Examenes

1.5K 62 5
                                    


Me  despertó el color rojo encima de tu ojo, era el reflejo del sol que pasaba por la ventana miré alado derecho de la cama y vi a Sebastian mirandome con sus amplios ojos azules claro que parpadearon al ver cómo te asustabas de su mirada.

— ¿Hace cuanto llevas haciendo eso? –Dije mirándolo

— No importa el tiempo solo lo que se siente -sonreía- ¿Cómo amaneciste? 

— con hambre -reías- ¿Y tú? 

— También –reía —¿ Que opinas si hoy nos duchamos juntos?

— ehh...me sonroje- no creo que sea prudente estando en una casa llena de vampiros - pensé

— Sera divertido –me besaba- ahora a cambiarse –se levantaba

— ¿A dónde iremos? –desenvolviendo la sabana de mi cuerpo

— Es todo un secreto –me guiña un ojo- pero por mientras podrías alimentarme  –me toma de la cintura

—espera...besa mi cuello —tu sangre huele deliciosa. Los ojos de Sebas cambiaron de color ahora eran rojos me observaban con un brillo oscuro, distinto a la sed, o tal vez debido a otro tipo de sed, mientras me dejaba delicadamente sobre el mullido colchón de la cama.

Durante unos segundos el tiempo se detuvo bajo su mirada, como si nada fuera más importante, como si la vida cobrase sentido para los dos, como si ahora fuera el momento decisivo. Una parte de mi tembló temerosa a que se retirara como tantas otras veces dejándome que me sumiera en brazos de Morfeo. pareció leer esa preocupación de mis ojos y me sonrió con dulzura mientras su frio dedo recorría mi garganta en un descenso deliberadamente lento hasta la clavícula donde dibujo un pequeño círculo mientras su cabeza descendía y mi pulso aumentaba, podía oír los latidos de mi corazón, fuertes y arrítmicos, cuando sus labios se posaron sobre los míos, cuando su fría y húmeda lengua abrió mis cálidos y temblorosos labios, podía sentir como el frio contrastaba con la calidez del interior de mi boca, como su lengua rodeaba, acariciaba la mía, con cuidado, con sumo cuidado, notaba su fría respiración sobre mí, incluso podría atreverme a decir que no era tan perfecta como de costumbre sino que se entrecortaba débilmente…

Sus dedos retomaron su descenso por mi cuerpo, siguiendo el ritmo de mi sangre por las venas, dejando que los cálidos torrentes rojos le llevaran hasta donde todos confluían; detuvo su dedo sobre mi latente corazón mientras me mordía débilmente el labio inferior, mi cerebro apenas era capaz de comprender el enorme esfuerzo que debía ser para él tratarme con tanto cuidado, con esa delicadeza en esos momentos en los que yo apenas era capaz de pensar y lo abrazaba con todas mis fuerzas para pegar más a mi ese maravilloso y pétreo cuerpo.

Su boca se separo de la mía apenas unos centímetros, abrió los ojos con un débil pestañeo para encontrar la belleza de esos ojos carmises, que me miraban como si luchara consigo mismo, esperando a que yo lo apartara de él y a la vez rogándome que no lo hiciera, me pase la lengua por mis fríos e hinchados labios e intente tomar aire mientras me erguía débilmente pero decidida en busca de esos labios pálidos.

El beso fue salvaje, y hasta cierto punto descontrolado, como si dos montañas chocasen para convertirse en una sola, deshaciéndome en la fría invitación de sus besos, de sus suaves caricias sobre mi garganta, mi espalda… un leve temblor inundo mi cuerpo cuando sus colmillos comenzaron a enredarse contra mi piel, Sebastian se aparto de mi inmediatamente.

— cambiate voy hacerte el desayuno - dijo alejándose de mi

— ¿pero no te iba a dar sangre? - pregunté sentada en el filo del colchón

Me enamore de un vampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora