Después de estar toda la mañana fingiendo una sonrisa amable en su trabajo en la perfumería, los músculos alrededor de su boca se sentían raros.
Ah.
Mientras esperaba que Minako saliera de su clase, se masajeó sus mejillas tratando de que se le bajara un poco la sensación de entumecimiento. Probablemente se veía ridículo haciendo muecas a la nada, pero no podía importarle menos, no se estaba haciendo más joven y, la verdad, Lilia ya le había mencionado la importancia de empezar a cuidar su rostro antes de los treinta, sobre todo si vivía con el ceño fruncido.
Bueno, para Lilia era fácil decirlo, porque se sostenía las arrugas con ese maldito moño que nunca se deshacía y un par de inyecciones de botox que eran cada vez menos secretas, es decir, no importa cuán estoica sea tu expresión, puede cambiar a lo largo del día. Lilia siempre tenía la misma cara.
De todos modos, esto no se trataba de su jefa.
A Yuri le gustaba sentirse guapo y llamar la atención. Sabía que había heredado buenos genes por parte de madre (y asumía que por parte de padre también) y, a su vez, Katya había nacido hermosa y se convertía en una mujer muy bella, estaba seguro.
No es que le tuviera miedo a las arrugas o a envejecer realmente, pero amaba decir su edad y que le dijeran que se veía mucho más joven. También le gustaba que, tanto hombres como mujeres, se le quedaran viendo impresionados... quizás era algo coqueto y se aprovechaba un poco de eso para conseguir un par cosas, pero, si la naturaleza le hizo un regalo, él lo iba a aprovechar.
Dejó los masajes cuando escuchó la campanilla de la puerta y trató de componer una sonrisa amable a pesar de que no estaba en su puesto de trabajo.
—Bienvenido a... .— su sonrisa cayó automáticamente cuando vio de quien se trataba.
—Yuratchka...
Frunció el ceño como único aviso de su enojo. No iba a hacer un nuevo escándalo en la Academia o Lilia lo sacaría pateando elegantemente su trasero a punta de fouettés.
—La clase de tu hermana aún no acaba, haz el favor de esperar fuera. Puedes volver dentro de media hora.
—Pero Yuratchka...
—No te atrevas a llamarme Yuratchka de nuevo, Roman. O llamaré a la policía, no estoy bromeando.
El chico frente a él hundió los hombros, desmoralizado, su rostro se volvió una máscara de pena, como si fuese un cachorro pateado que no comprendía porque su amo lo había golpeado.
—Quiero hablar con...
—Yo no.— gruñó Yuri, jugando con un lápiz que estaba en el mesón, solamente para distraerse y no estampar su puño en el rostro de Roman.
Dioses, ¿por qué? por qué había tenido ese momento de debilidad estúpido y creyó que era buena idea meterse con alguien que apenas tenía diecinueve años. ¿Por qué tenía que ser tan estúpido?
Miró a Roman frente a él y todavía tenía esa expresión de ojos grandes, tratando de inspirar lástima.
Solo le daban más ganas de golpearlo.
Minako le había dicho que no era buena idea, que era peligroso, que el chico se podía apegar demasiado y creer cosas que no eran. Y, oh, por supuesto el chiquillo tuvo que "enamorarse" y pensar que con dos meses de salidas ya eran novios y que podían tener un futuro juntos. Se le revolvía el estómago de solo pensar en las veces que Roman se ofreció a cuidar de Katya, hacerse cargo como si fuera su hija.
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Dance Class [OtaYuri]
FanfictionNo importa cuanto planees las cosas, nunca saldrán como realmente quieres. Yuri llevaba demasiado tiempo sabiendo esto y aún así necesitaba planificar para poder equilibrar su trabajo de vendedor de perfumes en el centro comercial, su trabajo como i...