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No siempre se tiene la razón en todo. Hay momentos donde, sin importar la crueldad de las palabras, es mejor recibirlas que evitarlas.

Nunca sabes cuando es el momento de ceder la razón.
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—Chloé... — El rubio trató de hablar. Pero la chica lo interrumpió antes de que él pudiese pronunciar otra palabra.

—¿Sabés? Me causa gracia...— Se quedó en silencio cinco segundos, en los cuales en ninguno lo miró — Aparentemente nuestros años de amistad no significaron algo para ti.

—Eso no es cierto — Dijo en un susurro,  que ella ignoro.

—Pero, esta bien. Yo me lo busqué, por creer de una manera tan tonta que seguíamos pensando lo mismo — Nuevamente hubo silencio — ...Sintiendo lo mismo.

Él no dijo nada ante eso. Y eso, ella lo entendió.

—Acompaña me — Ordeno, ignorando la mirada que todos en el lugar, como estuvo haciendo todo el rato. Empezó a caminar en dirección a la salida, metiendo una de sus manos en el bolso, sacando el sobre.

El modelo la siguió sin pronunciar palabra alguna. Estaba molesto, molesto con él mismo, por ser tan idiota.

— Esta lloviendo — Dijo en un tono bajo el pianista. Mirando hacía el cielo, el cual se empezaba a oscurecer, y las gotas que las nubes desprendían, descendían suavemente al suelo, haciendo pequeños y suaves sonidos al momento de tocar el mismo.

La de ojos zafiros lo miro de reojo, volviendo a colocarse la capucha que anteriormente se había bajado.

—Ya se tardaron en venir por ti, Chlo...—No dijo lo siguiente, pues sintió como sus labios eran agresivamente besados.

Chloé solo apartó la mirada a un lado, no queriendo ver más la escena tan ridícula que su enemiga acababa de hacer.

—Te veo mañana, cariño — Dijo la de coletas, quién aparentemente ya no se sentía culpable por lo que había sucedido anteriormente adentro. Miró de reojo a la rubia y le sonrió con arrogancia (nada común en ella) para volver a besar al rubio, quién seguía en shock.

Y con eso, así como apareció se fue, no pretendía mojarse, ya que había olvidado su paraguas en casa (el que le presto Adrien). Rápidamente la lluvia hizo acto de verdadera presencia.

—Te traje aquí porque tengo algo que darte — Habló con rapidez la hermosa chica al notar que él salió de la sorpresa para hablar.

—¿Sí? —Más que afirmación sonó a pregunta. Volteo su rostro para poder verla mejor. Llevando su mano a la capucha de ella para bajarla lentamente. Ignorando como los alumnos chocaban contra ellos para salir de la escuela, y llegar lo más pronto posible a sus casas.

La blonda al ver tal acción, apartó la mano de él, cuando la capucha ya se encontraba nuevamente en sus hombros.

— Me iré caminando — Dijo sin darle importancia.

El de ojos verdes la miro incrédulo.

— Claro, como no — Respondió con sarcasmo. Ella volteo su rostro para verlo.

— De hecho, lo digo muy en serio. — La seriedad en su mirada demostraba que lo decía de verdad.

Él se quedo pensativo.

»Chloé Bourgeois, la chica más diva de París ¿se irá caminando? Era poco creíble«

En fin. No te traje aquí para decirte que me voy a pie a el hotel —Recordó. Para sacar sus manos de los bolsillos de la chaqueta, de donde sacó dos sobres, uno era el que minutos atrás estaba terminando, y otro lo tenía finalizado anoche. Eran idénticos, lo que cambiaba era los colores invertidos. —Elije una.

Lo Que Una Vez Hubo Entre Nosotros. [Adriloé]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora