Secreto

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Se tumba en su cama y tira un suspiro a la nada, cansado, ilusionado, fastidiado. El cabello lo tenía mojado y su mirada perdida al igual que sus pensamiento. Uraraka. Sonríe desprevenido.

Hace más de un mes que tenía esas visitas fugaces en su habitación, cada vez más intensas y más sentimentales. Confundía más al rubio y eso no hacía más que enojarlo. Maldita sea. Estaba rendido ante sus encantos, ante ella y su estupida forma de ser. Ríe. Que ironías de la vida, del destino, ella estaba enamorada de Deku. Lo quería matar.

Sus gemidos, su mirada dócil, sus labios y cada parte de su cuerpo era suyo y no dejaría que nadie más se adueñase de ella. No. Le hervía la sangre de tan solo pensar que otro podía hacerla suya.

- Uraraka... -extiende su mano queriendo tocar el techo con la mente enredada.

Toc toc.

- ¿Bakugou?

Esa voz, era ella. Mira fugaz su reloj digital. Las doce de la noche. ¿Y yo que hago despierto a esta hora? Se maldecía por violar sus propias restricciones de dormir a las ocho de la noche. Se levanta de la cama y abre su puerta encontrándola en pijama, con el cabello alborotado y estrujándose un ojo. Eleva una ceja.

- ¿Qué haces aquí? ¿Y peor a estas horas cara redonda? -susurra casi gritando mirando a ambos lados.

- No puedo dormir. ¿Me acoges en tu habitación? ¿O vienes a la mía?

- ¿Estás loca? Esta es la tercera vez en este mes.

Si, no era la primera vez que hacía esto de molestarlo en medio de la noche para que la abrazase y durmiera en su pecho. Era su lugar de refugio, un lugar donde ella se sentía muy segura a su lado.

Ella sin decir nada bosteza y se entra a su habitación para introducirse debajo de sus sábanas acostándose de lado. Bakugou sentía tener un tic en el ojo y apretaba los dientes por tremendo atrevimiento. Tira su cabeza para atrás lanzando un suspiro sintiéndose atado por quererla tanto. Cierra su puerta con seguro y apaga la luz, se acuesta.

- Tsk ¿ya puedes dormir? -bufa.

Se da la media vuelta para poder encontrarse con sus bellos ojos rubí que fingían estar cansado pero realmente mostraban su preocupación.

- Si, ya puedo dormir.

Se le acerca más sintiendo su calor corporal.

¿En qué momento pasamos a esto Uraraka? ¿A de solo vernos para tener relación a que quieras dormir a mi lado sin ningún pensamiento lujurioso? ¿A que prefiera verte sonreír a escucharte gemir? Sabía que desde el primer momento que le dieron ganas de besarla en el accidente que tuvieron en la cocina hace mucho tiempo atrás caería rendido ante sus pies, lo enredaría y no quería reconocer lo que realmente tenía, lo negaba hasta morir.

Acaricia su mejilla quitando todo cabello rebelde que estorbaba en su bello rostro y la mira detenida. El corazón le bombea. Ella sonríe al sentir su tacto. Se acerca más.

- No te acerques tanto. -bufa.

- Ugh. -frunce el ceño y se separa.

- ¡Oi, oi, oi! -agarra su hombro y la obliga a acercársele- No te dije que te separes de mi.

- Entonces decídete.

Gruñe. La agarra de la cintura y la acerca juntando sus frentes. Su respiración se entremezclaban y los latidos de ambos corazones se escuchaban en uno solo.

- Nunca te separes de mi Katsuki.

- No digas tonterías cara de ángel, jamás me separaré de ti.

Y así ella una vez más estaba entrando en su corazón a realizar un remolino de emociones que él no podía aguantar. ¿Tu te sentirás así también?

- ¿Te acuerdas como comenzó todo? -sonríe mirándolo a los ojos.

- ¿Cómo no? Hasta el momento el único que sabe de nosotros es Sero.

- Sero. -suspira- Le debemos mucho por cuidarnos la espalda.

No, no tenían ni idea de qué también su querida amiga los cubría sin que ellos se enterasen sin recibir nada a cambio.

- Si hablaba lo hacía explotar. -gruñe.

- Ya han pasado más de cuatro meses Bakugou, y me siento demasiado bien. Me siento muy bien.

El rubio la miraba levemente sorprendido pero conmocionado cosa que no aparentaba.

- ¿Tu como te sientes?

- Me siento bien.

Ella sonríe, encantada.

- Que bueno, porque pienso venir a molestarte todas las noches sin falta y más te vale que me recibas en silencio. -ríe.

Bakugou agarra su cintura con ambas manos y la sube un poco más logrando tener más altura.

- Moléstame todos los días si es necesario. -sonríe, se le acerca al oído- Pero no te quejes cuando te quiera cobrar a mi manera. -le da un beso en su cuello.

Uraraka ríe en silencio feliz haciendo que él instintivamente también lo haga.

- Gracias por no abandonarme.

- Solamente lo hago porque me dijiste que te casarías conmigo. -bromea.

- Dime como lo puedo olvidar, si me lo propusiste de la manera más romántica.

Ríen más sonoros al recordar la primera vez que apareció esa propuesta. Tienen dieciséis años pero los sueños eran grandes para ellos.

- Nunca dejes de sonreír.

Ella queda anonadada, primera vez que le decía eso después de decirle todo el tiempo que no lo haga ahora se lo pedía. Su corazón le palpito más fuerte.

- Y tu nunca dejes de pedírmelo.

Secreto || KacchakoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora