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Las miradas relajadas de Hiro y Melissa cambiaron a unas asustadas en menos de unos segundos, estában preparados fisicamente sí, pero no mentalmente.

Otoko se cayo por un grupo de amigos de su tribu que estaban corriendo en busca de un lugar seguro.

¡Alerta de atque! ¡Estó no es un simulacro! ¡Dejen todo él trabajo a los superiores!

Anunció la alarma de ataque provocando que todos empiezen a correr a sus respectivas habitaciónes, haciendo caso a las indicaciones de la alarma, dejando a los superiores hacerse cargo.

Se levanto y empezo a correr a su habitación tal como Hiro y Melissa, los cuales empezaron a correr unos segundos antes que él.

Ya cerca de su habitación pensando que todo ya habia pasado todo,  un chico, de cabello castaño algo oscuro y con ojos de un color rojo oscuro, lo agarro por sorpresa, apuntandolo Con su flecha.

Ryuku vio como su no-hijo, estaba siendo apuntado con una flecha por unos de los chicos de la tribu contraria, y su no-hijo completamente desprotegído, su hijo hubiera ganado facilmente, sí es que no estúbiera pegado a la pared con su enemigo en una distancia que ni siquiera llegaba a él medio metro, además que no tenia nada para defenderse, ni siquiera un cuchillo de cocina.

Eres un chico muy guapo, lastima que deba de matarte - dijo con empatia falsa su enemigo, aún que lo que Otoko no sabia era que la primera parte tenia su verdad .

¡Cállate! -grito Otoko sintiendo como la impotencia recorria por todo su cuerpo.

Genial, ahora moriria un día antes de su cumpleaños.

¡Otoko!- grito y se puso entremedio del chico de la tribu contraria y Otoko, aún con una pierna,un brazo roto y escupiendo sangre por la boca fue corriendo donde su hijo y recibiendo ella la flecha.

Ryuku habia peleado con él sempai de la tribu contraria, habia ganado la batalla, pero habia quedado mal herida, con 3 costillas rotas las cuales perforaron sus pulmones, el brazo izquierdo fracturado, y una pierna fracturada seguramente sin reparación existente, la flecha que le habian tirado directamente al corazón lo que sólo empeoro todo.

Otoko... Eres como un hijo para mi... -musitó en un pequeño susurro sus ultimas palabras, cerrando sus ojos para por fin descansar en paz, con una pequeña sonrisa

con una hermosa sonrisa dibujada en su rostro, finalmente descanso por la eternida

Los
ojos de Otoko empezaron a llenarse de lagrimas, se sentia inútil, no pudo hacer nada para proteger a su madre, Abrazo él cuerpo de practicamente madre manchandose con la roja sangre que brotaba de ella.

The place of murder Donde viven las historias. Descúbrelo ahora