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Un cansado caminante vagaba por la calle de aquella ciudad, escondido en sus recuerdos. Cualquier día su pelo celeste y rizado estaría ondeando gracias al helado viento invernal que arrastraba silbidos y recuerdos a los oídos del joven. Pero hacía tanto frío, el clima calaba en sus huesos. La verdad, había descuidado bastante su aspecto, pero no era su culpa. Quien solía peinarlo, ayudarle con su ropa, y recomendarle productos para su indomable cabellera ya no estaba. Ahora su azul estaba desaliñado y desteñido. Ella se lo teñía. Y él no quería otras manos en su pelo si no se trataba de las de ella. Siguió caminando hacia el restaurante que había abierto hace poco junto a su gemelo, una réplica exacta de él, si no fuese por su cabello color salmón y su permanente sonrisa, sonrisa que dejó de estar en su rostro desde aquel entonces.
Y es que incluso la expresión del peliceleste parecía ahora más tosca que de costumbre, haciendo una alusión perfecta a su apodo.
Angry.
Pero ella siempre le decía que era una de las personas más felices.
-Si te dijese que te amo, ¿qué responderías, (n)?
-Que te amo también, Sou.
Su mente le jugaba malas pasadas, y su memoria le consumía.
-Estoy cansado y me siento enfermo.
Se detuvo en un puente, observando las olas peinar la arena de la orilla.
-Me pregunto dónde estarás ahora mismo. Encontré por fin la playa, pero no estás aquí para verla. Si tan solo...
Angry, quien casi nunca lloraba, estaba derramando pequeños cristales brillantes a través de sus ojos. ¿Por qué no pudo salvarla? ¿Por qué Mikey no hizo nada ese día?
Su hermano le dijo una vez que, por lo menos, Emma estaba a salvo.
Ese día no durmió en casa. Y su hermano durmió con su pómulo amoratado. La suave pero punzante brisa estaba secando al fin sus lágrimas. Pero no importaba, porque volverían a salir cuando llegasen las tres para salir del trabajo e ir a visitarla. Siguió caminando y llegó al fin a su trabajo compartido.
-¡Angry! ¿Cómo estás? -su gemelo siempre preguntaba lo mismo cuando lo veía.
Nahoya ya no tenía aquella enorme sonrisa en su rostro, su mueca se tornó apacible con una casi imperceptible sonrisa, de alguna u otra manera le tuvo mucho cariño a la joven. Los demás presentes lo observaban con curiosidad y pena.
Una, dos, tres, y cuatro miradas. Pero no hubo respuesta. No tenía ganas de hablar con nadie. Solo con ella.
-Angry, escucha...
-Hakkai, quítame la mano de encima. -respondió de forma fría.
Claro que le dolía, pues era su mejor amigo. Pero no podía soportar el intranquilo latido de su corazón cada vez que alguien le dirigía la palabra. Porque ella le había ayudado a superar su ansiedad a la gente. Y cuando ella se fue, empeoró. Ellos tres solían bromear, incluso hicieron camisetas personalizadas, a juego, pues los tres eran los ''bebés de la familia''. Ahora ni ella ni su hermano Keisuke estaban.
Finalizada la jornada laboral, se quitó desesperadamente el delantal, pero lo colgó donde siempre, lejos del grill y de su nauseabundo olor a aceite, pues era uno de los pocos recuerdos materiales que le quedaban de ella. Lo había tejido para cuando él abriese el restaurante junto a su hermano. De nuevo, ella no estaba allí para verlo.
Corrió hasta el cementerio de la ciudad, seguramente cogería un resfriado por correr con la boca abierta con el frío viento de invierno. Pero le daba igual, nunca llegaba tarde a su cita. Ignoraba por completo las miradas de las personas quienes, sorprendidas veían cómo aquel joven chico corría con rastros de lágrimas secas en las mejillas rojizas por el frío. Al llegar, se acuclilló frente a la tumba y dejó una campanilla de invierno. Aprendió a cultivarlas porque eran las flores favoritas de ella. Así, cada vez que él veía una campanilla, sentía que la veía a ella en cada una de ellas.
-¿Me extrañaste? -no hubo respuesta, como siempre- yo a ti sí, todas las noches lo hago.
De nuevo silencio. Trató de sonreír, pero fue en vano, salados ríos caían de sus ojos.
-¿Por qué lloras, Sou? ¿Puedes darme una sonrisa?
-¿U-una qué?
-Una sonrisa, es fácil, observa.
En ese momento, Angry creyó que jamás necesitaría volver a ver algo adorable como el gato de Chifuyu, o los dibujos que de vez en cuando le hacía su hermano. Porque ella, con su sonrisa, superaba todo eso. Así que él también quiso intentarlo.
-¡Eres realmente lindo, Sou! -dijo ella apretando las mejillas del contrario- ¡Eres tierno y suave como un mochi!
Y Angry sonrió por primera vez en su vida. Y cada vez que la veía a ella sonreía, cogiendo su mano con delicadeza.
Pero la sonrisa que siempre llevaba al verla se fue cuando escuchó a Draken pronunciar las palabras "Kisaki", "moto" y "(n)". Esa fue la noche que durmió en casa de Hakkai.
-Si tan solo estuvieses aquí... Podrías ver nuestro restaurante, finalmente lo conseguí.
-(n) -llamó a la chica, dispuesto a decirle lo que sentía por vigésimo séptima vez en la semana.
-¿Sí? ¿Ocurre algo, Sou? Sou. A él dejaba de gustarle su apodo "Angry" siempre que ella le llamaba "Sou".
-Yo... q-quiero decirte algo. Me gus-
-¡(n)! ¡Ven, Takemicchi está volviendo a llorar!
-¿Qué? ¿De nuevo? Ken-chan, te dije que no le molestaras más.
-Esta vez no voy a mentirte, soy dependiente de ti, debí dejar de llamarte "amiga" cuando tuve la oportunidad. Te extraño tanto...
Esa noche Angry tampoco pudo dormir, solo podía quedarse despierto memorizando cada parte de su rostro observando la foto que se sacaron dos horas antes del trágico suceso.
෴
Buenas. <3 Lo primero de todo, es que quiero agradecer a las personas que votaron, leyeron, me siguieron y comentaron, valéis oro. <3
Si soy sincera, amo que l@s lector@s comenten, me entretiene saber lo que piensan en ese momento. ^^ También siento si hubieron faltas ortográficas y si estuvo triste, la metodología que uso antes de escribir es poner en aleatorio mi lista de reproducción y usar la canción que salga.
Gracias de nuevo por todo, y nos leemos en el siguiente¡!
