happier

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Josephine

La semana había pasado en una abrir y cerrar de ojos que no me dio tiempo a pensar que los exámenes finales estaban a la vuelta de la esquina. Eso sólo significaba una cosa. Me iba. Con mis padres llegamos al acuerdo de que cuando terminará la secundaria, nos iríamos a Francia.

Me dolía, me dolía tener que dejar una vida que formé aquí, pero sabía que no podía seguir quedándome aquí. No mientras veo como Hero es más feliz con otra persona que con lo que fue conmigo. No me malinterpreten, me alegra que él sea feliz, pero eso no quiere decir que no me duela. Llevo enamorada de él varios años y cuando terminamos caí en una depresión profunda de la cuál logré salir poco a poco, pero verlo con otra persona hace que mi corazón se rompa en mil pedazos y quizás irme sea la mejor decisión que tome en toda mi vida.

Llegué a la casa de los gemelos porque hoy teníamos que hacer un proyecto para el curso de Biología, y para mí no tan mala suerte, iba sobre sexo. Así que me esperaba una larga tarde con aquellos adolescentes hormonales.

—Hola, mi amor.—Dixton me dio un pico, él ahora era un poco más dulce que su hermano, es como si hubiesen intercambiado personalidades. Empezamos hacer el trabajo en un cómodo silencio, no hubo momentos incómodos ni mucho menos roces y lo agradecía, porque sentía que si los tres nos calentabamos por todo lo que estábamos viendo, saldría de aquí en silla de ruedas.

—Oh mierda.—susurro Dixton mirando su móvil, lo miré confusa.

—¿Pasó algo?—pregunté.

Él negó, pero se levantó del sofá para ir hacia su habitación. Miré a su hermano quien se encontraba sin expresión alguna en el rostro y completamente desinteresado de lo que pasará con su hermano gemelo.

Dixton salió con una mochila y su chaqueta de cuero, me gire en el sofá para verlo.

—¿A dónde vas?—pregunté.

Su rostro se volvió pálido.

—De-Debo hacer una cosa.—no me dejó responder y salió de casa. Volví a girarme esta vez para mirar a su hermano y me cruce de brazos.

—¿Qué?—preguntó al ver que lo veía, enarque una ceja.

—¿Qué es lo que pasa? Desde hace semanas están actuando muy extraño.—pregunté.

—No pasa nada, Josephine. Ahora terminemos esta mierda.—él volvió a mirar su cuaderno, pero mi mirada no abandonaba la puerta de su habitación. Sin decir nada, me levante y camine hacia allí, pese a los llamados de Driki diciendo que no entrara, pero no le hice mucho caso. Cuando estaba apuntó de abrir la puerta, Driki me acorralo y coloco mis manos arriba de mi cabeza.—No vas a querer ver lo que hay dentro.

—¿Por qué no? ¿Acaso venden droga?—pregunté divertida, al ver que no respondía y miraba hacia otro lado, mi sonrisa abandono mi rostro.—¿En que se han metido?—volví a preguntar en voz baja. Driki me soltó y pasó sus manos por su cabello.

—Mierda. No debes de decirle a nadie de esto, Josephine. Si alguien se entera que sabes de esto, vas a correr peligro.

Trague saliva e iba decir algo, pero el timbre sonó quitandome la palabra de la boca.

—Necesito que te sientes en el sillón y finjas que todo está bien, ¿de acuerdo?—asentí asustada por la forma en la que lo dijo, me senté en el sofá y fue en este momento en que me arrepentí llevar falda. Pasé mis manos por ella nerviosa y oí voces detrás mío.—¿Qué hacen aquí? Saben que no podemos llamar mucho la atención.

—Venimos a ver nuestros asuntos, pero parece que estas ocupado.—la voz de aquel tipo hizo que me tensara.

—Eh, si. Es mi compañera, estamos haciendo un proyecto.—Driki apareció en mi campo de visión junto aquel hombre que ahora que lo veía, daba mucho miedo. Era de contextura gruesa y era mucho más alto que Driki.

—Hola muñeca.—se acercó para sentarse junto a mí. Le ofrecí una sonrisa.

—Hola.—dije como pude.

—¿Como te llamas?—preguntó mientras su mano acariciaba mi muslo. Me tense y le di una mirada rápida a Driki.

—Jo-Joselin.—contesté. Aquel hombre sonrió aún más.

—Joselin, que bonito nombre.—su mano siguió subiendo y bajando por mi muslo hasta que se colocó debajo de mi falda.

—Rix.—le llamó Driki, el tal Rix quito su mano de mi muslo devolviendome la respiración al cuerpo.—Vamos por lo que viniste.

—Vamos.—respondió y se levantó no sin antes darme una mirada.—Ya nos estaremos viendo, Joselin.

Cuando se alejaron, empecé a guardar mis cosas hasta que oí que se fue.

—Jo, lo siento... No-No pensé que se presentaría aquí.—se disculpo Driki e intento tocarme, pero no sé lo permití.

—No quiero estar más aquí.—solté. Necesito a Hero. Siento... Siento un nudo en el pecho y lo necesito a él.

—Por lo menos déjame llevarte a casa, no puedo dejarte ir sola.—asentí y salimos de su casa para poder ir a la mía. Una vez estuve en ella y el auto de Driki se alejó, cruce la calle y empecé aporrear la puerta de la casa de Hero.

—¡Ya va!—oí que grito Martha.—Oh, Josephine.

—¿Es-Esta Hero?—pregunté. Ella negó.

—Pero debe estar por llegar, fue a comprar unas cosas con Sabrina. Si deseas lo puedes esperar.—asentí y me adentre en la casa.—¿Estás bien?—preguntó al ver que temblaba demasiado. Asentí sin dudarlo. Nos sentamos en el sofá de su sala a esperar a la parejita, la puerta se abrió después de unos eternos 10 minutos y oí risas.

—Te amo tanto.—oí que Hero le dijo a Sabrina provocando que mi corazón se encogiera.—Josephine.—dijo sorprendido al verme, me levante hasta colocarme frente a él y sin pensarlo lo abrace. Hero soltó las bolsas que traía en manos y me devolvió el abrazo, fue allí en que rompí a llorar.

—Él-Él...—intente hablar, pero nada salió de mi boca, Hero me separó de él y limpio mis lágrimas.

—¿Qué pasó?—preguntó preocupado, y empecé a contar lo que había pasado, excepto lo de la droga.

Me quedé sentada en el sofá siendo consolada por Hero y de alguna manera sentí que no existía nada más a nuestro alrededor.

—¿Eres feliz?—pregunté.

Él se quedó pensativo unos segundos, pero terminó asintiendo.

—¿Más de lo que eras conmigo?

—Jo, fui feliz contigo, de verdad, pero con Sabrina es diferente. No quiero lastimar tus sentimientos diciéndote esto, pero... Siento que ella es la mujer con la que me quiero casar y formar una familia.

Apreté mis labios y asentí.

—Me alegro que uno de los dos por lo menos es feliz, y yo, yo seré feliz mientras tu lo seas.

Apoye mi cabeza en su hombro hasta quedarme dormida.

Sour | HerophineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora