Hay algunas situaciones en que el glamour sale por la ventana y la vergüenza pasa a segundo plano. Una vez que te acostumbras, ya nada importa y cualquier cosa que puedan decirte, no vale la pena.
No recordaba si lo había leído o escuchado en algún sitio, pero la frase: "cuando tu opinión sea dinero, me la das", la aplicaba a diario.
Es por esto que Yuri Plisetsky se encontraba tendido en el sofá de su casa vestido con un pantalón de pijama de unicornios, una camiseta que probablemente era de cuando tenía quince y una bolsa de chícharos congelados sobre sus ojos.
Esa era su idea de día de spa.
Había conseguido su jodido día libre después de pelear y amenazar al idiota de su compañero de trabajo en la perfumería, Misha, para que tomara su turno por una miserable jornada.
En la tele se reproducía algún disco de Rammstein al azar y todas las ventanas de su pequeño apartamento estaban abiertas para que se ventilara lo suficiente antes de empezar con el aseo general.
Volteó la bolsa de chícharos y gimió ante la nueva sensación de frescura sobre sus ojos hinchados por la falta de sueño. Minako le había recomendado unos parches de colágeno para las bolsas bajo sus ojos, que eran excelentes, pero este mes no sería la ocasión, tendría que conformarse con la comida congelada en su refrigerador; Yuri no podía darse gustos no planificados, había prioridades: tenía que comprar la lista de útiles escolares de Katya y no podía ni empezar a imaginar qué es lo que los profesores le pedirían o la ropa nueva, ¿por qué los niños crecían tan rápido? las zapatillas de deporte ya no le quedaban bien y las había usado apenas dos meses... debería venderlas online, ¿verdad?
Ugh. Se supone que se iba a relajar un momento, pero no podía dejar de pensar en las cosas que se acumulaban para el futuro próximo y ya le empezaba a doler la cabeza.
A este ritmo, los benditos chícharos se cocinarían en su cara.
Genial, ya no tendría que hacer el almuerzo.
Gruñó en voz alta cuando la música se interrumpió por la maldita publicidad.
El abuelo había llevado a Katya de visita donde sus otros abuelos, así que estaba solo en casa, podía decir improperios si quería, pero ni siquiera tenía el ánimo para eso. Le hubiese gustado dormir un poco más, un par de horas, quizás hasta el mediodía, pero su reloj biológico era un desconsiderado y seguía abriendo los ojos a las seis de la mañana puntualmente.
Un comercial siguió a otro, de algo de política, no tenía, no le importaba y arrojó la bolsa de chícharos al televisor solo para desquitarse con algo.
🩰🩰🩰
Yuri estaba lejos de ser un padre ideal, lo sabía, no lo negaría jamás, pero se esforzaba por su hija.Jamás creyó que llegaría a tener que criar a otro ser humano, su plan era ser el tío cool y a la moda de los hijos de su mejor amiga, viajar por el mundo siendo un bailarín de ballet famoso y cuidar a su abuelito cuando estuviese más viejo.
No sucedió.
Lo único que aprendió es que la gente hace cosas raras cuando está ebria (y si es que solo era alcohol lo que había en ese trago) y un pequeño error puede hacer estallar en pedazos el mundo de las personas. El método de concepción de Katya no fue el más ortodoxo, considerando su homosexualidad declarada desde su más tierna infancia y que Natalya tenía un tipo muy definido por los hombres (un tipo que en realidad compartían), pero las cosas habían sucedido y no se podían deshacer.
Y tampoco querría deshacerlas. Katya era su bebita, su gatita, su mejor logro, era aguda, inteligente y muy habladora, a veces sentía que no se parecían mucho en algunas actitudes, sobre todo cuando su hija decidió que odiaba el ballet, que el animal print no era lo suyo y que el chocolate no era tan bueno; pero no dejaría de amarla, se enamoró de ella la primera vez que la arrojaron a sus brazos cubierta de líquidos sospechosos y chillando como si le estuvieran pegando, cuando no era más que una cosita rosada y regordeta que enredó sus puños en su largo cabello y casi le arranca un pedazo de cuero cabelludo tratando de librarse de ella.
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Dance Class [OtaYuri]
FanfictionNo importa cuanto planees las cosas, nunca saldrán como realmente quieres. Yuri llevaba demasiado tiempo sabiendo esto y aún así necesitaba planificar para poder equilibrar su trabajo de vendedor de perfumes en el centro comercial, su trabajo como i...