí los ojos por unos susurros que poco a poco se fueron convirtiendo en gritos. Una cualidad de Danna es que hablaba gritando sin darse cuenta, y eso fue lo que hizo que me despertara. Cuando las miré, vi a Riley y Danna hablando, y a Alli aún durmiendo. 

—Buenos días, ¿cómo estás? —me dijo Riley cuando se percató de que estaba ya despierta. 

—Bien, ¿y vosotras? ¿De qué habláis? 

—Hablábamos de los chicos, de que nos cayeron muy bien. ¿No te parece? —Danna lo dijo con tono burlón, y yo sabía que se estaba refiriendo a William.

—Sí, claro, Harry es buen chico —dije levantándome de la cama y yendo al armario. Quería evitar el nombre William. 

—¿Y William? —preguntó Riley.

—¿Quién es ese? No lo conozco, no lo he visto —cogí unos pantalones cortos y una camiseta de tirantes amarilla, y antes de salir de la habitación para la ducha, Danna me cogió del brazo—. ¿Qué te pasa? 

—¿Qué pasó ayer con William? A ver, no me refiero a la parte en la que os peleásteis, que ni siquiera estoy segura de que fuera una pelea, sino en general —arqueé una ceja sin entender nada. Riley se dio cuenta. 

—Lo que Danna quiere decir es que cuando viste a William te cambió la cara. Como si hubieras visto un fantasma —añadió Riley—. ¿Qué te pasó por la mente cuando lo viste? 

—Me pareció un chico muy guapo —confesé—. Y estaba muy confusa porque es la primera persona tras Niall que ha conseguido despertar algo en mí —lo pensé algo mejor, y dije—: más bien, es la única persona aparte de Niall que me ha llamado la atención. Pero como digo, solamente me llamó la atención que le vi algo interesante. Algo que no había visto nunca en nadie. Ya veo que lo que le diferenciaba de los demás es que nunca he conocido a alguien tan gilipollas como él. 

—Niall no se queda atrás... —susurró Danna. 

—Pero Niall me ha regalado una relación estable, una adolescencia plena. Sí, Niall es un egoísta y un completo gilipollas y a pesar de todo no me he olvidado de él ni mucho menos. Pero es que opino que olvidarse de alguien es imposible. Aprendes a vivir con el hecho de que ha pasado por tu vida, pero no creo que lo olvides —nos quedamos en silencio un buen rato, y después nos abrazamos. 

—Es un poco como... —dijo Danna—... Riley con Daniel, o yo con Emil. 

Riley y Daniel habían estado "juntos" desde hacía cuatro años. Un poco más o menos desde que empezó el instituto, también. Pero su relación no había sido tan fácil como la de Niall y yo. Daniel era un chico pelirrojo, guapísimo y muy pero que muy alto que vivía en Edimburgo, y conoció a Riley en una visita a sus abuelos, en Oxford. Y ni mucho menos se conocieron y ya se enamoraron y vivieron felices y comieron perdices. Conocimos a Daniel en el verano de 2009, cuando su padre y el de Riley tuvieron un accidente con el coche. A ellos no les pasó nada, pero a los coches sí, así que tuvieron bastantes disputas. Pero Daniel era más o menos de nuestra edad, dos años mayor si no recuerdo mal, y tras muchos días viendo a Riley, ella le invitó a salir con nosotros. Por nosotros me refería a nosotras tres, Niall, algunos amigos de Niall, y algunas amigas nuestras de Oxford. Y poco a poco, nos fuimos haciendo amigos, y Riley y él enamorándose. Lo que pasa que no todo lo bueno dura, y es que cuando llegó septiembre Daniel tuvo que volver a Edimburgo. Sin embargo, prometió a Riley volver. Y volvió al año siguiente, y ese verano, empezaron a estar juntos como novios. Pero de nuevo volvió septiembre, y, aunque lo intentaron en la distancia, no salió muy bien, y finalmente lo dejaron. Pero volvió a llegar el verano, y tras un acuerdo de los dos, Daniel y Riley serían amigos con derecho, pero nada más. Lo que pasa que en esas relaciones, cuando te enamoras, pierdes, y ellos ya estaban enamorados. Y perdieron. Daniel ese año iba a la universidad y era consciente de que ya no iba a venir tanto en verano, y lo peor es que Riley también era consciente que una relación a distancia no iba a salir bien. Tras mucho dolor, Riley y Daniel terminaron, para siempre. Nos enteramos de que Daniel volvía a Oxford días antes de que nos viniéramos a Londres. Riley insistía en que no pasaba nada, pero apostaba que solo pensaba tras eso en todos los momentos juntos. Por eso este verano era un buen momento para intentar pasar página de una vez por todas.

La historia de Emil y Danna es un poco... diferente. Muy diferente. Danna conoció a Emil hacía dos años, en verano, en las clases de recuperación de Biología. Emil era hombre de unos veinticinco años, casi diez años mayor que Danna, que le daba clases particulares. Emil no era nada del otro mundo. Gafas, estatura media, castaño y pecoso. Pero Danna podía pasarse horas con él, primero hablando de Biología, después hablando de su día a día, después de sus problemas y finalmente de lo mucho que se querían. Danna y Emil estuvieron saliendo a escondidas durante más de un año. Para los padres de Danna, durante el curso, ella seguía yendo a clases de Biología, pero en verdad, solo iba a estar con el profesor de Biología. Tal dieron alguna clase de Anatomía, pero yo ahí no me meto. Como se puede imaginar perfectamente, tras más de un año saliendo juntos, la madre de Danna, una vez que fue a recogerla antes de tiempo, se encontró la puerta de la casa de Emil entornada, y entró. Se encontró a Emil y a Danna besándose, y tras las amenazas de la madre de Danna a Emil, él la bloqueó de todos lados, se mudó a otro sitio y Danna no ha vuelto a saber de Emil desde entonces. 

—Realmente, eran buenos tiempos. Ese verano fue perfecto —dijo Danna. Las tres nos habíamos sumergido en aquel verano en el que estábamos tan felices. 

—Hagamos de este verano uno mejor —les dije yo—. Empezando por la ducha. 

Y tras ducharme, echarme espuma en el pelo y vestirme, bajé al salón, y empecé a preparar el desayuno. Había una nota de Louis, que decía que tenía turno de mañana y de mediodía, que no le esperáramos para comer, y que a las nueve habíamos quedado con los chicos en Holland Park. Holland Park estaba muy cerca de aquí y era un lugar encantador donde pasar la noche, salir a cenar y charlar. Cuando las chicas bajaron, se lo dije, y tras desayunar, insistieron en ir a dar una vuelta por el barrio para hacer hora para la comida. 

Mientras yo me maquillaba, ellas se duchaban y se vestían. Y tras una hora, estábamos en la calle. Cerré la puerta con llave, y nos pusimos a andar. El barrio lleno de casas de colores y de gente me encantaba. Tenía mucho encanto, y a mis amigas también les gustaba. 

—Podríamos ir al parque ese que está cerca de aquí —dijo mi hermana Alli. 

—A Holland vamos esta noche Alli —le contesté. 

—Me refiero al otro, al que tiene el castillo —pensé y caí en la cuenta del otro parque que había cerca de aquí. Era precioso. Caminamos quince minutos hasta él. Se llamaba Kensington Garden, y era una maravilla. Estuvimos echándonos fotos en todos los rincones, desde el estanque hasta un pequeño palacio que había dentro. 

—¡Échame una foto allí! —no paraban de decir Alli y Danna. Riley siempre había sido más vergonzuda para esto de las fotos, y a mí se me daba mejor echarlas que posar. Danna me echó unas cuantas, pero no tantas como Alli y Danna tenían. Cuando llegaron las dos de la tarde y empezaba a hacer algo de calor, decidimos ir a comprar algo de pasta, tomate y bacon a una tienda que había cerca de allí y cocinar pasta. 

Tras la comida, decidimos poner una película de miedo. Yo estaba segura de que...

...de que me dormiría. Unos zarandeos me despertaron no sé cuánto tiempo más tarde, y cuando abrí los ojos, era Louis el que estaba ahí despertándome. 

—Despierta, dormilona, son casi las ocho de la tarde. Os habéis quedado dormidas las cuatro —miré a mi alrededor, y vi a mis amigas y a mi hermana durmiendo en los sofás, al igual que yo. Me levanté y abracé a mi primo, que me avisó que subiera a prepararme porque éramos muchos y tardaríamos. 

Me decanté por un mono corto con rayas azules, negras y blancas. Tenía el pelo bien de esta mañana, así que solo faltaba maquillarme. Me hice un ahumado en tonos morados y marrones que no quedó nada mal, pero que me llevó mucho tiempo. Tanto, que cuando bajé, estaban todos esperándome en el sofá. 

—¡Ya era hora! —expresó Danna—. No aguanto que la gente tarde. 

—Me lo ha pegado mi primo Louis —le contesté riendo. 

—Pues sí, porque también es un tardón: ha bajado hace dos minutos —replicó Danna mirándole. 

—¡Oye! No me trates así —rio Louis. Veía en ellos dos muy buen rollo, y me alegré mucho de que a pesar de no haber empezado de la mejor forma, ahora no se llevaban mal—. ¿Qué habéis hecho hoy?

—Hemos ido a Kellingston, y hemos estado echando fotos —le contestó Alli. 

—Vamos a recoger a William antes de ir a Holland —ahí, se me encogió el corazón. Se me había olvidado por completo la existencia de William—. Vive al final de esta calle. 

—¿Entonces William y tú sois vecinos? —le preguntó Riley. Louis le asintió con la cabeza. Cuando llegamos, no hizo falta que esperáramos a William: estaba con una chica esperándonos, y cuando nos vio, me miró de arriba a abajo sin intentar disimularlo.




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